JOSÉ DOMINGO BLANCO (MINGO) | EL UNIVERSAL
viernes 11 de enero de 2013 12:00 AM
Luego de ojear los periódicos y antes de sentarme a escribir estas líneas que hoy comparto con ustedes, busco entre mis discos música cubana y me encuentro con una canción, maravillosamente interpretada por Bola de Nieve, llamada "Chivo que rompe tambó". Su lírica es deliciosa y, tal vez, hasta metafórica: "Ese chivo corrompío/ta gachao en el mimo caserío/y yo lo va a bucá y lo va a encontrá/yo lo saca de donde ta econdío. /Si lo cojo.../fui qui ti fuá, fui qui ti fuá, fui qui ti fuá./Toma, chivo patillúo,/sinvergüenza, pestoso a berrenchín./Ay, Changó, que este negro ya no pue viví sin su tambó".
Con la voz de Bola de Nieve de fondo, pienso, irremediablemente, en lo que nos está pasando. Para el momento que me toca escribir este artículo, la toma de posesión del Presidente reelecto "sigue en veremos" y los actores de la sociedad civil, el país que marca la pauta, está centrando la discusión en lo que no es. La verdadera discusión es, aunque suene fastidioso decirlo, el nuevo gran reto que tienen los dirigentes de oposición, que siempre han caído en las trampas y en las redes perversas que tejen el chavismo y su gente, marionetas de la vieja estirpe política cubana de los últimos 50 años.
Fidel Castro lo supo hacer. Su sapiencia rancia se impuso este 7 de octubre de 2012, cuando, imagino, hizo que ¡a juro! Chávez fuera el candidato castrocomunista a las elecciones. Por supuesto, sin importarle que semejante campaña terminaría de devastar la frágil salud del, para ese momento, presidente-candidato.
Vemos nuevamente que todo se circunscribe a una lucha de poderes. La lucha actual, más que legal y jurídica, pisa el terreno político. Por eso, no dejo de suponer que este guión lo concibió hace un año el viejo sátrapa animal político Fidel Castro. Lo imagino caminando con Chávez, ambos a duras penas, preguntándole al oído (como suele hablar Fidel cuando se trata de estas cosas, muy quedo para que no lo oiga ni el G2): -Óyeme tu Hugo, a propósito de tu difícil cuadro de salud, que los más grandes expeltos de la isla me comunican no es muy halagadol, ¿cuál crees que pudiera sel tu cachorro? ¿A quién nombrarías para que siguiera tus pasos y le dé continuidad a lo que, desde aquí, te hemos ayudado a construil en Venezuela? Mira que no nos podemos dal el lujo de peldel lo que hemos logrado.
E imagino a un Chávez balbuceante, respondiéndole: -Hermano Fidel, qué difícil pregunta me haces en este momento aciago y en este trance tan doloroso que estoy pasando. Te voy a responder con el corazón, como siempre lo he hecho contigo, porque sé que tú ya pasaste por una situación similar. Pero, aquí entre nos, ¡no tengo a nadie!
Supongo que Fidel, como zorro viejo corrido en cuatro plazas, simplemente le contestó: -Pues vamos a construirlo tú y yo. Y comenzaron a deshojar la margarita. Es entonces cuando, discurro, el propio Castro manda a llamar a Nicolás. Y como en esas legendarias películas de 007, comenzó el entrenamiento de un Maduro (todavía muy jojoto) como posible sucesor de Chávez.
Ni siquiera hoy, los ingenuos dirigentes de la oposición tuvieron el olfato para detectar que, lo que estamos viviendo, se estaba confabulando desde hace mucho tiempo. Al más puro estilo de Félix B. Caignet comenzó a armarse la trama por capítulos, que los venezolanos contemplamos en esta especie de boite en la que nos hemos transformado, partícipes del boudeville finamente hilvanado desde Cuba, cuyo final no fue, ni remotamente, el 10 de enero. Porque el 10-E no pasó nada que no estuviera ceñido al quinto mandamiento cubano, de esta obra Castro-Chavista, donde la orden primigenia para el sucesor escogido fue: "Nicolás, nosotros nos ocupamos de Chávez; encárgate tú de los venezolanos y lánzales bastante excremento".
El devenir de los días se centrará en una estrategia "de aguas tranquilas" donde tendrá importancia sustantiva, dejar pasar el tiempo lo más que se pueda, hasta una nueva aparición del caudillo de Sabaneta, si los babalawos lo permiten; aunado a un más intensivo entrenamiento y preparación de Maduro como candidato, con miras a un posible nuevo careo electoral, cuya fecha fijarán cuando a ellos les dé la gana; pero que, por ejemplo, pudiera plantearse para el 7 de octubre de 2013, por ese afán que tienen los chavistas de darles a sus fechas un sentido mágico-religioso-conmemorativo.
A todas éstas, tristemente ¿qué les quedaría a los líderes de la dirigencia opositora? Algo muy fácil de decir pero muy difícil de cumplir: ¡no dejar morir la ausencia de Chávez! Allí es donde radica el trabajo sostenido que los partidos políticos tienen que hacer en la sociedad civil democrática venezolana. Porque, sería una pérdida de tiempo, una vez más, pretender que el concierto de países de la región intervenga en materia constitucional interna de nuestro país. Y mientras aquí el 10-E no pasó nada, en Cuba, para Fidel fue un día de Fiesta Nacional.
Con la voz de Bola de Nieve de fondo, pienso, irremediablemente, en lo que nos está pasando. Para el momento que me toca escribir este artículo, la toma de posesión del Presidente reelecto "sigue en veremos" y los actores de la sociedad civil, el país que marca la pauta, está centrando la discusión en lo que no es. La verdadera discusión es, aunque suene fastidioso decirlo, el nuevo gran reto que tienen los dirigentes de oposición, que siempre han caído en las trampas y en las redes perversas que tejen el chavismo y su gente, marionetas de la vieja estirpe política cubana de los últimos 50 años.
Fidel Castro lo supo hacer. Su sapiencia rancia se impuso este 7 de octubre de 2012, cuando, imagino, hizo que ¡a juro! Chávez fuera el candidato castrocomunista a las elecciones. Por supuesto, sin importarle que semejante campaña terminaría de devastar la frágil salud del, para ese momento, presidente-candidato.
Vemos nuevamente que todo se circunscribe a una lucha de poderes. La lucha actual, más que legal y jurídica, pisa el terreno político. Por eso, no dejo de suponer que este guión lo concibió hace un año el viejo sátrapa animal político Fidel Castro. Lo imagino caminando con Chávez, ambos a duras penas, preguntándole al oído (como suele hablar Fidel cuando se trata de estas cosas, muy quedo para que no lo oiga ni el G2): -Óyeme tu Hugo, a propósito de tu difícil cuadro de salud, que los más grandes expeltos de la isla me comunican no es muy halagadol, ¿cuál crees que pudiera sel tu cachorro? ¿A quién nombrarías para que siguiera tus pasos y le dé continuidad a lo que, desde aquí, te hemos ayudado a construil en Venezuela? Mira que no nos podemos dal el lujo de peldel lo que hemos logrado.
E imagino a un Chávez balbuceante, respondiéndole: -Hermano Fidel, qué difícil pregunta me haces en este momento aciago y en este trance tan doloroso que estoy pasando. Te voy a responder con el corazón, como siempre lo he hecho contigo, porque sé que tú ya pasaste por una situación similar. Pero, aquí entre nos, ¡no tengo a nadie!
Supongo que Fidel, como zorro viejo corrido en cuatro plazas, simplemente le contestó: -Pues vamos a construirlo tú y yo. Y comenzaron a deshojar la margarita. Es entonces cuando, discurro, el propio Castro manda a llamar a Nicolás. Y como en esas legendarias películas de 007, comenzó el entrenamiento de un Maduro (todavía muy jojoto) como posible sucesor de Chávez.
Ni siquiera hoy, los ingenuos dirigentes de la oposición tuvieron el olfato para detectar que, lo que estamos viviendo, se estaba confabulando desde hace mucho tiempo. Al más puro estilo de Félix B. Caignet comenzó a armarse la trama por capítulos, que los venezolanos contemplamos en esta especie de boite en la que nos hemos transformado, partícipes del boudeville finamente hilvanado desde Cuba, cuyo final no fue, ni remotamente, el 10 de enero. Porque el 10-E no pasó nada que no estuviera ceñido al quinto mandamiento cubano, de esta obra Castro-Chavista, donde la orden primigenia para el sucesor escogido fue: "Nicolás, nosotros nos ocupamos de Chávez; encárgate tú de los venezolanos y lánzales bastante excremento".
El devenir de los días se centrará en una estrategia "de aguas tranquilas" donde tendrá importancia sustantiva, dejar pasar el tiempo lo más que se pueda, hasta una nueva aparición del caudillo de Sabaneta, si los babalawos lo permiten; aunado a un más intensivo entrenamiento y preparación de Maduro como candidato, con miras a un posible nuevo careo electoral, cuya fecha fijarán cuando a ellos les dé la gana; pero que, por ejemplo, pudiera plantearse para el 7 de octubre de 2013, por ese afán que tienen los chavistas de darles a sus fechas un sentido mágico-religioso-conmemorativo.
A todas éstas, tristemente ¿qué les quedaría a los líderes de la dirigencia opositora? Algo muy fácil de decir pero muy difícil de cumplir: ¡no dejar morir la ausencia de Chávez! Allí es donde radica el trabajo sostenido que los partidos políticos tienen que hacer en la sociedad civil democrática venezolana. Porque, sería una pérdida de tiempo, una vez más, pretender que el concierto de países de la región intervenga en materia constitucional interna de nuestro país. Y mientras aquí el 10-E no pasó nada, en Cuba, para Fidel fue un día de Fiesta Nacional.
No comments:
Post a Comment