MARÍA TERESA ROMERO| EL UNIVERSAL
miércoles 5 de febrero de 2014 12:00 AM
El escritor Rodrigo Blanco Calderón, profesor en Letras de la UCV, bien lo dice en un reciente twit: @"Leyendo la historia del marxismo y el comunismo no queda sino reconocer que la viejitas de la plaza Altamira tenían razón".
Así es, y no podemos seguir desconociéndolo: este proceso "socialista- bolivariano" es marxista y comunista. No importa cuán contradictoria, delincuente e ineficiente es, ni cuánto juegue con el capitalismo salvaje. Es una dictadura comunista y militarista con vocación totalitaria adaptada a la locura y el bochinche venezolano.
Dejémonos ya de eufemismos. Fueron válidos incluso hasta la muerte del Líder Supremo, mientras podían jugar con los venezolanos y extranjeros al cuento de la rana, esa que echan a la olla pero no con el agua hirviendo -evitando así que salte-, sino con el agua tibia, calentándola poco a poco para que la rana no reaccione y se vaya acomodando a la nueva temperatura, hasta finalmente morir hervida.
Sí, muchos los dijeron desde un principio y no se les escuchó. Pero de todas formas no había mucho que hacer; para eso se necesitaba una firme unidad de criterios, organización y estrategia entre todos los sectores democráticos, llámense radicales o moderados, de derecha, centro o izquierda, cosa que en realidad nunca sucedió. La MUD hizo todo lo que pudo, con éxitos notables. Hay que reconocerlo.
El problema es que aún muchos se niegan a llamar dictadura comunista a este gobierno de milicos soberbios y de civiles vendidos al castrismo cubano. Sigue siendo tabú, les da un no sé qué. Y no sólo me refiero a muchos venezolanos provenientes de la izquierda democrática, sino también a todos los gobiernos latinoamericanos que se reúnen en la Cumbre de la Celac para legitimar al castrismo y a muchos actores internacionales del campo liberal y conservador. De allí que hasta la organización Freedom House aún nos denomine como "parcialmente libre y de autoritarismo moderno", y no por su verdadero nombre. Recordad, el principio es el verbo.
Así es, y no podemos seguir desconociéndolo: este proceso "socialista- bolivariano" es marxista y comunista. No importa cuán contradictoria, delincuente e ineficiente es, ni cuánto juegue con el capitalismo salvaje. Es una dictadura comunista y militarista con vocación totalitaria adaptada a la locura y el bochinche venezolano.
Dejémonos ya de eufemismos. Fueron válidos incluso hasta la muerte del Líder Supremo, mientras podían jugar con los venezolanos y extranjeros al cuento de la rana, esa que echan a la olla pero no con el agua hirviendo -evitando así que salte-, sino con el agua tibia, calentándola poco a poco para que la rana no reaccione y se vaya acomodando a la nueva temperatura, hasta finalmente morir hervida.
Sí, muchos los dijeron desde un principio y no se les escuchó. Pero de todas formas no había mucho que hacer; para eso se necesitaba una firme unidad de criterios, organización y estrategia entre todos los sectores democráticos, llámense radicales o moderados, de derecha, centro o izquierda, cosa que en realidad nunca sucedió. La MUD hizo todo lo que pudo, con éxitos notables. Hay que reconocerlo.
El problema es que aún muchos se niegan a llamar dictadura comunista a este gobierno de milicos soberbios y de civiles vendidos al castrismo cubano. Sigue siendo tabú, les da un no sé qué. Y no sólo me refiero a muchos venezolanos provenientes de la izquierda democrática, sino también a todos los gobiernos latinoamericanos que se reúnen en la Cumbre de la Celac para legitimar al castrismo y a muchos actores internacionales del campo liberal y conservador. De allí que hasta la organización Freedom House aún nos denomine como "parcialmente libre y de autoritarismo moderno", y no por su verdadero nombre. Recordad, el principio es el verbo.
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