Jesús Petit da Costa
7 Julio, 2014
La oposición de calle no ha sido derrotada. Es un espejismo de tiempo de vacaciones, las cuales deberán aprovechar sus promotores para corregir las fallas del comienzo fijándole objetivos concretos y dándole dirección y organización
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Venezuela se encuentra en un estado pre-insurreccional. Lo demuestra lo sucedido desde el 12-F, día de la juventud. Este día se convocó a la oposición de calle como vía de salida de la dictadura, fracasada la electoral. La respuesta de la juventud, especialmente la estudiantil, fue inmediata, espontánea y emotiva. Enseña la historia que los jóvenes son el termómetro de la sociedad. Cuando reaccionan como lo hicieron reflejan lo que sienten sus padres, sus hermanos, su familia en general, sus compañeros de estudios y de juegos. Los muchachos son la expresión de lo que se vive y respira en la casa, en las aulas y en las calles. Cuando los muchachos se rebelan es porque el clima insurreccional está represado en su entorno, buscando una salida.
La tiranía comunista percibe el estado pre-insurreccional en que se encuentra la gente y teme por ello a la oposición de calle. De allí su determinación de impedirla mediante la represión criminal. Los asesinatos de jóvenes por guardias fanatizados y bandas paramilitares entrenadas para el genocidio, la tortura y prisión injustificada, la embestida brutal con equipos y armas de guerra, así como la condena en juicio sumario de los políticos que rompieron con los colaboracionistas hasta el extremo de inventarles un magnicidio truculento, comprueban el miedo de la dictadura a que la oposición de calle se transforme en rebelión popular por el estado pre-insurreccional existente. En su desesperación cometió el error de quemar a la MUD, que hasta ahora le había servido de bombero simulando ser oposición cuando en verdad es una vulgar colaboracionista. La MUD es ahora un cadáver político insepulto, perdido el liderazgo que le servía para engañar a los incautos.
Todo parece tranquilo en estos momentos. Siempre sucede en los días que median entre la insurgencia estudiantil y la caída de la dictadura. Esta apariencia de resignación induce al error de dar por derrotada la oposición de calle. Es un espejismo engañoso. La frustración colectiva se va acumulando, camino a la explosión. Recordemos que los meses de vacaciones familiares (julio-agosto) son también meses de vacaciones políticas. Creo que ni durante la guerra de independencia hubo batalla. Pero las vacaciones las vivimos los venezolanos en nuestra insoportable realidad, ya que escapar al exterior es misión imposible. Esto va incidiendo en el estado de ánimo colectivo.
Entramos en el receso político en medio de un vacío de liderazgo. Maduro no tiene el que tuvo Fidel Castro en Cuba ni Chávez aquí para soportar los embates del colapso. Para colmo sus acompañantes tensan la cuerda con un lenguaje altanero y desafiante, olvidando que la provocación acelera la reacción. Del otro lado, la MUD es ceniza. Quedan López, Machado y Ledezma, que tuvieron el acierto de interpretar el estado pre-insurreccional convocando a la calle. Sus acciones indicaron, sin embargo, que no fijaron un objetivo concreto, ni conformaron una dirección que incorporara líderes sociales y personalidades destacadas, ni habían organizado una estructura para mantener la acción a pesar de la prisión de sus dirigentes. Tienen que corregir estas fallas sobre la marcha.
Mientras tanto, la Tierra sigue girando inexorable. Donde hoy es noche, pronto será día.
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