VLADIMIR VILORIA| EL UNIVERSAL
sábado 16 de agosto de 2014 12:00 AM
Culinaria sentimental
De la mano del historiador Ramón Querales, Juan Alonso Molina selecciona y ordena con tino buena parte de la obra de Rafael Michelena Fortoul, el vate Chicharrita, para el investigador, el primer cronista gastronómico de Venezuela.
Nacido en 1897 en Duaca (estado Lara), y muerto en Los Teques (estado Miranda) en 1933, el trovador y bohemio de pluma afilada fue cofrade, entre otros, de Leoncio Martínez "Leo" y de Francisco Pimentel, mejor conocido como "Jop Pim", creadores del célebre semanario Fantoches, donde publicaba y formaba parte de su redacción.
Colaborador de El Imparcial, Billiken, El Universal, El Nuevo Diario y Élite, al comienzo publicó con el seudónimo Fray Momo, pero luego Fortoul empezó a ser conocido como Chicharrita.
Vale recordar que Juan Alonso hace posible con este trabajo, Culinaria sentimental (editado por el Fondo Editorial del Caribe), un aporte fundamental a la bibliografía gastronómica en Venezuela: seleccionar, desde la investigación hemerográfica, textos publicados entre 1919 y 1933 (117 poemas) que dibujan modos y formas, costumbres, afanes coquinarios, tradiciones e ingredientes a la hora de saber y entender qué se comía y bebía en un país pronto a vivir una brutal transformación cultural merced al auge petrolero, no es poca cosa.
El vate Chicharrita lee en su prosa "aquella Venezuela rural y analfabeta, de regiones mal comunicadas entre sí, harto escasa de ingresos fiscales y políticamente inhibida por la ya larga imposición de una férrea dictadura, no podía ser precisamente una 'meca' para el ejercicio de la reflexión gastronómica en el sentido conocido de interés por los productos exóticos, la comida servida en los restaurantes de lujo y la personalidad y logros culinarios de sus chefs".
Al contrario de sus predecesores (destacan nombres como Nicanor Bolet Peraza, Eloy González, Luis Razetti, Tulio Febres Cordero o los poetas Rafael Isidro Montes, Rafael Estévez Buroz, Juan José Breca y Teodosio Adolfo Blanco), quienes hicieron de la reflexión gastronómica una "ocupación eventual", para Michelena Fortoul comer y beber era "la principal veta de su literatura".
Así, el vate Chicharrita fue el cantor del comer criollo y el beber vernáculo:
"Yo estoy triste, estoy triste, como un hongo!/ proclamaré el prestigio del mondongo:/ en vez de manzanilla, ¡venga caña!/ Hay que tener el coche de Morrongo/ con emoción romántica y huraña,/ y, aunque dicen que el tonto amarra el bongo,/ ir a olvidar las penas infinitas,/ este vivir de perro,/ !con unas dulces caraotas fritas,/ una morcilla, un hígado y un berro!".
De la mano del historiador Ramón Querales, Juan Alonso Molina selecciona y ordena con tino buena parte de la obra de Rafael Michelena Fortoul, el vate Chicharrita, para el investigador, el primer cronista gastronómico de Venezuela.
Nacido en 1897 en Duaca (estado Lara), y muerto en Los Teques (estado Miranda) en 1933, el trovador y bohemio de pluma afilada fue cofrade, entre otros, de Leoncio Martínez "Leo" y de Francisco Pimentel, mejor conocido como "Jop Pim", creadores del célebre semanario Fantoches, donde publicaba y formaba parte de su redacción.
Colaborador de El Imparcial, Billiken, El Universal, El Nuevo Diario y Élite, al comienzo publicó con el seudónimo Fray Momo, pero luego Fortoul empezó a ser conocido como Chicharrita.
Vale recordar que Juan Alonso hace posible con este trabajo, Culinaria sentimental (editado por el Fondo Editorial del Caribe), un aporte fundamental a la bibliografía gastronómica en Venezuela: seleccionar, desde la investigación hemerográfica, textos publicados entre 1919 y 1933 (117 poemas) que dibujan modos y formas, costumbres, afanes coquinarios, tradiciones e ingredientes a la hora de saber y entender qué se comía y bebía en un país pronto a vivir una brutal transformación cultural merced al auge petrolero, no es poca cosa.
El vate Chicharrita lee en su prosa "aquella Venezuela rural y analfabeta, de regiones mal comunicadas entre sí, harto escasa de ingresos fiscales y políticamente inhibida por la ya larga imposición de una férrea dictadura, no podía ser precisamente una 'meca' para el ejercicio de la reflexión gastronómica en el sentido conocido de interés por los productos exóticos, la comida servida en los restaurantes de lujo y la personalidad y logros culinarios de sus chefs".
Al contrario de sus predecesores (destacan nombres como Nicanor Bolet Peraza, Eloy González, Luis Razetti, Tulio Febres Cordero o los poetas Rafael Isidro Montes, Rafael Estévez Buroz, Juan José Breca y Teodosio Adolfo Blanco), quienes hicieron de la reflexión gastronómica una "ocupación eventual", para Michelena Fortoul comer y beber era "la principal veta de su literatura".
Así, el vate Chicharrita fue el cantor del comer criollo y el beber vernáculo:
"Yo estoy triste, estoy triste, como un hongo!/ proclamaré el prestigio del mondongo:/ en vez de manzanilla, ¡venga caña!/ Hay que tener el coche de Morrongo/ con emoción romántica y huraña,/ y, aunque dicen que el tonto amarra el bongo,/ ir a olvidar las penas infinitas,/ este vivir de perro,/ !con unas dulces caraotas fritas,/ una morcilla, un hígado y un berro!".
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