Fernando Mires
Si las cosas se dan como hasta ahora se
están dando, la oposición venezolana alcanzará un inapelable triunfo en
las parlamentarias del 6-D. Si así ocurre, ese será el resultado de un
proceso comenzado con la candidatura presidencial de Manuel Rosales el
año 2006. Un largo proceso, no electorero ni electoralista como dicen
los extremistas, sino —y eso es muy distinto— constitucional.
Tolo lo que es la oposición se lo debe a
la Constitución. Todo lo que es la Constitución se lo debe a la
oposición. Esa Constitución originariamente chavista fue defendida y
hecha suya por toda la oposición en contra del mismo Chávez, obteniendo
su, hasta ahora, más grande triunfo electoral (2007). Desde ese momento
la oposición la hizo suya.
Con el libro azul de la Constitución en
sus manos los candidatos de la oposición democrática han mantenido una
línea electoral ascendente. Por esa misma razón, la alternativa que
deberá ser abierta a partir del 6-D solo puede ser una: El inicio de la
re-constitucionalización del país. La democratización vendrá después.
En ningún caso deberá ser la hora de la venganza.
La venganza no es un derecho y por lo
mismo no está estipulada en ninguna Constitución. Tampoco, eso es
cierto, está estipulado el derecho al perdón.
No será por tanto, un triunfo electoral —si es que tiene lugar— la hora
de ejercer venganza ni de conceder perdón. Pero sí será la hora de
comenzar a someter a toda la nación bajo el imperio de la Ley. Si la
oposición lo logra, en Venezuela habrá sido realizada una verdadera obra
de arte política.
No será por tanto, un triunfo electoral
—si es que tiene lugar— la hora de ejercer venganza ni de conceder
perdón. Pero sí será la hora de comenzar a someter a toda la nación bajo
el imperio de la Ley. Si la oposición lo logra, en Venezuela habrá
sido realizada una verdadera obra de arte política.
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