Friday, March 3, 2017

Tambores de guerra; por Rafael Rojas

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 Rafael Rojas


Desde 2011 el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI), ha venido reportando la disminución del gasto militar en Estados Unidos. La primera administración de Barack Obama mantuvo la tendencia al aumento en el presupuesto de defensa, que heredó del periodo de George W. Bush. Pero la segunda, a partir de 2012, lo redujo anualmente hasta dejarlo en una porción del PIB muy parecida a las de los últimos años del gobierno de Bill Clinton, a fines de los 90.
Ahora Donald Trump ha anunciado un incremento en el gasto militar cercano al 10%, lo que equivale a unos 54 mil millones de dólares al año. Con ese aumento, el presupuesto de defensa de la primera potencia mundial se colocará cómodamente por encima de los 600.000 millones de dólares. Esa cifra estratosférica corresponderá a cerca del 50% del porcentaje mundial, por lo que Estados Unidos estaría asumiendo la mitad del gasto militar global en el siglo XXI.
Los asesores de Trump debieron leer el informe del SIPRI de 2016, en el que se alertaba sobre el crecimiento del presupuesto de guerra en China y Rusia. Estos dos países comienzan a rebasar las cifras del gasto militar de toda la Unión Europea, con un crecimiento de 7% y hasta 8% anual. Incluso Alemania, que como Estados Unidos venía disminuyendo el gasto a principios de esta década, se ha sumado a la corriente de ascenso a nivel mundial. En términos de gasto militar, el mundo empieza a revivir la alocada carrera armamentista de la Guerra Fría.
El mismo informe del SIPRI de 2016, en Estocolmo, llamaba la atención sobre el hecho de que, aunque Rusia está muy por debajo de Estados Unidos en números totales del gasto militar, los índices de su producción y exportación de armas son muy superiores a los de la Unión Europea y casi equivalentes a los de América del Norte. Rusia produce el 25% de las armas del mundo y las vende crecientemente a China, el tercer productor mundial. La región que recibe las mayores transferencias de armas es la más superpoblada de Asia: especialmente la India y China.
El escenario no podría ser más peligroso: el mundo del siglo XXI, y, sobre todo, los Estados Unidos de Donald J. Trump, parecen inclinarse más por la guerra que por la diplomacia. En una puerilidad macabra, el nuevo presidente ha justificado el aumento en el presupuesto militar con la evocación de una infancia en la que “Estados Unidos ganaba todas las guerras”. Trump nació en 1946, por lo que probablemente se refiera a la guerra de Corea, ya que a la de Vietnam, difícilmente, podría considerársele una victoria.
“Ahora nunca ganamos guerras, tenemos que empezar a ganar guerras de nuevo”, ha dicho el mandatario. En su primer mensaje ante el congreso ha reiterado la apuesta por el rearme y ha hecho énfasis en que el aumento del presupuesto militar se producirá a costa del gasto social. Es como decirle a los ciudadanos de Estados Unidos que para sentirse más protegidos es indispensable el deterioro de la salud, la educación y el medio ambiente.

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