Sunday, April 2, 2017

Las oposiciones venezolanas, por Alicia Freilich

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Alicia Freilich
En teoría han ganado porque al acceder a las trampas seudoelectorales del régimen castrochavista a veces la mayoría disidente resultó vencedora en números .De facto ha perdido esas victorias, porque la dirigencia opositora tradicional sigue jugando beisbol democrático en campo de fútbol totalitario y pretende que el árbitro comprado por los dueños del terreno minero y minado le otorgue la razón. Hasta un niño de preescolar, claro, bien nutrido, lo entiende.
Gran parte de esa cúpula no desea o no le conviene comprender. En principio les resulta muy difícil aceptar derrotas y renunciar a una carrera política que en su momento del siglo XX costó mucho sacrificio y también un triunfo excepcional que vivió solo cuarenta años. En segundo lugar se resiste a los cambios mundiales de la era cíber con sus vuelcos ideológico, tecnológico y ético que transforman ciertos esquemas de políticas públicas y comunicacionales, ahora rígidas piezas de museo. Nada nuevo, es un cambio drástico de ciclo hacia una civilización cada día más automatizada. Se capta fácilmente esta continua y difícil realidad si uno recuerda el clásico filme Tiempos modernos, escenas donde enloquecido por las novedades de la era industrial vibra tragicómico, el eterno Charlot.
Pero hay una diferencia, el personaje encarnado por Charles Chaplin era un ingenuo campesino perdido en la gran ciudad. Venezuela petrolizada fue urbana y progresista mientras miraba indolente hacia otro lado para no enfrentar una verdad: junto al crecimiento de las clases medias surgía también una marginalidad enorme muy eficazmente manipulada por el conspirador militarismo populista que ha destruido hasta casi la hambruna lo que fue un país en lentas vías del desarrollo.
Para este período, quizá en ciernes poschavista, una mínima lógica aplicada indica que Venezuela siglo XXI necesita cambiar ahora mismo su diseño partidista para reactivarse en una democracia actualizada. Sustituir tribus caudillescas provincianas por grandes bloques –liberal, conservador, neoizquierdista– pues la sufriente masa electoral ya casi no vota por siglas ni caciques, lo hace, como se ve en Estados Unidos y otros lares, por quien ofrezca soluciones concretas inmediatas, no importa si son fantasías increíbles o mentiras a repetición. El ritmo cibernético impone a la vida diaria medidas de tuits vueltas papel mojado, lo que exige urgente cambio en el perfil de un verdadero líder, apto para nuevos retos.
Por eso el activo clapismo militarista es terriblemente peligroso. Cada bolsa de alimentos importados y racionados por la casta militar enriquecida con ese corrupto método refuerza la costumbre de la pasiva dependencia a dictaduras, condiciona más desnutrición y enfermedad, celdas y tumbas.
La MUD sigue como oficina de quejas y reclamos, ruega comicios que serán irrespetados por el mismo CNE, pide repetir la fracasada solidaridad papal y la vecinal hasta ahora más interesadas en conservar estabilidad regional que en la libertad productiva venezolana .Si no promueve una huelga general indefinida, por fin con Fedecámaras a la cabeza de las otras “fedes y confedes”, gremios, sindicatos y grupos sobrevivientes, entonces los partidos emergentes Voluntad Popular, Vente, seguidores del experto Antonio Ledezma, el nuevo equipo Gana y militares institucionales por ahora muy solitos, serán cada día más, los voceros actuantes de la mayoritaria sociedad opositora.
Mientras, tolerando mentiras gobierneras y mitos de autoengaño, con o sin OEA, Venezuela sucumbe ante politiqueo blablá, caos y ruina. Por paradoja, colonia rica hambreada, sustento, sirvienta del pobre siempre chulista imperio castrocubano. En este caso, el proceso mafioso viene al revés. El padrino servil obedece las órdenes del hermanísimo y muy macho.
Se sabe pero conviene recordar esos graves errores, deberes incumplidos y las alternativas por derecho constitucional 333 y 350 para cuando lleguen horas de impostergable rebelión y recto juicio histórico. ¿Alicia en el país de las maravillas venezolanas? Quizás.
Alicia Freilichalifrei@hotmail.com

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