El recuerdo de las papilas gustativas de una capital que invitaba y
permitía soñar. Un caraqueño que conoció el mundo sin salir del país.
Una época que no podrá repetirse nunca, aunque regresen las ganas, el
dinero y el ímpetu. La sociedad cambió definitivamente y con ella los
gustos y la educación. Los tiempos son otros. De la mano y la
experiencia de Alberto Veloz encontremos esa Caracas de exquisiteces y
caldos dignos de los mayores placeres sibaritas
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