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Edición elaborada por el Consejo Editorial de Laceiba.
Humo milagroso
Petro nos la puso de bombita al reunirse con alacranes en Cúcuta, mientras colombianos protestan en la frontera por sus familiares presos en las mazmorras de Nicolás. Un tiro al piso que, sin embargo, dejaremos para otro día, al tomar nota de lo que ayer hizo Maduro.
Sí, Maduro, el súperbigote revolucionario, a quien vimos en modo de súplica, de un humillante ruego ante el que se supone es el enemigo histórico del castrochavismo.
¿Qué pensarán en voz baja tipos como Elías Jaua, Adán Chávez o aquellos que entonaban discursos ideológicos en la primera década de la robolución?
Ver a Maduro casi de rodillas, pidiéndole al jefe imperialista que mantenga los vuelos semanales de deportación, con la esperanza de tener al menos un tema en común para un hipotético diálogo con la Casa Blanca, debe ser la comidilla entre quienes se creían con más méritos para aquella misteriosa sucesión pactada en La Habana en 2012.
Míster Danger merodea por la Orchila, instala radares en Trinidad para vigilar la flota furtiva petrolera, cierra el espacio aéreo de Venezuela y todavía Nicolás le pide a Trump una palomita, mientras Padrino guarda ominoso silencio y Cabello celebra con papelillos que ¡hubo una llamada!
Por si fuera poco, vemos que altos cargos cubanos ofrecieron una inédita rueda de prensa para aclarar que no tienen nada que ver con el narcotráfico y que cooperan entusiastamente con EE.UU., al punto de compartir información de inteligencia sobre la materia. ¿A cuenta de qué esta declaración oficial en este preciso momento?
Saquen ustedes sus propias conclusiones.
Mientras tanto, solo nos queda decir, con el perdón de nuestros apreciados lectores: ¡qué humo tan arrecho este!
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