Luego de 20 años, Everybody's Fine, trata de repetir con factura de los Estados Unidos, el éxito que obtuvo el director italiano Giuseppe Tornatore (también Cinema Paradiso...) con Stanno Tutti Bene en 1990, esta última protagonizada por el inolvidable Marcello Mastroiani , junto a Michele Morgan y Victoria Cavalli, la cual obtuvo varios premios, entre ellos, el del Festival de Cannes (1990) y el David di Donatello (1991) . Sinembargo, el hecho de que la película norteamericana no se haya mantenido mucho tiempo en cartelera, a pesar de ser protagonizada por Robert de Niro (en un impecable papel como Frank, el padre), parece indicar que, al menos en la taquilla, no pasó de un buen intento.
La versión que comentamos se debe al escritor y director Kirk Jones y, además de De Niro, actúan Drew Barrymore, Kate Beckinsale, Sam Rockwell y Melisa Leo. James Frain, quien tiene una destacada actuación como Thomas Cromwell en la saga televisiva de Los Tudor, también tiene un pequeño papel. Primero, déjenme aclarar que yo no soy crítico de cine y lejos estoy a estas alturas de la vida de ponerme a transitar esta profesión, pero como aficionado al séptimo arte desde la época en que durante mi juventud en Coro seguía los comentarios de Big Ben sobre las películas que se exibían en los cines de Caracas, puedo decir que la versión norteamericana nada tiene que envidiar a la italiana.
Aunque el argumento de la nueva versión sigue en mucho el de su predecesora (el viaje del padre, luego de la muerte de su esposa a quien evoca a cada momento, para visitar inesperedamente a sus hijos que trabajan en varias ciudades distantes, periplo que le sirve al primero para descubrir quiénes en realidad son los segundos y para conocerse él mismo en su relación con ellos), yo agregaría que la versión de Jones actualiza con gran propiedad los problemas que pueden llegar a aquejar las relaciones entre padres e hijos, en el contexto de las grandes ciudades de los Estados Unidos por donde discurre el recorrido de Frank. Es cierto que algunos preferirán un pase por las bellas ciudades italianas (entre otras, Napoles, Roma, Florencia, Milán y Torino) que hace Mastroiani, pero igualmente impactante resulta en la nueva versión el viaje de De Niro por ciudades de los Estados Unidos, como Nueva York, Chicago, Las Vegas o Denver, pues estas últimas tocan directamente a zonas en que han transcurrido (y en alguna medida todavía transcurren) las vidas de miles de familias, donde los padres luchan para obtener a través de sus trabajos el sustento diario, mientras las madres, en su papel de amas de casa, se ocupan de la educación y las relaciones inmediatas con los hijos. Obviamente, este último cuadro ha variado en los últimos años, con la incorporación de cada vez mayor número de mujeres al trabajo en la calle, pero en definitiva siempre parece ser la madre la que en la mayoría de las familias conserva la ventaja competitiva para establecer una relación más directa y franca con los hijos, enterándose así de los problemas que ellos confrontan.
Por otra parte, la versión de Jones tiene la virtud de incorporar a la historia de las relaciones entre padre e hijos, los efectos que producen en éstos ya maduros y en el curso de sus propias vidas, problemas o situaciones de la vida moderna en los Estados Unidos que son comunes y en algunos casos no tan deseables, como el uso de las drogas (uno de los hijos, el pintor residenciado en Nueva York, trunca su vida y muere de una sobredosis mientras se encuentra en México); las relaciones de lesbianas con hijos (una de las hijas vive en Las Vegas donde convive con otra mujer mientras cría un hijo); el divorcio y sus efectos en la familia (una de las hijas se encuentra en trámites de divorcio y ya inicia una nueva relación sentimental, mientras su único hijo enfrenta dificultades en sus relaciones con el padre); y el facilismo (uno de los hijos tiene condiciones para ser un director de orquesta, pero se conforma con tocar los instrumentos de percusión para, según él, no complicarse la vida y ser feliz....). Problemas y situaciones que descubre Frank en la visita a sus hijos y que nunca les habían sido revelados por ellos ni por su esposa, quienes siempre le decían que todo estaba bien (everybody's fine, como lo resume el título de la película) para no causarle disgustos y distraerlo de su intenso trabajo como revestidor de cables de electricidad, el cual no por ello deja de producirle la enfermedad que lo aqueja ya viejo en su época de retiro.
En mi opinión, tanto Tornatore como Jones llaman la atención en sus respectivas versiones sobre las difíciles relaciones entre el padre y los hijos, una vez que éstos crecen y toman su propio rumbo en las vidas, especialmente a raiz de la desparición de la madre, quien generalmente ocupa el papel de puente en dichas relaciones. Rumbo que en la película de Jones aparece bien distinto al que alguna vez soñó o deseó Frank tomaran sus hijos en la vida. Una moraleja puede ser, que no obstante el empeño que pongamos como padres para lograr que nuestros hijos adquieran un determinado rumbo en la vida y procurar que sean felices, al final será poco lo que podamos lograr pues se trata de asuntos que no dependen de nosotros sino enteramente de ellos. Antes que imponerles una dirección que tomar, en nuestra labor como padres resulta preferible brindar opciones y oportunidades a nuestros hijos, ya que en definitiva serán ellos los que con sus decisiones como adultos marcarán el camino que les corresponderá transitar en sus propias vidas, aún a despecho de nuestros sueños o deseos.
Lo anterior es sin dejar de hacer una breve reflexión inspirada por la figura de la madre muerta en varias escenas de la película, cuyo recuerdo acompaña a Frank en todo momento durante su recorrido para visitar a sus hijos. Con alguna frecuencia, muchas parejas se volcan hacia los hijos y restan tiempo a sus relaciones, basadas en el pretendido propósito de obtener satisfacciones personales con los triunfos de aquéllos en la vida. Este es, ciertamente, un incentivo legítimo para los padres, pero debe tenerse cuidado en guardar un delicado equilibrio para que tal empresa en favor de los hijos no lleve a sacrificar o subestimar necesariamente las relaciones de la propia pareja. Al final, como puede haber sido el caso de Frank y su esposa, bien por el trabajo intensivo del primero o porque ambos se afanaron en dedicarse a labrar el triunfo y la felicidad de los hijos, es posible que en el camino hayan perdido muchas oportunidades para disfrutar de momentos para alimentar su propia felicidad como pareja. Con la muerte de una de ellas, la parte superviviente se dará cuenta de esta realidad, pero entonces será demasiado tarde...
No recuerdo muy bien como finaliza la película de Tornatore, pero me parece que Jones resuelve muy bien en el mejor estilo de Hollywood la conclusión de la versión que comentamos. Esta no se las cuento para no estropearles su interés en ver la película, la cual pueden encontrar en Netflix con títulos en español. Saludos, Jotabe.
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