En: http://www.lapatilla.com/site/2011/07/01/mario-beroes-rios-y-sseguimos-sin-presidente/
Mario Beroes Ríos
Ya se develó el misterio. Y así sería el problema que lo hizo en cadena nacional, (por cierto corta y bastante concisa, como deben ser este tipo de eventos). Ya estamos claros que no está bien, que le extirparon un tumor cancerígeno, entre otras cosas y que no va a estar presente en los actos del Bicentenario de nuestra independencia; cuestión que lo tiene sumamente triste ya que él se cree el Bolívar del Siglo XXI, o por lo menos su reencarnación).
El problema sin embargo continúa latente. Tenemos un Presidente que no ejerce sus funciones donde debe ser, en su país. Chávez, sólo le cree a Fidel y a la camarilla de guardaespaladas del G-2 cubano, quienes le han alimentado la paranoia de que en Venezuela corre peligro su vida en las actuales condiciones. Que en el país ni existen los galenos (a pesar de que un venezolano uno de los que estuvo en el grupo de médicos que lo operaron). y que además, “no están dadas las condiciones para que realmente se restablezca, ya que nuestra Nación atraviesa una serie de conflictos y problemas que le impedirían recuperarse con tranquilidad y prontitud.
Eso la saben los hermanos Castro. Saben que si el Jefe del Estado regresa, tiene que enfrentar un conjunto de problemas sociales y políticos, que agravarían su salud rápidamente. Y Cuba no puede perder su “mecenas” mayor; la persona que ha firmado cuanto convenio, tratado o acuerdo está beneficiando con creces al país antillano, por supuesto, en desmérito de Venezuela. Es petróleo, es energía, es comida. Son dólares, expansión política y presencia internacional que Cuba obtiene de Venezuela. Ni siquiera en los años 60, en pleno “boom” de la revolución cubana, los hermanos Castro y sus adláteres soñaron tener un socio, un amigo, un apoyo tan directo, franco y provechoso como el que han obtenido gracias a Hugo Chávez Frías.
Mientras, nuestro Dignatario, quien cree como un niño inocente las bondades y el “desprendimiento solidario” del gobierno antillano, y se cree a salvo de cualquier intento de magnicidio mientras esté en La Habana, sabe que las cosas en su país se le complican, y que su equipo de gobierno no está dando la talla: El problema de las cárceles no se soluciona; tampoco el del suministro eléctrico. La inseguridad, el desempleo y la inflación continúan ganando terreno. El país cada vez se paraliza más. La última misión, la de la vivienda no termina de arrancar y los pocos logros en materia social (Pdval, Barrio Adentro, Misión Robinson), cada vez se debilitan gracias a la inoperancia de los funcionarios a cargo y los hechos de corrupción.
A esto se une la pelea interna en el ¿partido? que él fundó. En el Psuv la guerra es a muerte. Civiles y militares se creen con derecho a ser los sucesores del “legado chavista” y la pelea incluye a su núcleo familiar, cuestión que nunca llegó a sopesar. Todavía Chávez, quien en eso calca al detalle a su predecesor, Carlos Andrés Pérez, cree en su liderazgo y en su ascendencia entre sus seguidores, y que dicho liderazgo basta y sobra para restituir el orden interno en el Psuv. Igual que Pérez en los últimos años de su segundo mandato.
Chávez no está bien. El miedo se le ve en los ojos. La televisión no miente y por más que lo hayan preparado el semblante triste, los cachetes flácidos y el tono de voz que trataba de ser convincente, como en aquellos días del 4-F, el país se dio cuenta de que ya no es el mismo. El golpe ha sido duro y demoledor, y se encargó el destino de dárselo. Ese destino que él tanto nombra, que tanto, al igual que Bolívar, ansía dominar a su antojo, le demuestra que no puede hacerlo, y se lo ha recordado de la manera más directa, golpeándolo donde más le duele a cualquier ser humanos, en la salud.
El panorama político del país cambió. En el chavismo hay miedo ya que han entendido que Chávez Frías ni es invencible ni es eterno. Espero que todos los miembros de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), piensen y actúen con seriedad y con “la cabeza fría”. El destino ha decidido intervenir de nuevo en la historia de nuestra Nación y eso es algo que los venezolanos tenemos que tomar en cuenta si queremos cambiar realmente a Venezuela; si queremos transformarla en el buen sentido de la palabra. Sólo nosotros podemos hacerlo
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