ALFREDO YÁNEZ MONDRAGÓN | EL UNIVERSAL
sábado 20 de agosto de 2011 10:27 PM
La dinámica, la experiencia, la decisión. En Venezuela comenzamos a llamar las cosas por su nombre real, y cuando desde una acera maltrecha se acusa al país de ser objeto de una conspiración, el balbuceante no se equivoca, antes bien, advierte con claridad lo que ocurre desde las entrañas de una sociedad díscola, pero con conciencia democrática y aspiración al desarrollo.
Lo clandestino, el rumiar angustioso de los días de miedo, pasó a ser público. Más de mil manifestaciones por seguridad, empleo, vivienda y salud demuestran en lo que va de año que la conspiración está en marcha, y no precisamente puertas adentro, sino en la calle, en el avatar diario, en el transporte público sea subterráneo, o el que transita entre huecos y atracos.
Se conspira desde los supermercados, o desde los mercados municipales, o desde los centros de abastecimiento gubernamentales; porque no se encuentra lo que se busca, porque las medidas de soberanía son falsas; sujetas siempre a la disponibilidad de la aduana. Se conspira desde el bolsillo común, que se deshilacha con una inflación atroz; aderezada con multas por el consumo eléctrico, en medio de constantes e imprevistos apagones.
Se conspira desde una vocería cada vez más comprometida con la democracia, con la convocatoria a elecciones de base, con la unidad de intereses superiores, por encima de los particulares. Se conspira porque Rosales no se prestó a la división; porque ninguno de los candidateables se montó en el ring de la lucha fratricida.
Se conspira porque aquí ninguno se chupa el dedo y va a seguirles el juego a unos uniformados que en su afán genuflexo violan abiertamente la Constitución por su manifestación de parcialidad política. Se conspira en flagrancia, porque en el país se ejecuta una decisión tomada: El camino es el electoral; y ninguna provocación nos sacará de allí.
Se conspira porque se solicita al mundo fijar sus ojos en este escenario, víctima de los caprichos improvisados de un capataz que se cree dueño. Y nótese; "fijar sus ojos", que no es lo mismo que comandar fuerzas, ni manejar cuentas, ni administrar registros y notarías, ni regentar el proceso de cedulación, ni suministrar armamento obsoleto.
Por eso es que la conspiración está en marcha; una conspiración que gana seguidores, que es en sumo grado pacífica y decidida; una conspiración perfectible, desde la perspectiva de una unidad que no se decreta sino que se construye. Es una conspiración para la vida real; no para un fantoche.
Esta conspiración tiene en las primarias del 12 de febrero de 2012 una primera campanada; y en la articulación de la ruta unitaria, la mayor de las victorias. Cosas de la dinámica política, de la experiencia acumulada por esta sociedad a lo largo de trece años y de la decisión nacional que se gesta.
Lo clandestino, el rumiar angustioso de los días de miedo, pasó a ser público. Más de mil manifestaciones por seguridad, empleo, vivienda y salud demuestran en lo que va de año que la conspiración está en marcha, y no precisamente puertas adentro, sino en la calle, en el avatar diario, en el transporte público sea subterráneo, o el que transita entre huecos y atracos.
Se conspira desde los supermercados, o desde los mercados municipales, o desde los centros de abastecimiento gubernamentales; porque no se encuentra lo que se busca, porque las medidas de soberanía son falsas; sujetas siempre a la disponibilidad de la aduana. Se conspira desde el bolsillo común, que se deshilacha con una inflación atroz; aderezada con multas por el consumo eléctrico, en medio de constantes e imprevistos apagones.
Se conspira desde una vocería cada vez más comprometida con la democracia, con la convocatoria a elecciones de base, con la unidad de intereses superiores, por encima de los particulares. Se conspira porque Rosales no se prestó a la división; porque ninguno de los candidateables se montó en el ring de la lucha fratricida.
Se conspira porque aquí ninguno se chupa el dedo y va a seguirles el juego a unos uniformados que en su afán genuflexo violan abiertamente la Constitución por su manifestación de parcialidad política. Se conspira en flagrancia, porque en el país se ejecuta una decisión tomada: El camino es el electoral; y ninguna provocación nos sacará de allí.
Se conspira porque se solicita al mundo fijar sus ojos en este escenario, víctima de los caprichos improvisados de un capataz que se cree dueño. Y nótese; "fijar sus ojos", que no es lo mismo que comandar fuerzas, ni manejar cuentas, ni administrar registros y notarías, ni regentar el proceso de cedulación, ni suministrar armamento obsoleto.
Por eso es que la conspiración está en marcha; una conspiración que gana seguidores, que es en sumo grado pacífica y decidida; una conspiración perfectible, desde la perspectiva de una unidad que no se decreta sino que se construye. Es una conspiración para la vida real; no para un fantoche.
Esta conspiración tiene en las primarias del 12 de febrero de 2012 una primera campanada; y en la articulación de la ruta unitaria, la mayor de las victorias. Cosas de la dinámica política, de la experiencia acumulada por esta sociedad a lo largo de trece años y de la decisión nacional que se gesta.
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