JORGE LINARES ANGULO | EL UNIVERSAL
martes 23 de agosto de 2011 11:34 AM
Cuando oímos al Presidente de la República decir que en Venezuela el capitalismo debe desaparecer, uno no sabe si lo dice por causa de intención madurada o ignorancia supina. Porque la realidad histórica está a la vista de quien quiera reconocerla: el capitalismo ha retornado a aquellos países donde se impuso el socialismo ortodoxo, inspirado en el marxismo. En la Unión Soviética, Alemania Oriental, Europa del Este (Polonia, Hungría, Rumania, Checoeslovaquia, etc.) en China, el socialismo se desplomó y hoy se ha instalado el capitalismo. La razón es simple: los pueblos de esos países tuvieron que librarse de un sistema que los condenaba a la miseria, al atraso y, para colmo, al silencio y a la sumisión. En Cuba la dirigencia comienza a abrir las puertas al capitalismo por igual razón a lo largo de 52 años. Por lo que se deduce de su voluntad en destruir el capitalismo e imponer el socialismo tanto Chávez como sus cercanos colaboradores han sido incapaces de entender esta evidencia histórica.
El capitalismo es el sistema económico no solo predominante en el mundo sino que, sometido a variadas crisis, ha sorteado las mismas interpretando y ajustándose a las circunstancias que las han causado. Ello porque el capitalismo es un sistema económico inherente a la condición humana y, por tanto, con una gran aptitud para renovarse. Gordon Childe ha demostrado en Los orígenes de la civilización cómo los primeros seres humanos, al juntarse para afrontar las necesidades de la especie, lo primero que fundan es un centro de convergencia para el intercambio de bienes a través del trueque, el cual es el mercado en su forma embrionaria. El capitalismo, por consiguiente, es el sistema de organización social que permite la producción de bienes y servicios, indispensables no solo para la manutención sino para el bienestar como núcleo de la convivencia pacífica en el planeta. Esta producción de bienes y servicios es posible a través del desarrollo de las capacidades y la inventiva del ser humano, germinadas y actuantes sólo en un ambiente de libertad. El socialismo ortodoxo-comunista, en cambio, no sirve para producir bienes y servicios porque, a nombre de una justicia social erróneamente concebida, aborta tales capacidades y entrega a un Estado dictatorial toda la actividad económica. Un Estado como este pone a su servicio un ejército de obreros sujetos a un salario obligado, sin alicientes, desprovistos de debate y sin un futuro que ellos mismos pudieran labrar. El resultado es una productividad ínfima de la cual derivan miseria, atraso técnico-científico, opresión y miedo.
En 1929 el capitalismo cayó en una de sus crisis más profundas. Hubo depresión, desempleo y hambre, pero de su naturaleza flexible, mediante inteligencias creativas, surgió el "New Deal" que, renovándolo, lo mejoró. Las crisis del socialismo comunista son definitivas y sólo se superan retomando el capitalismo. Hoy el capitalismo vuelve a estar en crisis en una etapa que le es crucial, pues es la etapa moral o espiritual que -superando la social del siglo XX y la economicista del XIX- le dará una proyección y estabilidad trascendentes. Será -ya se anticipa en Brasil y Chile- un capitalismo imbuido de calidad humana. El Estado lo acompañará con leyes y ampliando y fortaleciendo el talento de todos para crear una sociedad de clases medias, ajena a los traumas del subdesarrollo.
El capitalismo es el sistema económico no solo predominante en el mundo sino que, sometido a variadas crisis, ha sorteado las mismas interpretando y ajustándose a las circunstancias que las han causado. Ello porque el capitalismo es un sistema económico inherente a la condición humana y, por tanto, con una gran aptitud para renovarse. Gordon Childe ha demostrado en Los orígenes de la civilización cómo los primeros seres humanos, al juntarse para afrontar las necesidades de la especie, lo primero que fundan es un centro de convergencia para el intercambio de bienes a través del trueque, el cual es el mercado en su forma embrionaria. El capitalismo, por consiguiente, es el sistema de organización social que permite la producción de bienes y servicios, indispensables no solo para la manutención sino para el bienestar como núcleo de la convivencia pacífica en el planeta. Esta producción de bienes y servicios es posible a través del desarrollo de las capacidades y la inventiva del ser humano, germinadas y actuantes sólo en un ambiente de libertad. El socialismo ortodoxo-comunista, en cambio, no sirve para producir bienes y servicios porque, a nombre de una justicia social erróneamente concebida, aborta tales capacidades y entrega a un Estado dictatorial toda la actividad económica. Un Estado como este pone a su servicio un ejército de obreros sujetos a un salario obligado, sin alicientes, desprovistos de debate y sin un futuro que ellos mismos pudieran labrar. El resultado es una productividad ínfima de la cual derivan miseria, atraso técnico-científico, opresión y miedo.
En 1929 el capitalismo cayó en una de sus crisis más profundas. Hubo depresión, desempleo y hambre, pero de su naturaleza flexible, mediante inteligencias creativas, surgió el "New Deal" que, renovándolo, lo mejoró. Las crisis del socialismo comunista son definitivas y sólo se superan retomando el capitalismo. Hoy el capitalismo vuelve a estar en crisis en una etapa que le es crucial, pues es la etapa moral o espiritual que -superando la social del siglo XX y la economicista del XIX- le dará una proyección y estabilidad trascendentes. Será -ya se anticipa en Brasil y Chile- un capitalismo imbuido de calidad humana. El Estado lo acompañará con leyes y ampliando y fortaleciendo el talento de todos para crear una sociedad de clases medias, ajena a los traumas del subdesarrollo.
No comments:
Post a Comment