La incitación al odio pretende tapar el fracaso de esta revolución siniestra
MIGUEL SANMARTÍN | EL UNIVERSAL
sábado 20 de agosto de 2011 12:00 AM
Cuándo dejará de incordiar este régimen forajido y nefasto? No hace más que fomentar discordias, sembrar odio, proferir agravios y causar daño. Con sus repudiables prácticas y todo el arsenal posible logró dividir a una sociedad que, con sus cualidades, contradicciones y diferencias, como las tienen todas, convivía con tolerancia y en armónica.
Primero sembró el odio de clases: pobres contra ricos. Simultáneamente instigó el revanchismo político: revolucionarios-socialistas contra el puntofijismo (como peyorativamente tildan los 40 años de democracia). La fobia racial: los pelo-ensortijado contra los pelo-liso. Puso a pelear a los campesinos con los productores, a los obreros con los empresarios y a los feligreses con la jerarquía eclesiástica. Tras fracturar la sociedad en dos toletes que se fueron radicalizando, convocó a todos, tirios y troyanos, para declarar la "guerra a muerte" al imperio, al capitalismo, al neoliberalismo y otras formas de injerencia.
Han pasado 13 años desde que se instaló este régimen gandul, patrañero e ineficiente. Después de concentrar todo el poder político posible, dilapidar más de un millón de millones de dólares y montar un estado paralelo, sus otros "logros" comprobados han sido expandir la anarquía, la destrucción del aparato productivo público y privado, la demolición de la infraestructura, la escasez, la inflación, la criminalidad y la corrupción.
La inoculación del odio y la hostilidad entre venezolanos tienen un propósito: tapar el fracaso de esta "revolución" siniestra y de todos sus "proyectos" neocomunistas. El país se desmorona. Reina el caos. En el primer semestre de 2011 se produjeron 8 mil homicidios. Calculan que serán 18 ó 19 mil a final de año. Los jóvenes se van del país aterrados por la inseguridad y porque no tienen oportunidades de desarrollo. Las empresas y tierras despojadas a sus legítimos dueños no producen lo que prometieron cuando las tomaron. El ofrecimiento de sembrar al país de una infraestructura espectacular, fábricas por montones y proyectos productivos colectivos para asegurar la soberanía alimentaria no fueron más que patrañas. Promesas que se llevó el viento.
Lejos de componer lo que descompuso, incita más rencillas: entre inquilinos y propietarios de viviendas, entre pacientes, médicos y clínicas, entre deportistas, dirigentes y ligas profesionales, entre usuarios y transportistas, entre consumidores y comerciantes así como entre representantes y propietarios de colegios privados. Pero el reconcomio no para aquí. Ahora se quiere engrinchar a la Fuerza Armada contra la población civil. El objetivo es ruin. Asustar a la gente ¡Está claro en que bando están los sediciosos! Esta sociedad maduró.
Primero sembró el odio de clases: pobres contra ricos. Simultáneamente instigó el revanchismo político: revolucionarios-socialistas contra el puntofijismo (como peyorativamente tildan los 40 años de democracia). La fobia racial: los pelo-ensortijado contra los pelo-liso. Puso a pelear a los campesinos con los productores, a los obreros con los empresarios y a los feligreses con la jerarquía eclesiástica. Tras fracturar la sociedad en dos toletes que se fueron radicalizando, convocó a todos, tirios y troyanos, para declarar la "guerra a muerte" al imperio, al capitalismo, al neoliberalismo y otras formas de injerencia.
Han pasado 13 años desde que se instaló este régimen gandul, patrañero e ineficiente. Después de concentrar todo el poder político posible, dilapidar más de un millón de millones de dólares y montar un estado paralelo, sus otros "logros" comprobados han sido expandir la anarquía, la destrucción del aparato productivo público y privado, la demolición de la infraestructura, la escasez, la inflación, la criminalidad y la corrupción.
La inoculación del odio y la hostilidad entre venezolanos tienen un propósito: tapar el fracaso de esta "revolución" siniestra y de todos sus "proyectos" neocomunistas. El país se desmorona. Reina el caos. En el primer semestre de 2011 se produjeron 8 mil homicidios. Calculan que serán 18 ó 19 mil a final de año. Los jóvenes se van del país aterrados por la inseguridad y porque no tienen oportunidades de desarrollo. Las empresas y tierras despojadas a sus legítimos dueños no producen lo que prometieron cuando las tomaron. El ofrecimiento de sembrar al país de una infraestructura espectacular, fábricas por montones y proyectos productivos colectivos para asegurar la soberanía alimentaria no fueron más que patrañas. Promesas que se llevó el viento.
Lejos de componer lo que descompuso, incita más rencillas: entre inquilinos y propietarios de viviendas, entre pacientes, médicos y clínicas, entre deportistas, dirigentes y ligas profesionales, entre usuarios y transportistas, entre consumidores y comerciantes así como entre representantes y propietarios de colegios privados. Pero el reconcomio no para aquí. Ahora se quiere engrinchar a la Fuerza Armada contra la población civil. El objetivo es ruin. Asustar a la gente ¡Está claro en que bando están los sediciosos! Esta sociedad maduró.
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