En pocas palabras. Javier J. Jaspe Washington D.C.
Las elecciones celebradas el pasado 7 de octubre en Venezuela, que según las cifras dadas a conocer por el Consejo Nacional Electoral (CNE), dieron como ganador al teniente-coronel Hugo Chávez, frente al candidato de la oposición democratica, Henrique Capriles Radonski, no han dejado de producir ciertas reacciones y efectos que merecen comentarios. Cómo podrá recordarse, según encuestas realizadas en los días inmediatamente anteriores a las elecciones por empresas reputadas en este campo, Capriles se perfilaba como claro vencedor en la contienda. Es más, este ambiente de triunfo del candidato de la oposición se respiró con mucha intensidad en Washington D.C., donde la oposición ganó con un 95% de los votos, hasta bien entrada la noche del 7 de octubre, debido a que las llamadas encuestas “a boca de urna” realizadas en Venezuela también arrojaban como triunfador a Capriles. Sinembargo, el primer boletín oficial del CNE, dando como triunfador a Chávez, significó un vuelco radical en la indicada tendencia inicial favorable a Capriles.
Pese a que el propio candidato Capriles y los partidos politicos aglutinados en el Movimiento de Unidad Democrática (MUD) que lo apoyaron, reconocieron el triunfo que condujo a la reelección de Chávez por un período adicional de seis años, lo cierto es que el mismo no ha estado exento de señalamientos de posible fraude. Es más, es preciso tener en cuenta que incluso durante la campaña electoral, tampoco faltaron quienes alertaron sobre la posibilidad de un fraude por parte del candidato del gobierno en las elecciones del 7 de octubre (véase, por ejemplo, artículo de Carlos Alberto Montaner en: http://www.penultimosdias.com/2012/08/25/chavez-y-la-trampa-que-se-avecina/#.UHL18dpzPx4.email).
Más recientemente, se han formulado comentarios que llaman la atención sobre la coincidencia de los resultados que ofrecía la empresa encuestadora relacionada con el gobierno, con las cifras que se entregaron después de la elecciones desde el CNE, como lo ha apuntado el periodista Nelson Bocaranda Sardi, en los terminos siguientes:
“Me queda el beneficio de la duda en torno a los resultados que planteó en sus “encuestas” la empresa Gis XXI, relacionada con el gobierno por ser su encuestadora favorita, dirigida por el teniente Jesse Chacón, ex ministro de varias carteras ministeriales. Sin ser el mejor técnico de esta especialidad me llama la atención que los resultados suyos hayan sido tan “precisos”. Sospecho que el militar confecciona un traje a la medida del régimen para que las cifras que se entregan desde el CNE coincidan con las suyas. Algo huele mal y no es en Dinamarca. Esta vez lo noté pues el clima que se sentía en la calle no era el mismo que arrojó la victoria del domingo. Ni siquiera los chavistas celebraron. Estaban sorprendidos. Las caras, carreras y movimientos en el llamado “balcón del pueblo” afianzaron mis dudas. ¿Lo sabremos algún día?”(http://www.eluniversal.com/opinion/121009/runrunes)
No se trata de hacernos eco de estos señalamientos, pues seguramente tanto el candidato Capriles como la MUD disponen de informaciones confiables para haber descartado hasta ahora un fraude de Chávez en las elecciones del 7 de octubre. Adicionalmente, han indicado que revisarán acta por acta con el fin de detectar cualquier irregularidad cometida por los chavistas, lo cual se ve abonado por el hecho de que Chávez no se posesionará en su nuevo período presidencial sino hasta el próximo 30 de enero de 2013. Así es que también habría tiempo para explorar la consistencia técnica de una idea que ha circulado recientemente, según la cual, el meollo del fraude cometido el pasado 7 de octubre no estaría en las actas, sino en las máquinas mismas, las cuales habrían sido programadas para arrojar los resultados favorables a Chávez, en la forma que lo hicieron, como parece sugerirse en el párrafo del periodista Bocaranda Sardi arriba transcrito.
Es posible que el aludido triunfo de Chávez ya a estas alturas sea irreversible, pero si se detecta que las máquinas pueden ser intervenidas por el gobierno a los efectos antes indicados, habría que corregir este defecto que las hace inservibles para futuras elecciones, o simplemente descartarlas y retomar el sistema de las elecciones manuales. Lo que sería francamente suicida sería que Capriles y la MUD se hagan los indiferentes en la atención de este problema, pues los electores les cobrarían bien caro esta conducta omisiva en los próximos procesos electorales.
Por ahora, sin perjuicio de la investigación técnica antes indicada, no parece quedar otra alternativa que aceptar con un pañuelo en la nariz, el resultado ofrecido por el Consejo Nacional Electoral que da el triunfo a Chávez en las elecciones del 7 de octubre en Venezuela. Con vista a este resultado, el candidato de la oposición democratica, Henrique Capriles Radonski, parece perfilarse en el bate para suceder a Chávez, luego que éste deje el poder al final de su nuevo período en el 2019, e incluso antes, si su mandato es constitucionalmente revocado, o perece por el resurgimiento del cancer que el mismo Chávez dijo había vencido en meses recientes. Aunque no llegó a derrotar a Chávez (quien habría obtenido votos alrededor del 54% del electorado), la elevada votación obtenida por Capriles (alrededor del 45% del electorado), le otorga a este último un significativo capital electoral, que potenciado en los tiempos por venir, puede asegurarle una victoria cómoda frente al mismo Chávez o a otro candidato del chavismo, en las próximas elecciones venezolanas para presidente de la república.
Efectivamente, el hecho de que la votación obtenida por Chávez el 7 de octubre apenas haya superado en unos 750 mil votos a la alcanzada en las pasadas elecciones presidenciales de 2006, mientras que la de la oposición liderizada por Capriles se incrementó en más de dos millones, indica que el tiempo de liderazgo del aludido teniente-coronel se encuentra bastante agotado, sin que en su propio partido se vislumbre figura alguna capaz de sustituirlo en el afecto de las masas chavistas. Por tanto, Capriles tiene ante sí un sinfín de oportunidades para seguir liderizando la oposición democrática, comenzando por las elecciones para gobernadores el próximo 16 de diciembre y las que se celebrarán para elegir los alcaldes y otras autoridades locales el 14 de abril de 2013.
Sinembargo, el papel de Capriles en estos procesos electorales debería trascender su desempeño como posible candidato a ser reelecto como gobernador del Estado Miranda, como se ha sugerido en algunos medios venezolanos con posterioridad a las elecciones del 7 de octubre.
A nuestro juicio, a Capriles le correspondería más bien seguir desempeñando su carácter de aglutinador en provecho de la unidad de la oposición democratica, a fin de que ésta pueda actuar en bloque y contundentemente para combatir las políticas erradas del chavismo y lograr reinvindicaciones en favor de los venezolanos, incluida la libertad inmediata de los presos politicos, en lo que resta del presente período de Chávez y el que se inaugurará a partir del próximo 30 de enero de 2013. En la realización de esta labor, Capriles tendría la oportunidad de guiarse, con los ajustes que el paso del tiempo y el cambio de circunstancias aconseje, por el programa de unidad democrática presentado al electorado durante su intensa y reciente campaña a lo largo y ancho de Venezuela. La efectividad demostrada en estas acciones de alta trascencendencia política contribuiría decididamente a cimentar su liderazgo nacional, y le daría mayor fortaleza a su eventual participación como candidato de la oposición democratica en unas próximas elecciones presidenciales.
A nuestro juicio, a Capriles le correspondería más bien seguir desempeñando su carácter de aglutinador en provecho de la unidad de la oposición democratica, a fin de que ésta pueda actuar en bloque y contundentemente para combatir las políticas erradas del chavismo y lograr reinvindicaciones en favor de los venezolanos, incluida la libertad inmediata de los presos politicos, en lo que resta del presente período de Chávez y el que se inaugurará a partir del próximo 30 de enero de 2013. En la realización de esta labor, Capriles tendría la oportunidad de guiarse, con los ajustes que el paso del tiempo y el cambio de circunstancias aconseje, por el programa de unidad democrática presentado al electorado durante su intensa y reciente campaña a lo largo y ancho de Venezuela. La efectividad demostrada en estas acciones de alta trascencendencia política contribuiría decididamente a cimentar su liderazgo nacional, y le daría mayor fortaleza a su eventual participación como candidato de la oposición democratica en unas próximas elecciones presidenciales.
En pocas palabras, sin que se descuide el esfuerzo investigativo que permita detectar el posible fraude cometido por Chávez en las elecciones del 7 de octubre, la importante votación obtenida por Henrique Capriles Radonski en dichas elecciones, ante el notable agotamiento del liderazgo de Hugo Chávez Frías y la falta de un dirigente capaz de reemplazarlo en las filas chavistas, decididamente potencia la capacidad del primero para obtener el triunfo en las próximas elecciones para presidente de Venezuela. En el entretanto, contribuiría mayormente a esta última empresa, que Capriles continuara liderizando la unidad de la oposición democratica, guiado por el programa que ésta aprobó y le sirvió de base como candidato en las elecciones del 7 de octubre, antes que simplemente postularse para la reelección como gobernador del Estado Miranda en ls próximas elecciones de diciembre de este año. Veremos…
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