Charito Rojas
30 Enero, 2013
“Manejar el silencio es más difícil que manejar la palabra”. Georges Clemenceau (1841-1929) Político y periodista francés.Por más que me exprimo el cerebro buscando explicaciones de tan castigador silencio, no puedo entender por qué mi comandante no nos ha dirigido una palabrita, un mensajito, algún gesto de amor o cuando menos, de vida, que calme la ansiedad de tantos aquí en Venezuela.
Por más que esperemos con paciencia, lo que recibimos son puros mensajes y testimonios de los recaderos. “El comandante envía todo su cariño”, “El comandante hace llegar su palabra de agradecimiento a las Fuerzas Armadas”, “El comandante nombró a Jaua Canciller”, “El comandante nos dio instrucciones precisas para la CELAC”, “El comandante dice que nos refuercen la seguridad porque nos van a vicemagnificar”, “El comandante me apretó la mano”, “El comandante dijo que estaba librando una batalla pero que estaba aferrado”. Y nosotros tragándonos todos esos cuentos, sin prueba en contrario.
Hasta firma puntos de cuenta, documentos, cartas, se reúne con los ministros. Y muestran los documentos con la “rabo e’ cochino” en tinta roja, sin que nadie pueda probar, por ejemplo, que esa sea una firma escaneada.
Lo más atrinca del asunto, es que nos enteramos de la salud del Presidente de la República, que está en otro país dicen que recuperándose de una operación desde hace 52 días, por boca de extranjeros como Evo Morales quien afirmó que ya estaba en fisioterapia o como Cristina Kirchner que sí tiene derecho a visitarlo.
He estado cerca por razones familiares de suficientes enfermos como para saber que una operación por grave que sea tiene un tiempo de recuperación que este enfermo ya ha rebasado con creces. Y cuando digo recuperación es que pueda levantarse de la cama, sentarse en una silla, hablar, comer.
En 52 días este enfermo no ha podido decir una palabra por teléfono, ni escribir un tweet, ni ser visto por alguien que genere credibilidad en su testimonio. ¿Por qué? Hagamos el ejercicio que revienta las pelotas de la revolución: especulemos, porque nadie nos dice la verdad. A ver:
1) No habla porque a) no puede b) porque le averiaron la lengua o las cuerdas vocales en la operación c) porque está entubado d) porque está inconsciente e) porque está tan débil que su voz no se escucha f) porque sencillamente, no está g) cualquier otra.
2) No se deja ver porque a) en terapia intensiva las visitas están prohibidas b) porque no quiere dejarse ver en ese estado c) porque quienes le rodean no quieren que lo vean en ese estado d) porque no puede levantarse e) porque sencillamente, no está f) cualquier otra.
¿Cómo tragarnos entonces que un hombre mudo e invisible, cuyos sopotocientos partes de salud tiene autores políticos y no de sus médicos tratantes, pueda dictar una carta como la que leyó Maduro en la reunión de la CELAC en Santiago de Chile?
El Presidente está totalmente ausente y al país se le ha ocultado información indispensable para decir el futuro político y activar mecanismos constitucionales que permitirían resolver con tranquilidad su ausencia. Este ocultamiento de la verdad está ocurriendo con la protección del TSJ, de la Fuerza Armada, del alto gobierno, de la Asamblea Nacional, de la Procuradora (instalada desde el primer día en Cuba y una de las que sabe todo desde la A hasta la Z), de la Fiscal y de los que son cómplices de este engaño. Todos ellos son responsables de la violación de la Constitución, todos ellos deberán asumir su responsabilidad en la usurpación de los poderes, y deberán pagar el daño que se está haciendo a la institucionalidad.
Algún día confesarán los que hicieron y pagaran por la arbitrariedad. El primero que reclamará será el usurpado (si es que alguna vez puede hacerlo), por torcer sus instrucciones, que fueron precisas en cuanto a la sucesión concurriendo a elecciones.
Desde el año 1994, cuando por primera vez lo vi y entreviste recién salido de Yare, he seguido como periodista político las palabras y las acciones de este hombre. Con todo lo explosivo que pueda ser, él sigue las rutas que traza sin apartarse ni un milímetro de lo que cree. Puede hacer ofrecimientos populistas que no cumpla, pero siempre dice lo que va a hacer políticamente y lo hace, así sea muchos años después, por eso no hay que desdeñar sus palabras. Cuando lo escuche el 8 de diciembre dar instrucciones para su sucesión, supe que estaba tan enfermo que él mismo reconocía que no regresaría. Y quería dejar todo en orden. Vino en ese viaje de menos de 24 horas para dar instrucciones, para que no muriera con él la revolución. Le dijo a Maduro que se iba a quedar encargado pero que si él no podía continuar iba a ir a elecciones como candidato.
Para el país no entregado al amor ciego por el líder es muy claro lo que está sucediendo: el Presidente no ha muerto, pero está en una condición tan crítica que los recaderos han decidido hablar y actuar en su nombre y estirar esto hasta que más no puedan. Ese punto de quiebre puede estar dado por dos sucesos: la desaparición física del Presidente o la imposibilidad de mantener en el tiempo el gobierno mediante los recados de un gobernante invisible, incapacitado hasta para mostrar la nariz en público o pronunciar una palabra. El escándalo con la foto publicada en El País, que no es más que un petardo periodístico que nada tiene que ver con absurdas conspiraciones imperiales, mostró el pánico que sienten ante un escenario final cada día más cercano.
A quienes ya deben estar insultándome y tildándome de necrófila, les digo que no le deseo la muerte. Sólo exijo como venezolana la verdad: un fantasma no puede gobernarnos, un presidente no puede estar oculto en otro país, en manos de extranjeros que además son sospechosos de estar dando las órdenes a los recaderos.
Venezuela está en manos foráneas, con abierta injerencia de otros países opinando sobre los asuntos nacionales, insultando a los opositores de su amado financista. Y los recaderos creen que insultando siguen el ejemplo del líder. Ni para eso sirven, hasta para insultar se requiere cierta gracia.
La bajadita en la que están esperando los venezolanos que quieren la verdad sobre el comandante se hace estrecha, porque incluso los rojitos necesitan saber dónde están parados. Yo también estaría asustada si me impusieran cambiar mi mamá por una burra.
Aqui entre nos
• Me escribe el profesor e historiador carabobeño Napoleón Franceschi, con interesantes observaciones sobre mi anterior artículo, acerca del 23 de enero, que comparto con ustedes: “Leí con gran interés el excelente artículo sobre el 23 de enero. Mucho me gustó en general. No obstante quiero hacerte llegar una observación. No es cierto que el morir el Presidente de la Junta Militar de Gobierno en noviembre de 1950 (el Teniente-coronel Carlos Delgado-Chalbaud) ascendido postmortem a coronel; Marcos Pérez Jiménez pasara a presidir la Junta. Esta cambió su denominación a Junta de Gobierno pues la encabezó entonces el civil Germán Suárez Flamerich (abogado, diplomático, de la generación del 28 ). Este títere de los militares L.F. Llovera Páez y M. Pérez Jiménez se encargó de llevar el gobierno formal hasta las elecciones para la asamblea nacional constituyente (30-11-1952). En dichas elecciones participaban los oficialistas (FEI) y por la oposición permitida URD y COPEI. El gobierno cometió un escandaloso fraude y expulsó del país a la dirigencia de URD. El 2 de diciembre MPJ da otro golpe frío y con anuencia del alto mando se proclama presidente provisional hasta que la espuria asamblea constituyente reunida en 1953 promulga una nueva constitución y mediante el conocido mecanismo de las “DISPOSICIONES TRANSITORIAS” no realizó las elecciones generales sino que ella misma eligió a Pérez Jiménez para el periodo 1953-1958. Asimismo, eligió los senadores y diputados al Congreso Nacional, diputados regionales, concejales y todos los altos magistrados del país. Esto es lo fundamental, aunque hay otros detallitos”. Mil gracias, profe.
Hasta el próximo miércoles.