MARUJA TARRE | EL UNIVERSAL
viernes 25 de enero de 2013 12:00 AM
Jackson Diehl, poderoso editor del Washington Post, inició su más reciente artículo de esta manera: " Imagine que Barack Obama no se presentara para su toma de posesión y no había sido visto ni oído en un mes. Imagínese que el vicepresidente Biden informe a la nación que Obama, aunque secuestrado en un hospital en el extranjero, se mantendría y sería presidente". La exacta descripción de lo que está ocurriendo en Venezuela, la comparación con el respeto a la Constitución e incluso las formalidades de la solemne ceremonia en EEUU, se ven plasmadas en el texto de Diehl, publicado en el periódico más importante de Washington, precisamente el día de la toma de posesión de Obama.
Esa edición del Post fue leída por todos los políticos de EEUU y por el cuerpo diplomático, funcionarios de la OEA, BID, Banco Mundial y todas las ONGs o Think Tanks que tienen su sede en la capital norteamericana. Se demuestra en las reflexiones de Diehl, que existe una información completa sobre el caso venezolano, sus implicaciones constitucionales y lo absolutamente inaceptable que sería en cualquier democracia en el mundo. Pero unos días antes, en la misma ciudad de Washington, la OEA fue escenario de una esce- na vergonzosa, cuando las democracias del continente (incluyendo a EEUU) decidieron ignorar la situación grotesca que Diehl describe en su artículo. Más aún, la voz honesta y valerosa del embajador Cochez fue silenciada por su propio país. Quienes asistieron a esa reunión y decidieron ignorar todo principio moral y democrático, no podrán nunca usar la excusa de que no sabían lo que ocurría en Venezuela. En la época de la información esos pretextos no son válidos. Además Diehl nos hizo el favor de escribir lo que la oposición venezolana debería estar diciendo en todos los foros del mundo.
Esa edición del Post fue leída por todos los políticos de EEUU y por el cuerpo diplomático, funcionarios de la OEA, BID, Banco Mundial y todas las ONGs o Think Tanks que tienen su sede en la capital norteamericana. Se demuestra en las reflexiones de Diehl, que existe una información completa sobre el caso venezolano, sus implicaciones constitucionales y lo absolutamente inaceptable que sería en cualquier democracia en el mundo. Pero unos días antes, en la misma ciudad de Washington, la OEA fue escenario de una esce- na vergonzosa, cuando las democracias del continente (incluyendo a EEUU) decidieron ignorar la situación grotesca que Diehl describe en su artículo. Más aún, la voz honesta y valerosa del embajador Cochez fue silenciada por su propio país. Quienes asistieron a esa reunión y decidieron ignorar todo principio moral y democrático, no podrán nunca usar la excusa de que no sabían lo que ocurría en Venezuela. En la época de la información esos pretextos no son válidos. Además Diehl nos hizo el favor de escribir lo que la oposición venezolana debería estar diciendo en todos los foros del mundo.
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