Lo de Simonovis no tiene nombre, es no sólo falta de humanidad sino una estupidez, al creer que para pretender ser gobernante hay que mostrar a cada instante el garrote. Los tiempos pasan y los turnos en el gallinero cambiarán y entonces será bueno recordar por qué en la Biblia está inserto aquel sabio consejo: "No le hagas a otro lo que no quieres que te hagan a ti"
La poca o nula capacidad de compadecerse con el sufrimiento ajeno es un mal síntoma en aquel que pretende dirigir a un pueblo.
Los distintos dirigentes del chavismo han querido hacer gala de aquel dicho español que afirmaba, en otras palabras mas crudas, que: Al amigo todo, al enemigo nada y al indiferente la ley vigente. De lo que no se percatan es que, ni en la guerra y mucho menos en la política, los enemigos son para siempre. Si no, como podría existir una relación amistosa y próspera como la que hoy hay entre Alemania y Rusia, o entre China y Estados Unidos.
Rómulo Betancourt solía comentar que la política se parece a un gallinero en el que se turnan los de arriba y los de abajo. Pero Maduro y otros dirigentes chavistas creen que ellos son eternos y por eso quieren seguir pisando y humillando a los que están abajo.
La burla a las gestiones humanitarias del diputado Zambrano para tratar de lograr un proceso de pacificación en el país a través de la liberación de los presos políticos es un ejemplo de sevicia que iguala a los dirigentes sobrevenidos e ilegítimos con las peores prácticas represivas que imperaron en la Unión Soviética, la Alemania Nazi y que siguen existiendo en la Cuba de los Castros.
Lo de Simonovis no tiene nombre, es no sólo falta de humanidad sino una estupidez, al creer que para pretender ser gobernante hay que mostrar a cada instante el garrote. Los tiempos pasan y los turnos en el gallinero cambiarán y entonces será bueno recordar por qué en la Biblia está inserto aquel sabio consejo: "No le hagas a otro lo que no quieres que te hagan a ti".
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