Fausto Masó
28 Septiembre, 2013
Con tantas cosas que pasan se olvidan las elecciones de diciembre, entre la tonelada de cocaína, la vuelta de Nicolás de China, su renuncia a hablarle al mundo desde las Naciones Unidas; el 8 de diciembre se torna borroso cuando en cada esquina oímos decir que se acerca el fin del mundo y olvidamos que al alcance de la mano está la joya de la corona. ¡La Alcaldía de Libertador! Si Maduro pierde el oeste de Caracas, no valdrá una locha partida por la mitad. Nada le ocultará al país lo que están descubriendo los propios chavistas: Maduro está usurpando el trono del dios, del comandante eterno, del hermano de Bolívar, del primo de Jesucristo; en sus manos la revolución se desinfló. ¡Perdió Libertador!, exclamarán los chavistas, mientras andan de un lado a otro buscando un panetón, porque los pocos que hubiere desaparecerán en un segundo como ocurre ahora con los rollos de papel higiénico. Miles de chavistas desalentados no habrán salido de sus casas el día de las elecciones porque culpan a Maduro de los errores que fueron del propio Chávez.
Los empresarios colombianos antes de mandar comida hacia Venezuela preguntaron quién garantizaba el pago, pronto y efectivo; pero una vez que coloquen la mercancía en la frontera por ley la transbordarán a camiones venezolanos, a los que les falta a menudo un repuesto. Algunos alimentos llegan a las cadenas de supermercados, porque falta una distribución eficiente: no saben llevarlos a las bodeguitas de los barrios; por esa razón se consigue aceite, azúcar o harina PAN en el este de Caracas y falta en el oeste.
Con el dinerillo que consiguió Maduro en China cubrirá algunos huecos, pero no reactivará una economía paralizada, porque a cualquier empresa le falta, por ejemplo, un pegamento importado para producir la etiqueta imprescindible de un producto. A cambio de esa platica y de algunos créditos los chinos se apoderarán de miles de hectáreas para mandar comidas a su país, y destinar alguna, claro, para Venezuela, y sacarán el oro de Las Cristinas, algo en lo que fracasaron los rusos y los canadienses porque no se les permitió traer trabajadores chinos ¿Qué hacer? La vieja pregunta de Lenin se responde igual: ganar la joya de la corona votando con la tarjeta de la unidad. Es posible. El PSUV ganó Libertador en abril por unos cuantos votos, votos que ha perdido el PSUV por el desabastecimiento y la inflación de estos meses. Cada día desciende la votación de un PSUV dividido en Libertador.
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