LUIS JOSÉ SEMPRUM| EL UNIVERSAL
jueves 2 de enero de 2014 12:00 AM
A finales del 2013 se produjo un quiebre entre los jerarcas de la MUD y el pueblo opositor.
Luego de que la coalición opositora reconociera los resultados de las elecciones municipales y sus alcaldes visitaran Miraflores, los jefes del PSUV y los cubanos estaban extasiados. Finalmente habían logrado que Maduro quedara legitimado, dejando atrás el fraude electoral y el delicado asunto de la doble nacionalidad. Se "pasó la página", como quería Ramos Allup.
Pero mientras el oficialismo y los cubanos celebraban a lo grande el comportamiento sumiso de la MUD, se despertó un sentimiento de desprecio e indignación a lo largo y ancho del país hacia la dirigencia opositora, que traicionó la confianza, el esfuerzo y el sacrificio de toda una nación, que ha dado hasta lo que no tiene para derrotar el castrocomunismo.
Tras este nuevo desencanto, los venezolanos claman por una nueva clase opositora que responda al clamor nacional. Una oposición que realmente ame al país y que tenga como principal objetivo rescatar a Venezuela del dominio cubano, y no andar "ocupando espacios" dentro de la dictadura.
En el 2014 se presentarán nuevas oportunidades de lucha, porque las elecciones no resolvieron ninguno de los problemas que afectan a los venezolanos. Los precios siguen aumentando. Los sueldos no alcanzan. No se consiguen los productos de primera necesidad. La delincuencia sigue desatada. La polarización política va en aumento. En resumen, el futuro se ve negro.
Una nueva dirigencia debe aprovechar estas circunstancias para lograr el cambio que tanto anhelamos, pero ello requiere abandonar las ambiciones personales y comprometerse con la causa de toda la nación.
Solo individuos apegados a sólidos principios y valores, y de moral intachable, tendrán la fuerza y la autoridad para reagrupar a los venezolanos, e inspirar la confianza y la determinación necesarias para triunfar sobre el dominio cubano.
Luego de que la coalición opositora reconociera los resultados de las elecciones municipales y sus alcaldes visitaran Miraflores, los jefes del PSUV y los cubanos estaban extasiados. Finalmente habían logrado que Maduro quedara legitimado, dejando atrás el fraude electoral y el delicado asunto de la doble nacionalidad. Se "pasó la página", como quería Ramos Allup.
Pero mientras el oficialismo y los cubanos celebraban a lo grande el comportamiento sumiso de la MUD, se despertó un sentimiento de desprecio e indignación a lo largo y ancho del país hacia la dirigencia opositora, que traicionó la confianza, el esfuerzo y el sacrificio de toda una nación, que ha dado hasta lo que no tiene para derrotar el castrocomunismo.
Tras este nuevo desencanto, los venezolanos claman por una nueva clase opositora que responda al clamor nacional. Una oposición que realmente ame al país y que tenga como principal objetivo rescatar a Venezuela del dominio cubano, y no andar "ocupando espacios" dentro de la dictadura.
En el 2014 se presentarán nuevas oportunidades de lucha, porque las elecciones no resolvieron ninguno de los problemas que afectan a los venezolanos. Los precios siguen aumentando. Los sueldos no alcanzan. No se consiguen los productos de primera necesidad. La delincuencia sigue desatada. La polarización política va en aumento. En resumen, el futuro se ve negro.
Una nueva dirigencia debe aprovechar estas circunstancias para lograr el cambio que tanto anhelamos, pero ello requiere abandonar las ambiciones personales y comprometerse con la causa de toda la nación.
Solo individuos apegados a sólidos principios y valores, y de moral intachable, tendrán la fuerza y la autoridad para reagrupar a los venezolanos, e inspirar la confianza y la determinación necesarias para triunfar sobre el dominio cubano.
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