JOSÉ TORO HARDY| EL UNIVERSAL
martes 18 de febrero de 2014 12:00 AM
Todo el mundo se pregunta, ¿a dónde conducen estas manifestaciones de los estudiantes? Muchos consideran que por tratarse -al menos en Caracas- de situaciones que estallan en el este de la ciudad, tienen una suerte de sello de la derecha. Piensan que mientras no se incorporen sectores más populares, este movimiento no conducirá a ninguna parte.
Otros opinan que mientras el Gobierno mantenga la censura y el monopolio sobre las comunicaciones serán relativamente pocos los que se enteren. ¿Para qué tanto desgaste y tanto riesgos?, se preguntan.
Por otra parte, algunos, a pesar de disentir de lo que hace el oficialismo, atraviesan ellos mismos por una situación personal cómoda y por lo tanto temen la incertidumbre que se está generando. Atribuyen el éxito de sus negocios a su viveza. Por lo demás, están convencidos de que en una sociedad acomodaticia como la venezolana, la viveza y la riqueza obtienen mucho más reconocimiento que la honradez y los valores.
Escucho las argumentaciones anteriores aunque no las comparto. La única gran verdad es que no sabemos hacia dónde conducen los acontecimientos actuales. Lo cierto es que en aquellos momentos en los cuales la juventud, la inteligencia y los valores coinciden un mismo punto de vista y un mismo objetivo, inevitablemente la historia termina por dar un vuelco y quienes militan en el bando del status quo llevan las de perder.
¿Es esta una de esas situaciones? ¿Puede todo esto ser el detonante de eventos mayores? No lo sé. Lo que sí sé es lo que está ocurriendo es diferente. No se trata de unas manifestaciones aisladas. Es algo que está estallando simultáneamente en todo el país.
Adicionalmente los acontecimientos emanan desde lo profundo una crisis económica, política y social. Quienes opinan que se trata simplemente de grupos aislados de derecha olvidan que el contexto es ahora diferente.
Tenemos la inflación más alta del mundo. La inflación inevitablemente golpea más duro a los más pobres. Eso me hace pensar que más temprano que tarde los más pobres se van a sumar a los reclamos de los estudiantes. Y el número de desempleados también está creciendo.
Tenemos un problema de escasez inmanejable. Durante años el Gobierno se dedicó -y aún se decida- a agredir a las empresas privadas. Éstas no lucen ni dispuestas ni en condiciones de enfrentar las inversiones que se requieren y que constituyen el único camino para producir más y, en consecuencia, resolver el agobiante problema de la falta de bienes de todo tipo que con urgencia requiere la sociedad.
Tenemos un déficit fiscal que también es inmanejable. Las pocas "entendederas" que en materia económica muestra el Gobierno, lo hace creer que el asunto se resolverá "con el mazo dando" y por la vía de más controles y de leyes como la de Costos y Precios Justos. No entiende el gobernante que el único precio justo lo dictamina la economía cuando se produce suficientes cantidades de bienes y servicios y cuando la competencia obliga a los productores a ser más eficientes para poder reducir sus costos y en consecuencia bajar los precios para atraer a un mayor número de consumidores.
Sin seguridad jurídica es el régimen el que está condenado. Un país en el cual dentro de un lapso de pocas semanas empresas como General Motors y Toyota anuncian que paralizan su producción, en tanto que Ford reduce substancialmente sus actividades; donde las líneas aéreas se niegan a vender pasajes y donde las empresas productoras de alimentos no pueden producir por falta de materias primas y de divisas y, a la vez, donde Pdvsa tiene que ser mantenida por el BCV, ciertamente todo luce cuesta arriba.
Cuando como consecuencia de su desprecio a la legalidad el país pierde sistemáticamente todos los arbitrajes internacionales y desconoce todas las decisiones que emanan de cortes internacionales de derechos humanos. Cuando la inseguridad ha alcanzado niveles nunca antes imaginables y cuando los tribunales penales lucen como apéndices del Ejecutivo, todo, todo está perdido para ellos, quienes además no cuentan con un líder.
No se trata pues de simples manifestaciones. Se trata de un problema de ausencia de libertades básicas, donde el Gobierno cree que podrá resolver el asunto censurando la información.
Mi único consejo a los estudiantes es adelante, pero no se dejen llevar por la violencia. Por primera vez en mucho tiempo la comunidad internacional tiene la lupa puesta en Venezuela. La autoridad moral siempre debe estar en el bando de los jóvenes. ¡No a la violencia!
Otros opinan que mientras el Gobierno mantenga la censura y el monopolio sobre las comunicaciones serán relativamente pocos los que se enteren. ¿Para qué tanto desgaste y tanto riesgos?, se preguntan.
Por otra parte, algunos, a pesar de disentir de lo que hace el oficialismo, atraviesan ellos mismos por una situación personal cómoda y por lo tanto temen la incertidumbre que se está generando. Atribuyen el éxito de sus negocios a su viveza. Por lo demás, están convencidos de que en una sociedad acomodaticia como la venezolana, la viveza y la riqueza obtienen mucho más reconocimiento que la honradez y los valores.
Escucho las argumentaciones anteriores aunque no las comparto. La única gran verdad es que no sabemos hacia dónde conducen los acontecimientos actuales. Lo cierto es que en aquellos momentos en los cuales la juventud, la inteligencia y los valores coinciden un mismo punto de vista y un mismo objetivo, inevitablemente la historia termina por dar un vuelco y quienes militan en el bando del status quo llevan las de perder.
¿Es esta una de esas situaciones? ¿Puede todo esto ser el detonante de eventos mayores? No lo sé. Lo que sí sé es lo que está ocurriendo es diferente. No se trata de unas manifestaciones aisladas. Es algo que está estallando simultáneamente en todo el país.
Adicionalmente los acontecimientos emanan desde lo profundo una crisis económica, política y social. Quienes opinan que se trata simplemente de grupos aislados de derecha olvidan que el contexto es ahora diferente.
Tenemos la inflación más alta del mundo. La inflación inevitablemente golpea más duro a los más pobres. Eso me hace pensar que más temprano que tarde los más pobres se van a sumar a los reclamos de los estudiantes. Y el número de desempleados también está creciendo.
Tenemos un problema de escasez inmanejable. Durante años el Gobierno se dedicó -y aún se decida- a agredir a las empresas privadas. Éstas no lucen ni dispuestas ni en condiciones de enfrentar las inversiones que se requieren y que constituyen el único camino para producir más y, en consecuencia, resolver el agobiante problema de la falta de bienes de todo tipo que con urgencia requiere la sociedad.
Tenemos un déficit fiscal que también es inmanejable. Las pocas "entendederas" que en materia económica muestra el Gobierno, lo hace creer que el asunto se resolverá "con el mazo dando" y por la vía de más controles y de leyes como la de Costos y Precios Justos. No entiende el gobernante que el único precio justo lo dictamina la economía cuando se produce suficientes cantidades de bienes y servicios y cuando la competencia obliga a los productores a ser más eficientes para poder reducir sus costos y en consecuencia bajar los precios para atraer a un mayor número de consumidores.
Sin seguridad jurídica es el régimen el que está condenado. Un país en el cual dentro de un lapso de pocas semanas empresas como General Motors y Toyota anuncian que paralizan su producción, en tanto que Ford reduce substancialmente sus actividades; donde las líneas aéreas se niegan a vender pasajes y donde las empresas productoras de alimentos no pueden producir por falta de materias primas y de divisas y, a la vez, donde Pdvsa tiene que ser mantenida por el BCV, ciertamente todo luce cuesta arriba.
Cuando como consecuencia de su desprecio a la legalidad el país pierde sistemáticamente todos los arbitrajes internacionales y desconoce todas las decisiones que emanan de cortes internacionales de derechos humanos. Cuando la inseguridad ha alcanzado niveles nunca antes imaginables y cuando los tribunales penales lucen como apéndices del Ejecutivo, todo, todo está perdido para ellos, quienes además no cuentan con un líder.
No se trata pues de simples manifestaciones. Se trata de un problema de ausencia de libertades básicas, donde el Gobierno cree que podrá resolver el asunto censurando la información.
Mi único consejo a los estudiantes es adelante, pero no se dejen llevar por la violencia. Por primera vez en mucho tiempo la comunidad internacional tiene la lupa puesta en Venezuela. La autoridad moral siempre debe estar en el bando de los jóvenes. ¡No a la violencia!
No comments:
Post a Comment