Antonio María Delgado
El régimen de Nicolás Maduro parece tambalearse frente a las
protestas estudiantiles que desde hace dos semanas sacuden a Venezuela,
con analistas advirtiendo que la sostenibilidad del gobierno corre
peligro si no logra desactivarlas rápido.
Expertos consultados
dijeron que el chavismo atraviesa actualmente uno de sus momentos más
difíciles, con las llamas del descontento popular alimentadas
simultáneamente por la quiebra de las finanzas del estado y el cansancio
de la población tras 15 años de promesas incumplidas.
A eso ahora
se le suma el deseo de una juventud rebelde que desea vivir bajo un
régimen distinto al que promete la Revolución Bolivariana.
“Hay un país decidido, porque sí lo está, a salir a protestar. Es
un país que va a seguir acatando la convocatoria de cualquier líder que
llame a la calle, sea estudiantil, sea político, sea ciudadano, sea de
cualquier orden, o incluso autoconvocarse”, dijo el asesor político
Orlando Viera-Blanco.
“El país –agobiado por una situación de bancarrota económica, una situación de criminalidad al límite, una situación de apartheid
político, una situación de penetración y coaptación de libertades, una
situación de persecución y una pérdida absoluta de legitimidad– está
reaccionando como un grupo humano indignado”, agregó.
Las
protestas, que han estado creciendo en dimensión y en frecuencia en
distintas ciudades, hasta el momento han sido encaradas con violencia
por el régimen bolivariano, que ha intentado reprimirlas a través de sus
agentes de seguridad y con la participación de sus colectivos, bandas
delictivas protegidas y armadas por el chavismo para que realicen sus
trabajos sucios.
Pero estas acciones, que han provocado hasta
ahora la muerte de tres personas y lesiones de decenas más, han generado
un mal sabor en la comunidad internacional, con Maduro solo recibiendo
tibios mensajes de solidaridad de los tradicionales aliados del
chavismo, pese a sus reiteradas denuncias de que su régimen está siendo
víctima de “un golpe de Estado en desarrollo”.
Los analistas
dijeron que esto se debe al uso de las redes sociales por parte de los
manifestantes, en su mayoría jóvenes universitarios, que han divulgado
cientos de fotografías y videos documentando los excesos cometidos por
el chavismo durante las manifestaciones.
“Las evidencias fueron
como muy grandes, tan contundentes –con imágenes de agentes del SEBIN
(Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional) disparando armas de
fuego– que el gobierno se vio obligado a reformular sus planes y a
entender que debe proceder con cuidado”, dijo el analista político David
Morán.
Y eso es un problema porque la represión es una de las
pocas armas que aún quedan en el arsenal de un gobierno agobiado por la
escasez de recursos.
Es una situación que está generando gran
ansiedad dentro del gobierno, dijo Diego Moya Ocampos, analista para
América Latina de IHS Country Risk.
“Estas son las manifestaciones
más fuertes que ha enfrentando el gobierno desde el 2002. Estas no son
unas protestas comunes cualquiera”, comentó Moya Ocampos, en referencia a
los eventos que condujeron a un golpe de Estado contra el entonces
presidente Hugo Chávez.
“Estamos frente a una tormenta perfecta,
están confluyendo una cantidad de factores y tensiones sociales, y de
ahí el temor del gobierno, que es que estas manifestaciones, que hasta
el momento han sido principalmente estudiantiles, se contagien a los
sectores populares, y entre los sindicatos”, agregó.
Las
manifestaciones se están produciendo en momentos en que el país enfrenta
una aguda crisis económica, con la renta petrolera mostrándose
insuficiente para mantener el gigantesco gasto de la Revolución
Bolivariana y la enorme cuenta de las importaciones de bienes de
consumo, que ahora deben ser adquiridos en el exterior en vista del
colapso de la producción nacional.
Moya resaltó que en este
momento Maduro le está informando a los pocos integrantes del sector
privado que el Estado no tiene recursos para cancelarles los cientos de
millones de dólares que le adeuda, principalmente en relación a las
operaciones de importación ya realizadas, y que actualmente les consulta
con desesperación cuál es el monto mínimo que necesitan para seguir
operando a fin de evitar un empeoramiento de la ya aguda escasez.
“Todo
esto es tema de profunda preocupación, entre el gobierno y los
militares, cuando ya se sabe que Venezuela ya está llegando al final del
camino, donde ya no se puede improvisar, y donde se entiende que hay
que tomar medidas económicas claras, y ahora se le suma esta protesta
estudiantil que cobra vida propia”, comentó.
Y las manifestaciones estudiantiles están dando pocos visos de disiparse.
Para Morán, el régimen está frente a una juventud que ve con mucha claridad lo que el chavismo representa para su futuro.
“Esta
es una situación casi generacional. La irrupción del estudiantado es la
irrupción de la juventud que lo único que conoce, en materia de
gobierno, es el gobierno chavista. Es lo que tienen en la conciencia”,
comentó Morán.
Y es gente que no ve en el chavismo la promesa de
un futuro mejor, sino a los responsables de la miseria y de las
reestricciones del presente, dijo.
“Estos jóvenes esencialmente lo
que están pidiendo es libertad. No están pidiendo paz [que es lo que
está actualmente ofreciendo la retórica del chavismo]. Están pidiendo
libertad, libertad de que no nos maten, libertad de la escasez, libertad
del miedo, y sobre eso, nosotros [los jóvenes] construiremos la paz”,
comentó.
Viera dijo que hasta el momento las marchas registradas
en el país han sido encabezadas por estudiantes pero resaltó que las
manifestaciones de protesta han cobrado dinamismo, convirtiéndose en un
fenómeno contagioso que pronto podría atrapar a otros sectores.
“Esto
tiene el aspecto de ser un fenómeno expansivo que nace de la gallardía
de los jóvenes, pero en vista de esa fatiga [del venezolano tras 15 años
de chavismo], producto de esa indignación, producto de esas madres que
están preocupadas por el futuro de sus hijos, producto de la
inseguridad, producto de la escasez, producto de esos viejos que ya no
reciben pensiones, producto de esa clase media que está atrapada en el
desempleo, y producto de tantas otras cosas más, esto está en vías de
convertirse en otra cosa”, comentó.
Es un fenómeno que rueda cuesta abajo como una bola de nieve, dijo.
“Que
nadie se equivoque, este es un movimiento de movimientos en proceso,
que comienza como un movimiento juvenil pero que poco a poco va a ir
sumando otros procesos, otros sectores, hasta llegar a todos los
sectores de la sociedad civil”, explic
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