JUAN MARTIN ECHEVERRÍA| EL UNIVERSAL
domingo 30 de marzo de 2014 12:00 AM
Hay un potencial para el cambio en nuestra sociedad, que ha sido mal interpretado por el socialismo radical, con su estrategia del pensamiento único; nadie duda que es difícil gobernar en ambientes turbulentos, pero recurrir a la represión y no al diálogo es una forma primitiva de hacerlo. Se debe oír a los ciudadanos, tomar en cuenta las protestas y hacer ajustes, en beneficio de los resultados de la tarea de gobernar, el pluralismo es un aprendizaje que está consustanciado con la democracia, mientras el espacio entre el autoritarismo y el totalitarismo se hace mínimo. El radicalismo después de tantos pasos en falso, se encuentra a mil kilómetros de la democracia.
El fondo de cualquier protesta es, por su naturaleza, un reclamo específico, sea que se refiera al desabastecimiento, la inseguridad, vivienda o desempleo, es un reclamo cívico que debe ser oído por las autoridades. Cuando la protesta se hace masiva, y abarca la mayor parte de la nación, el indicador es que hay una rabia social que altera la calidad de vida de la colectividad; en consecuencia es una ampliación del reclamo concreto, sustituido por una crítica en la calle contra el modelo político, la escasez y la negativa a escuchar el mensaje de futuro que plantean los jóvenes. Más allá del "síndrome de las colas", lo que está en juego abarca a todos los sectores sociales, solo que unos pueden reclamar y otros no porque están las misiones, Mercal o los motorizados con armas de fuego.
Stalin ya se hacía la pregunta, en términos militares, de cuántas divisiones tenía el Vaticano, despreciando los valores morales, ya que él reducía las diferencias políticas a quien disponía de una mayor logística en aviones y tanques. Venezuela vive exactamente ese mismo esquema, porque se quiere enfrentar un problema político y doblegar a quien manifieste en forma pacífica, como si se tratara de un problema militar, sin importar muertos, heridos, torturados o desaparecidos. ¿Podrá tener razón Stalin y ser más útil una tanqueta fabricada en China, que un ser humano nacido en la patria de Bolívar?
El régimen cultiva la crisis, la radicaliza y la coloca al margen de la Constitución y el sistema político, prefiere no perder la hegemonía y muestra, de manera abierta, que el Poder Ejecutivo priva sobre los demás poderes y que la directiva de la Asamblea invada de manera pública el espacio del TSJ, del MP e incluso de los propios asambleístas, al decidir unilateralmente que la diputada más votada ha perdido esa condición, porque esa es la voluntad del socialismo radical.
Se trató de una acreditación accidental para permitirle hacer uso de la palabra ante la OEA, lo cierto es que ha corrido mucha agua debajo de los puentes, olvidándose precedentes tan significativos como el de la oposición de Bosnia ante el Consejo de Seguridad de la ONU, o el gesto de Venezuela hacia la excanciller de Honduras, tras la salida de Manuel Zelaya. La democracia retrocede, herida gravemente, cuando la directiva de la AN se arroga la potestad de criminalizar a uno de sus integrantes.
El fondo de cualquier protesta es, por su naturaleza, un reclamo específico, sea que se refiera al desabastecimiento, la inseguridad, vivienda o desempleo, es un reclamo cívico que debe ser oído por las autoridades. Cuando la protesta se hace masiva, y abarca la mayor parte de la nación, el indicador es que hay una rabia social que altera la calidad de vida de la colectividad; en consecuencia es una ampliación del reclamo concreto, sustituido por una crítica en la calle contra el modelo político, la escasez y la negativa a escuchar el mensaje de futuro que plantean los jóvenes. Más allá del "síndrome de las colas", lo que está en juego abarca a todos los sectores sociales, solo que unos pueden reclamar y otros no porque están las misiones, Mercal o los motorizados con armas de fuego.
Stalin ya se hacía la pregunta, en términos militares, de cuántas divisiones tenía el Vaticano, despreciando los valores morales, ya que él reducía las diferencias políticas a quien disponía de una mayor logística en aviones y tanques. Venezuela vive exactamente ese mismo esquema, porque se quiere enfrentar un problema político y doblegar a quien manifieste en forma pacífica, como si se tratara de un problema militar, sin importar muertos, heridos, torturados o desaparecidos. ¿Podrá tener razón Stalin y ser más útil una tanqueta fabricada en China, que un ser humano nacido en la patria de Bolívar?
El régimen cultiva la crisis, la radicaliza y la coloca al margen de la Constitución y el sistema político, prefiere no perder la hegemonía y muestra, de manera abierta, que el Poder Ejecutivo priva sobre los demás poderes y que la directiva de la Asamblea invada de manera pública el espacio del TSJ, del MP e incluso de los propios asambleístas, al decidir unilateralmente que la diputada más votada ha perdido esa condición, porque esa es la voluntad del socialismo radical.
Se trató de una acreditación accidental para permitirle hacer uso de la palabra ante la OEA, lo cierto es que ha corrido mucha agua debajo de los puentes, olvidándose precedentes tan significativos como el de la oposición de Bosnia ante el Consejo de Seguridad de la ONU, o el gesto de Venezuela hacia la excanciller de Honduras, tras la salida de Manuel Zelaya. La democracia retrocede, herida gravemente, cuando la directiva de la AN se arroga la potestad de criminalizar a uno de sus integrantes.
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