THAYS PEÑALVER| EL UNIVERSAL
jueves 24 de abril de 2014 12:00 AM
Un ejemplo de lo mal que estamos como sociedad es ese discurso extorsionador que denuncia que partidos como Voluntad Popular o determinados políticos propician la desunión. Voy a ser tajante con los "algunos" porque nosotros no estamos unidos por la MUD. Estamos unidos porque existe un adversario político en común que es el que nos une y punto. Estamos unidos por el miedo a perder lo poco que queda de país, unidos contra el despropósito desde mucho antes que existiera la Coordinadora Democrática y la verdad es que no hay opinión, ni partido ni político que pueda desunirnos a la hora de ir a votar (los que creemos en ese derecho, al menos). Pero lo que se esconde detrás del discurso extorsionador, más allá del miedo inculcado a algunos, no es otro que los intereses particulares de muchos que se encuentran en posiciones privilegiadas a la espera de sus oportunidades políticas.
Basta hacer una radiografía de la MUD para darnos cuenta del porqué a pocos conviene que partidos como Voluntad Popular crezcan. En la MUD coexisten cuatro grandes grupos, la Cuarta República con sus partidos tradicionales que necesitan tiempo y se encuentran agazapados esperando que este sistema termine de colapsar, que el relevo generacional les dé algún chance y por eso no les conviene el crecimiento de los partidos noveles. El segundo grupo está conformado también por esa Cuarta República, que huyó de esos mismos partidos pero que ven a la MUD como un partido alternativo con sello propio y apuestan (ya se les ven las costuras) llevar adelante la transición y por eso tratan de contener a los noveles.
Coexisten con la ex-Quinta República y están los partidos nuevos que pretenden conquistar una Sexta República (con el perdón de Elías Pino Iturrieta). En este caso es donde está centrada la famosa "desunión" porque hay un partido político que es la mayor minoría y de éste emergerá, primaria tras primaria, inexorablemente, un candidato de su seno. Por eso Leopoldo, fuera del marco de las elecciones y ejerciendo sus derechos políticos, válidos en cualquier democracia, jugó posición adelantada con #LaSalida.
Pero Leopoldo nunca jugó a la desunión, sino a que su partido aprovechara el momento para crecer en la calle, que es donde se hace política, y por eso se han unido muchos en santa jauría a condenarlo, paradójicamente con el mismo discurso de la Revolución. No faltan en ambos bandos quienes hasta lo llaman asesino, con el mismo discurso inmoral que el que condena a una víctima de violación porque supuestamente provocó la situación. Leopoldo llamó a la calle, repito en su derecho político a hacerlo tal y como en Brasil llamaron a la calle para exigir la renuncia de Lula (AP 2008). Leopoldo exigió, en pleno ejercicio de sus derechos políticos, la renuncia del presidente Maduro, como el PSOE español pidió la renuncia y llamó a una movilización parecida contra el presidente Rajoy (El Mundo). Leopoldo nunca llamó a la guarimba, ni a la violencia ni mucho menos a colocar guayas en los postes, sino a la resistencia cívica (El Universal) por lo que está injustamente preso.
En Brasil durante 2013 y lo que lleva del 2014 han ocurrido muchas más acciones de calle a nivel nacional, con más autobuses y propiedades quemados que en Venezuela. Solo el lunes quemaron 30 autobuses (O'Globo) y en apenas una semana casi 50 vehículos en total. ¿Que la gente que incendió esos buses son vándalos? Sin duda. ¿Que deben pagar por ello? Sin duda. Igual que los que colocan las guayas en los postes, o los que disparan, o los que generan actos vandálicos de importancia. Así que hay que separar claramente a los estudiantes injustamente detenidos, de los vándalos que existen en todos los países y a ésos hay que condenarlos sin medias tintas.
Pero la movilización de calle es un derecho político al que todas las generaciones venezolanas han apelado desde tiempos inmemorables y contra ésta, todas las dictaduras se han opuesto como lo intentara el tirano Gómez, paradójicamente bajo el Samán de Güere famoso, con la proclamación de su Ley de Defensa Social (Rómulo Betancourt 1932). Pero que la propia oposición acuse a López de haber sido el causante de las muertes, es profundamente inadmisible, porque los brasileños, mexicanos y los chilenos han ordenado las mismas movilizaciones con el mismo fin, pero al contrario de aquí, Lula da Silva no ordenó a los colectivos que "Candelita que se prenda, candelita que la apaguen", que fue lo que llevó a la ira incontenible. Si la orden hubiera sido a los bomberos, lógicamente hubiera sido democrática, pero fue a los defensores de la revolución, lo que constituye un ejercicio calcado de los "códigos represivos del fascio italiano" y de Cuba.
Escribo esto, como en su momento escribí en defensa de Henrique cuando muchos le cayeron encima, no pocos llamándolo asesino y traidor. Porque el derecho no es un trapo de coleto, de trapo son los intereses y el mayor problema que tiene Leopoldo; es la gente que tiene conciencia nacional de trapo.
Basta hacer una radiografía de la MUD para darnos cuenta del porqué a pocos conviene que partidos como Voluntad Popular crezcan. En la MUD coexisten cuatro grandes grupos, la Cuarta República con sus partidos tradicionales que necesitan tiempo y se encuentran agazapados esperando que este sistema termine de colapsar, que el relevo generacional les dé algún chance y por eso no les conviene el crecimiento de los partidos noveles. El segundo grupo está conformado también por esa Cuarta República, que huyó de esos mismos partidos pero que ven a la MUD como un partido alternativo con sello propio y apuestan (ya se les ven las costuras) llevar adelante la transición y por eso tratan de contener a los noveles.
Coexisten con la ex-Quinta República y están los partidos nuevos que pretenden conquistar una Sexta República (con el perdón de Elías Pino Iturrieta). En este caso es donde está centrada la famosa "desunión" porque hay un partido político que es la mayor minoría y de éste emergerá, primaria tras primaria, inexorablemente, un candidato de su seno. Por eso Leopoldo, fuera del marco de las elecciones y ejerciendo sus derechos políticos, válidos en cualquier democracia, jugó posición adelantada con #LaSalida.
Pero Leopoldo nunca jugó a la desunión, sino a que su partido aprovechara el momento para crecer en la calle, que es donde se hace política, y por eso se han unido muchos en santa jauría a condenarlo, paradójicamente con el mismo discurso de la Revolución. No faltan en ambos bandos quienes hasta lo llaman asesino, con el mismo discurso inmoral que el que condena a una víctima de violación porque supuestamente provocó la situación. Leopoldo llamó a la calle, repito en su derecho político a hacerlo tal y como en Brasil llamaron a la calle para exigir la renuncia de Lula (AP 2008). Leopoldo exigió, en pleno ejercicio de sus derechos políticos, la renuncia del presidente Maduro, como el PSOE español pidió la renuncia y llamó a una movilización parecida contra el presidente Rajoy (El Mundo). Leopoldo nunca llamó a la guarimba, ni a la violencia ni mucho menos a colocar guayas en los postes, sino a la resistencia cívica (El Universal) por lo que está injustamente preso.
En Brasil durante 2013 y lo que lleva del 2014 han ocurrido muchas más acciones de calle a nivel nacional, con más autobuses y propiedades quemados que en Venezuela. Solo el lunes quemaron 30 autobuses (O'Globo) y en apenas una semana casi 50 vehículos en total. ¿Que la gente que incendió esos buses son vándalos? Sin duda. ¿Que deben pagar por ello? Sin duda. Igual que los que colocan las guayas en los postes, o los que disparan, o los que generan actos vandálicos de importancia. Así que hay que separar claramente a los estudiantes injustamente detenidos, de los vándalos que existen en todos los países y a ésos hay que condenarlos sin medias tintas.
Pero la movilización de calle es un derecho político al que todas las generaciones venezolanas han apelado desde tiempos inmemorables y contra ésta, todas las dictaduras se han opuesto como lo intentara el tirano Gómez, paradójicamente bajo el Samán de Güere famoso, con la proclamación de su Ley de Defensa Social (Rómulo Betancourt 1932). Pero que la propia oposición acuse a López de haber sido el causante de las muertes, es profundamente inadmisible, porque los brasileños, mexicanos y los chilenos han ordenado las mismas movilizaciones con el mismo fin, pero al contrario de aquí, Lula da Silva no ordenó a los colectivos que "Candelita que se prenda, candelita que la apaguen", que fue lo que llevó a la ira incontenible. Si la orden hubiera sido a los bomberos, lógicamente hubiera sido democrática, pero fue a los defensores de la revolución, lo que constituye un ejercicio calcado de los "códigos represivos del fascio italiano" y de Cuba.
Escribo esto, como en su momento escribí en defensa de Henrique cuando muchos le cayeron encima, no pocos llamándolo asesino y traidor. Porque el derecho no es un trapo de coleto, de trapo son los intereses y el mayor problema que tiene Leopoldo; es la gente que tiene conciencia nacional de trapo.
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