ELIDES J. ROJAS L.| EL UNIVERSAL
miércoles 30 de abril de 2014 12:00 AM
Palabras de Cilia Flores: Combatiendo el odio y la violencia podemos salir adelante. Nicolás Maduro está poniendo todo su empeño para sacar el país adelante y lo está haciendo con el pueblo. Si hubiera menos sabotaje, imagínate este país próspero. Si combatiendo el odio y la intolerancia y se aíslan los violentos nosotros podemos seguir adelante, la oposición con su proyecto y buscando apoyo por vías democráticas y el Gobierno trabajando. ¿Qué le dice el pueblo a esta oposición? Que dejen trabajar a Maduro, déjenlo trabajar".
En efecto, no es tan sencillo. Si el gran problema que tiene el país encima, sumergido en una grave crisis económica, política y social, tal vez la más profunda en toda la historia de la nación, se resolviera tirándole besitos al chavismo, pues es cosa de patentar la fórmula y lanzarla internacionalmente. Tal vez hasta nuestros rivales en pobreza, como algunos países africanos o Haití, pudieran beneficiarse de esta nuevo paquete de ajustes fundamentado en amor y sumisión al chavismo. Eso es lo que pide una funcionaria que ha estado en el Gobierno desde hace 15 años, al igual que su esposo, Nicolás Maduro.
En el fondo el mensaje no es otro que éste: señores de la oposición quédense quietos, esperen otras elecciones, se calan esta realidad, el chavismo manda y dejen quieto al poder. Pero el problema que ahorca a todo el país, más allá de algunos chavistas enriquecidos, no se resuelve sino con una profunda rectificación de las políticas que han venido aplicando funcionarios como la señora Flores. Son parte del problema. Dice que el país sería próspero con menos sabotaje. Pero no explica cómo el chavismo dilapidó, desde los tiempos del comandante muerto hasta ahora en los días del reinado del heredero, más de mil millones de millones de dólares ingresados por vía petrolera contando con los mejores precios de los últimos años. Allí comienzan los males. El chavismo se raspó las divisas. Están quebrados y quebrando a todo el mundo. No consiguen quien les preste plata porque ya agotaron la confianza de los acreedores. Para conseguir algún recurso tienen que entregar el país a los chinos.
Todo el mundo sabe que este proyecto, orientado por los Castro desde Cuba, fracasó y lo que queda es esperar que se agrave o, si de verdad se impone la sensatez, acordar cambios y trabajos conjuntos que permitan poco a poco darle vida al mercado, reactivar la economía y sacar a flote miles de empresas que Maduro, los Castro, la propia Flores y el clan llevan directo a la ruina. Y así está todo. Hospitales, carreteras, abastecimiento, producción agrícola...
No es un problema de sabotaje. Es un problema que nace de un modelo fracasado y corrupto.
En efecto, no es tan sencillo. Si el gran problema que tiene el país encima, sumergido en una grave crisis económica, política y social, tal vez la más profunda en toda la historia de la nación, se resolviera tirándole besitos al chavismo, pues es cosa de patentar la fórmula y lanzarla internacionalmente. Tal vez hasta nuestros rivales en pobreza, como algunos países africanos o Haití, pudieran beneficiarse de esta nuevo paquete de ajustes fundamentado en amor y sumisión al chavismo. Eso es lo que pide una funcionaria que ha estado en el Gobierno desde hace 15 años, al igual que su esposo, Nicolás Maduro.
En el fondo el mensaje no es otro que éste: señores de la oposición quédense quietos, esperen otras elecciones, se calan esta realidad, el chavismo manda y dejen quieto al poder. Pero el problema que ahorca a todo el país, más allá de algunos chavistas enriquecidos, no se resuelve sino con una profunda rectificación de las políticas que han venido aplicando funcionarios como la señora Flores. Son parte del problema. Dice que el país sería próspero con menos sabotaje. Pero no explica cómo el chavismo dilapidó, desde los tiempos del comandante muerto hasta ahora en los días del reinado del heredero, más de mil millones de millones de dólares ingresados por vía petrolera contando con los mejores precios de los últimos años. Allí comienzan los males. El chavismo se raspó las divisas. Están quebrados y quebrando a todo el mundo. No consiguen quien les preste plata porque ya agotaron la confianza de los acreedores. Para conseguir algún recurso tienen que entregar el país a los chinos.
Todo el mundo sabe que este proyecto, orientado por los Castro desde Cuba, fracasó y lo que queda es esperar que se agrave o, si de verdad se impone la sensatez, acordar cambios y trabajos conjuntos que permitan poco a poco darle vida al mercado, reactivar la economía y sacar a flote miles de empresas que Maduro, los Castro, la propia Flores y el clan llevan directo a la ruina. Y así está todo. Hospitales, carreteras, abastecimiento, producción agrícola...
No es un problema de sabotaje. Es un problema que nace de un modelo fracasado y corrupto.
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