ARMANDO SCANNONE| EL UNIVERSAL
viernes 2 de mayo de 2014 12:00 AM
El régimen militar militarista, y ahora, además, terrorista, que ejerce el poder, ha resuelto declararle la guerra al pueblo, representado en este caso por los jóvenes estudiantes, mediante un cuerpo de avanzada sumiso y mediocre: la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia. Ésta ha dictado una "interpretación reforma" de la Constitución, que prohíbe, de hecho, toda manifestación de protesta, aún legal y pacífica. Afortunadamente para los venezolanos, ese régimen lleva todas las de perder. Cada día avanza el repudio de la población hacia él, porque no hay fuerza más poderosa que la soportada por la dignidad, la determinación, el coraje y la valentía, que tienen de sobra los estudiantes, para librar esa lucha desigual de las ideas contra las armas. Ya el régimen perdió la primera batalla; los estudiantes triunfaron de manera apabullante, acompañada su victoria de una sonora trompetilla, al burlarse y desacatar tamaño dislate, que es evidente delito, ¿además legalizado?, contra nuestra Constitución.
Esta vez fueron evidentes la cobardía de la Guardia Nacional y la pésima estrategia de su Comando. Esperaron que finalizara la concentración y marcha para atacar por la espalda a los manifestantes, quienes se retiraban ordenada y pacíficamente. Parece que ya no se atrevieron a aplicar de frente la cruel represión que han venido practicando, oficializando el modo de ataque, utilizado contra algunas de las precedentes manifestaciones (Plaza Carabobo, etc.).
Lamentablemente, no es posible evitar referirse, una vez más, al comportamiento de la MUD, ahora convertida en muleta para darle sostén a un régimen moribundo, acudiendo a un diálogo que parece destinado a un rotundo fracaso en lo concerniente al cambio social y político reclamado por una creciente mayoría de la sociedad. Supuesto diálogo cuyo único pre acuerdo que parece produciría sería el mezquino eventual tratamiento del caso Simonovis, evidentemente injusto e inhumano. Da profunda vergüenza la forma como ha sido planteado; demuestra lo desasistida de ideas y de fuerza en que se encuentra la MUD, ahora parece preocupada en obtener algunas migajas burocráticas, que en definitiva, nada beneficiarán a la oposición
Parece que la MUD debería dedicarse, calladamente, a perfeccionar los objetivos electorales, muy exitosos, que dieron razón a su creación; y dejarse de hacer política como si fuera la representante suprema de la oposición, lo que realmente ya no lo es, con el surgimiento de esa fuerza, los estudiantes, a la que la mayoría de la población admira y apoya.
Esta vez fueron evidentes la cobardía de la Guardia Nacional y la pésima estrategia de su Comando. Esperaron que finalizara la concentración y marcha para atacar por la espalda a los manifestantes, quienes se retiraban ordenada y pacíficamente. Parece que ya no se atrevieron a aplicar de frente la cruel represión que han venido practicando, oficializando el modo de ataque, utilizado contra algunas de las precedentes manifestaciones (Plaza Carabobo, etc.).
Lamentablemente, no es posible evitar referirse, una vez más, al comportamiento de la MUD, ahora convertida en muleta para darle sostén a un régimen moribundo, acudiendo a un diálogo que parece destinado a un rotundo fracaso en lo concerniente al cambio social y político reclamado por una creciente mayoría de la sociedad. Supuesto diálogo cuyo único pre acuerdo que parece produciría sería el mezquino eventual tratamiento del caso Simonovis, evidentemente injusto e inhumano. Da profunda vergüenza la forma como ha sido planteado; demuestra lo desasistida de ideas y de fuerza en que se encuentra la MUD, ahora parece preocupada en obtener algunas migajas burocráticas, que en definitiva, nada beneficiarán a la oposición
Parece que la MUD debería dedicarse, calladamente, a perfeccionar los objetivos electorales, muy exitosos, que dieron razón a su creación; y dejarse de hacer política como si fuera la representante suprema de la oposición, lo que realmente ya no lo es, con el surgimiento de esa fuerza, los estudiantes, a la que la mayoría de la población admira y apoya.
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