GERVER TORRES| EL UNIVERSAL
domingo 8 de junio de 2014 12:00 AM
¿Cómo explicar el mega desastre económico que padece Venezuela? ¿Por dónde empezar? A mi juicio, hay cinco variables que pueden explicar lo que ocurre. El peso de estas variables varía a lo largo del tiempo y las circunstancias, de manera que a ratos una u otra se vuelve la dominante. La primera variable es la ideología. El punto de partida del mega desastre es el intento de construir un modelo económico que ha fracasado en todas partes del mundo. Como el modelo socialista supone el control por parte del Estado de toda la actividad económica, esta primera variable ideológica da lugar a una segunda: la corrupción. Esta se expande a la par de los controles y puede convertirse luego en la variable dominante en diferentes situaciones.
Muchas decisiones se toman atendiendo a los intereses de grupos asociados a los controles. La tercera variable es la calidad de la burocracia. Dado que la condición principal, si acaso no única, para servir en el sector público es la lealtad política al régimen y no la capacidad profesional, el Estado ha terminado con una burocracia extremadamente incompetente, incapaz de adelantar ningún programa medianamente coherente de políticas. La cuarta variable es la pobreza del liderazgo gubernamental. Si es que éste llega a avizorar algunas de las reformas que se requieren para salir del atolladero, igual no tiene la capacidad para convencer a sus bases de apoyo político de la necesidad de realizarlas. Es un liderazgo paralizado, que va siendo arrastrado por la inercia de los acontecimientos. La quinta variable es la falta de credibilidad. A estas alturas ningún agente cree en nada que diga el régimen. Cuando el régimen habla de algo que parece sensato, nadie le cree, con lo cual las posibilidades de que tenga éxito en su implementación se vuelven nulas. Esta combinación de ideología fracasada, corrupción masiva, burocracia incompetente, pobreza de liderazgo y nula credibilidad son los principales componentes de la catástrofe económica que vive el país.
Muchas decisiones se toman atendiendo a los intereses de grupos asociados a los controles. La tercera variable es la calidad de la burocracia. Dado que la condición principal, si acaso no única, para servir en el sector público es la lealtad política al régimen y no la capacidad profesional, el Estado ha terminado con una burocracia extremadamente incompetente, incapaz de adelantar ningún programa medianamente coherente de políticas. La cuarta variable es la pobreza del liderazgo gubernamental. Si es que éste llega a avizorar algunas de las reformas que se requieren para salir del atolladero, igual no tiene la capacidad para convencer a sus bases de apoyo político de la necesidad de realizarlas. Es un liderazgo paralizado, que va siendo arrastrado por la inercia de los acontecimientos. La quinta variable es la falta de credibilidad. A estas alturas ningún agente cree en nada que diga el régimen. Cuando el régimen habla de algo que parece sensato, nadie le cree, con lo cual las posibilidades de que tenga éxito en su implementación se vuelven nulas. Esta combinación de ideología fracasada, corrupción masiva, burocracia incompetente, pobreza de liderazgo y nula credibilidad son los principales componentes de la catástrofe económica que vive el país.
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