JOSÉ RAFAEL AVENDAÑO TIMAURY| EL UNIVERSAL
lunes 7 de julio de 2014 12:00 AM
La praxis política indica que los partidos políticos nacionales y organizaciones políticas internacionales deben estar anudados por lo ideológico como factor fundamental, ya que les imparte personalidad definida a los fines y propósitos establecidos. En ocasiones, las circunstancias puntuales existentes, ya sean de carácter electoral o de otra índole, se flexibilizan y permiten el advenimiento de diversas tendencias ideológicas que la exceden. Existen muchos ejemplos históricos nacionales e internacionales que lo demuestran. En Venezuela se constituyó en 1957 la llamada Junta Patriótica conformada por los partidos existentes para la época: AD, URD, Copei y PCV para enfrentar de manera clandestina a la dictadura. Hace tres años se conformó la MUD como órgano coordinador de partidos opositores al régimen y tuvo una loable intervención unitaria en las contiendas electorales acaecidas con motivo a las elecciones legislativas nacionales y estatales, a la de alcaldes y concejales y a las presidenciales donde, incluso, participó con tarjeta única.
En tiempos de guerra, nacionales e internacionales, se ha producido una agrupación similar: en la Guerra Civil Española participaron del lado republicano fuerzas antagónicas desde el punto de vista ideológico como la de los socialistas, anarquistas y comunistas. En la Segunda Guerra Mundial las fuerzas aliadas hicieron frente común a la barbarie. Los norteamericanos, ingleses y la Unión Soviética lo hicieron sin que existieran resquemores por la alianza previa establecida entre los comunistas y los nazis en el pacto Ribbentrop-Molotov.
La actualidad venezolana nos presenta un oscuro panorama político existencial que nos divide y que trasciende la simple confrontación ideológica. Del lado oficialista aparecen diversas organizaciones que se definen como socialistas y el PCV. La oposición, por su parte, presenta en la MUD un mayor factor de diferenciación político-ideológico: socialdemócratas, demócratas cristianos, socialistas, marxistas, liberales etc. Inclusive existen más de cuatro partidos que se definen como socialdemócratas, cuatro democratacristianos, varios socialistas y dos o tres marxistas. Esta asombrosa disparidad de criterios debe hacernos reflexionar sobre si la simple identidad ideológica basta para definir y estructurar las organizaciones políticas. Dudo, por ejemplo, que ideológicamente sean afines personajes tan dispares como Diosdado Cabello, Rafael Ramírez, Soto Rojas y otros. También me resulta difícil de digerir un único partido socialdemócrata conformado por la gente de AD, UNT, MAS, ABP, el partido del gobernador Falcón y otros. Imaginemos en la actualidad a Copei con PV, Álvarez Paz, Caldera Pietri y otros. Mención especial merece PJ. El partido no digirió bien la salida de varios dirigentes identificados con la socialdemocracia que ostentaron importantes desempeños. Ahora, nutridos nuevamente con dirigentes provenientes de la socialdemocracia y socialistas a secas proyectan a futuro desavenencias seguras.
No deseo pecar de pesimista ni creer sin solución la realidad que nos aplasta. Cuando tengamos nuevo gobierno, restablecida la normalidad política, social y económica; cuando la sindéresis cubra nuevamente el pensamiento y modo de proceder político, la ideología recobrará su sitial tradicional.
En lo particular yo me siento cada día más identificado con planteamientos de personas que pertenecen a organizaciones políticas e individualidades diferentes porque compartimos aspectos puntuales de las maneras de solucionar la crisis nacional. Pertenecen a la socialdemocracia, socialistas, democratacristianos, marxistas, liberales, conservadores y muchos más del tan amplio espectro ideológico. La razón es única: "Son más importantes las cosas que nos unen que aquellas que no separan".
Hay valores universales que trascienden lo ideológico y hasta lo pragmático. Se puede ser honesto siendo socialista, democratacristiano o liberal u otro que forme parte de diversas ideologías; puede serlo también un cristiano, un musulmán o un agnóstico; también cualquier practicante de una orientación filosófica determinada. De igual manera pueden ser deshonestos militantes de cualquiera de ellos.
Se puede ser pragmático en el exacto concepto del término, pero esa condición no puede ser jamás estirada y desproporcionada de forma tal que puedan desbordar los límites éticos. Éstos también trascienden los linderos ideológicos porque su parcela tiene un valor universal. Por lógicos y fríos que sean los análisis, cuando se enfrentan con la ética, se desmoronan. Aun cuando esta ética sea a veces un poco romántica.
Los venezolanos deseamos un cambio radical de lo que nos oprime. Sobrepasamos ya los tres tercios de la población del país. Esta circunstancia, concatenada a los demás trastornos, constituye un acicate insoslayable para procurar el cambio deseado.
En tiempos de guerra, nacionales e internacionales, se ha producido una agrupación similar: en la Guerra Civil Española participaron del lado republicano fuerzas antagónicas desde el punto de vista ideológico como la de los socialistas, anarquistas y comunistas. En la Segunda Guerra Mundial las fuerzas aliadas hicieron frente común a la barbarie. Los norteamericanos, ingleses y la Unión Soviética lo hicieron sin que existieran resquemores por la alianza previa establecida entre los comunistas y los nazis en el pacto Ribbentrop-Molotov.
La actualidad venezolana nos presenta un oscuro panorama político existencial que nos divide y que trasciende la simple confrontación ideológica. Del lado oficialista aparecen diversas organizaciones que se definen como socialistas y el PCV. La oposición, por su parte, presenta en la MUD un mayor factor de diferenciación político-ideológico: socialdemócratas, demócratas cristianos, socialistas, marxistas, liberales etc. Inclusive existen más de cuatro partidos que se definen como socialdemócratas, cuatro democratacristianos, varios socialistas y dos o tres marxistas. Esta asombrosa disparidad de criterios debe hacernos reflexionar sobre si la simple identidad ideológica basta para definir y estructurar las organizaciones políticas. Dudo, por ejemplo, que ideológicamente sean afines personajes tan dispares como Diosdado Cabello, Rafael Ramírez, Soto Rojas y otros. También me resulta difícil de digerir un único partido socialdemócrata conformado por la gente de AD, UNT, MAS, ABP, el partido del gobernador Falcón y otros. Imaginemos en la actualidad a Copei con PV, Álvarez Paz, Caldera Pietri y otros. Mención especial merece PJ. El partido no digirió bien la salida de varios dirigentes identificados con la socialdemocracia que ostentaron importantes desempeños. Ahora, nutridos nuevamente con dirigentes provenientes de la socialdemocracia y socialistas a secas proyectan a futuro desavenencias seguras.
No deseo pecar de pesimista ni creer sin solución la realidad que nos aplasta. Cuando tengamos nuevo gobierno, restablecida la normalidad política, social y económica; cuando la sindéresis cubra nuevamente el pensamiento y modo de proceder político, la ideología recobrará su sitial tradicional.
En lo particular yo me siento cada día más identificado con planteamientos de personas que pertenecen a organizaciones políticas e individualidades diferentes porque compartimos aspectos puntuales de las maneras de solucionar la crisis nacional. Pertenecen a la socialdemocracia, socialistas, democratacristianos, marxistas, liberales, conservadores y muchos más del tan amplio espectro ideológico. La razón es única: "Son más importantes las cosas que nos unen que aquellas que no separan".
Hay valores universales que trascienden lo ideológico y hasta lo pragmático. Se puede ser honesto siendo socialista, democratacristiano o liberal u otro que forme parte de diversas ideologías; puede serlo también un cristiano, un musulmán o un agnóstico; también cualquier practicante de una orientación filosófica determinada. De igual manera pueden ser deshonestos militantes de cualquiera de ellos.
Se puede ser pragmático en el exacto concepto del término, pero esa condición no puede ser jamás estirada y desproporcionada de forma tal que puedan desbordar los límites éticos. Éstos también trascienden los linderos ideológicos porque su parcela tiene un valor universal. Por lógicos y fríos que sean los análisis, cuando se enfrentan con la ética, se desmoronan. Aun cuando esta ética sea a veces un poco romántica.
Los venezolanos deseamos un cambio radical de lo que nos oprime. Sobrepasamos ya los tres tercios de la población del país. Esta circunstancia, concatenada a los demás trastornos, constituye un acicate insoslayable para procurar el cambio deseado.
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