FERNANDO OCHOA ANTICH| EL UNIVERSAL
domingo 13 de julio de 2014 12:00 AM
Este gobierno no da puntada sin dedal. Lo digo con angustia. Todas sus decisiones están influidas por el interés ideológico de la Revolución Bolivariana y el internacionalismo marxista. A finales de octubre de 2013, los venezolanos fuimos gratamente sorprendidos por la noticia de la detención por el patrullero venezolanos "Yekuana" del buque RV "Teknik Perdana", contratado por la transnacional Anadarkp para realizar labores de exploración petrolera en la fachada Atlántica venezolana al servicio de Guyana. Además, se conoció que la Armada venezolana había reiniciado los tradicionales patrullajes, suspendidos desde hacía un año, en nuestra zona económica exclusiva. Esa decisión fue tomada por el recién nombrado comandante de la Armada almirante Gilberto Pinto Blanco, perteneciente a la flota, quien mantuvo esa posición hasta el día en que entregó el mando. Fue recientemente reemplazado por su compañero de promoción, almirante Jairo Avendaño Hernández, infante de Marina.
Soy incapaz de juzgar a nadie por presunciones. Espero que el nuevo comandante de la Armada mantenga el mismo sentido patriótico de su antecesor en el cargo y ratifique las acertadas decisiones que condujeron al reinicio del patrullaje en nuestra zona económica exclusiva e impida la presencia de buques contratados por transnacionales petroleras, al servicio de Guyana, en labores de exploración petrolera. De todas maneras debo resaltar la coincidencia de la destitución del vicealmirante Elías Daniels, quien mantuvo, por muchos años, una firme posición en defensa de los intereses venezolanos en la Zona en Reclamación en sus funciones en el ministerio de Relaciones Exteriores. Fue reemplazado por el contralmirante Blas Misticchio Tortorella, a quien no le conozco ninguna experiencia en el campo de la delimitación fronteriza. Estas dos curiosas designaciones me han causado una profunda preocupación.
La verdad es que Nicolás Maduro, en el tiempo de su desempeño como canciller, no dio ninguna demostración de firmeza en defensa de nuestra soberanía. Hay que recordar que aceptó visitar Guyana días después que el ministro del Ambiente de ese país había dado una rueda de prensa en la ciudad de San Diego informando que Guyana había entregado una concesión petrolera a la empresa Anadarko en el bloque Roraima, la cual afecta la fachada Atlántica de la Zona de Reclamación y la del estado Delta Amacuro. Durante su visita, en lugar de rechazar el derecho de Guyana a ese espacio marítimo venezolano, guardó un sorprendente silencio, el cual pudo haber producido un Stoppel de aquiescencia. Justamente, el buque detenido se encontraba en el bloque Roraima. Además, en la rueda de prensa planteó que "recientemente han salido documentos desclasificados de la década de los 60, 70 y 80 que demuestran quiénes eran los intrigantes que preparaban una guerra con Guyana", sin medir las graves consecuencias de esta declaración.
El problema con Guyana se ha ido agravando. El Tribunal Internacional del Derecho del Mar sentenció una controversia entre Guyana y Surinam, para delimitar las áreas marinas y submarinas, utilizando varios puntos ubicados en la costa del Esequibo, sin considerar que esa área forma parte de una controversia limítrofe entre Venezuela y Guyana. Nuestro gobierno no presentó formal protesta. El colmo, es que en la concesión del bloque Roraima, Guyana quiere aplicar en forma unilateral una línea divisoria con Venezuela de 30 grados de inclinación, sin respetar el continuo patrullaje de 40 años de La Armada, ratificando que la inclinación de esa línea es de 70 grados. Esa muestra de debilidad no ha sido sólo con Guyana, sino también con el Caribe. El Caricom, de manera arbitraria ha querido desconocer que la isla de Aves genera mar territorial y plataforma continental, hecho aceptado por Estados Unidos y Francia al delimitar las áreas marinas y submarinas con Venezuela.
Es natural que un gobierno, que presenta antecedentes tan negativos como los que narro en este artículo, no genere ninguna confianza en las decisiones que tome en defensa de nuestra soberanía. Esa es la razón por la cual es de un alto interés nacional que la Armada mantenga con firmeza la necesidad del permanente patrullaje de nuestro mar territorial, plataforma continental y zona económica exclusiva. En el caso de la fachada Atlántica se debe insistir en la necesidad de adquirir los medios requeridos para poder permanecer en dicha área. Este reto lo tendrán los nuevos mandos de la Armada. Deben cumplir su deber sin temor a las consecuencias. Es verdad, que la destitución del almirante Pedro Pérez, comandante de la Infantería de Marina, fue una decisión injusta y arbitraria. Era inconveniente utilizar a su unidad como una fuerza represiva contra manifestaciones públicas. Su gesto de firmeza merece el respeto y la admiración de los venezolanos.
Soy incapaz de juzgar a nadie por presunciones. Espero que el nuevo comandante de la Armada mantenga el mismo sentido patriótico de su antecesor en el cargo y ratifique las acertadas decisiones que condujeron al reinicio del patrullaje en nuestra zona económica exclusiva e impida la presencia de buques contratados por transnacionales petroleras, al servicio de Guyana, en labores de exploración petrolera. De todas maneras debo resaltar la coincidencia de la destitución del vicealmirante Elías Daniels, quien mantuvo, por muchos años, una firme posición en defensa de los intereses venezolanos en la Zona en Reclamación en sus funciones en el ministerio de Relaciones Exteriores. Fue reemplazado por el contralmirante Blas Misticchio Tortorella, a quien no le conozco ninguna experiencia en el campo de la delimitación fronteriza. Estas dos curiosas designaciones me han causado una profunda preocupación.
La verdad es que Nicolás Maduro, en el tiempo de su desempeño como canciller, no dio ninguna demostración de firmeza en defensa de nuestra soberanía. Hay que recordar que aceptó visitar Guyana días después que el ministro del Ambiente de ese país había dado una rueda de prensa en la ciudad de San Diego informando que Guyana había entregado una concesión petrolera a la empresa Anadarko en el bloque Roraima, la cual afecta la fachada Atlántica de la Zona de Reclamación y la del estado Delta Amacuro. Durante su visita, en lugar de rechazar el derecho de Guyana a ese espacio marítimo venezolano, guardó un sorprendente silencio, el cual pudo haber producido un Stoppel de aquiescencia. Justamente, el buque detenido se encontraba en el bloque Roraima. Además, en la rueda de prensa planteó que "recientemente han salido documentos desclasificados de la década de los 60, 70 y 80 que demuestran quiénes eran los intrigantes que preparaban una guerra con Guyana", sin medir las graves consecuencias de esta declaración.
El problema con Guyana se ha ido agravando. El Tribunal Internacional del Derecho del Mar sentenció una controversia entre Guyana y Surinam, para delimitar las áreas marinas y submarinas, utilizando varios puntos ubicados en la costa del Esequibo, sin considerar que esa área forma parte de una controversia limítrofe entre Venezuela y Guyana. Nuestro gobierno no presentó formal protesta. El colmo, es que en la concesión del bloque Roraima, Guyana quiere aplicar en forma unilateral una línea divisoria con Venezuela de 30 grados de inclinación, sin respetar el continuo patrullaje de 40 años de La Armada, ratificando que la inclinación de esa línea es de 70 grados. Esa muestra de debilidad no ha sido sólo con Guyana, sino también con el Caribe. El Caricom, de manera arbitraria ha querido desconocer que la isla de Aves genera mar territorial y plataforma continental, hecho aceptado por Estados Unidos y Francia al delimitar las áreas marinas y submarinas con Venezuela.
Es natural que un gobierno, que presenta antecedentes tan negativos como los que narro en este artículo, no genere ninguna confianza en las decisiones que tome en defensa de nuestra soberanía. Esa es la razón por la cual es de un alto interés nacional que la Armada mantenga con firmeza la necesidad del permanente patrullaje de nuestro mar territorial, plataforma continental y zona económica exclusiva. En el caso de la fachada Atlántica se debe insistir en la necesidad de adquirir los medios requeridos para poder permanecer en dicha área. Este reto lo tendrán los nuevos mandos de la Armada. Deben cumplir su deber sin temor a las consecuencias. Es verdad, que la destitución del almirante Pedro Pérez, comandante de la Infantería de Marina, fue una decisión injusta y arbitraria. Era inconveniente utilizar a su unidad como una fuerza represiva contra manifestaciones públicas. Su gesto de firmeza merece el respeto y la admiración de los venezolanos.
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