En: http://www.lapatilla.com/site/2014/11/24/armando-duran-para-que-sirven-las-parlamentarias/
Armando Durán
En vísperas de las duras realidades que nos deparan estas Navidades,
los partidos políticos de la oposición más conciliadora, con la
agonizante MUD a la cabeza, calientan sus muy traqueteados motores, la
vista clavada en las urnas de las próximas elecciones parlamentarias.
Según repite Jesús “Chúo” Torrealba, estos comicios constituyen la
gran oportunidad de la oposición para construir al fin una mayoría,
afirmación que calladamente equivale a sostener que hasta ahora el no
chavismo ha ido de derrota en derrota porque, a pesar de todos los
pesares, no ha dejado nunca de ser minoría. También, como nos advierte
la campaña electoral de Primero Justicia con inexplicable alegría,
porque del resultado de estas elecciones depende que se superen o no
todas las desgracias que acosan y acorralan al ciudadano común y
corriente. Otra mentira más.
Para alimentar esa quimera de conquistar la distante cima del monte
Carmelo y derrotar la inflación, el desabastecimiento y la inseguridad,
¿es que los venezolanos deben votar por los candidatos de la MUD? Peor
aún: ¿basta participar en estas elecciones parlamentarias previstas para
el año que viene para hacer trascendente y ajustar los pasos de la
oposición a una visión verdaderamente democrática del mundo,
“independientemente de las condiciones y ventajismo del oficialismo”,
como señala Freddy Lepage en su columna del viernes en este diario? ”
Estos temas que manosean con gran naturalidad los dirigentes de la
MUD, y la trastienda que ocultan, no son nuevos. Ni ciertos. En primer
lugar, no vivimos en el mundo maravilloso de Alicia, sino en el del
chavismo simple y duro. En segundo lugar, los políticos profesionales no
están enfrascados en un amable torneo poético, sino en una guerra sin
cuartel. Contra sus adversarios, pero también contra sus aliados. Por
último, el universo electoral sigue estando a merced de la implacable
alianza Miraflores-PSUV-CNE.
Precisamente para rechazar de plano esta opción, AD, Copei y una
fracción de PJ liderada por Leopoldo López, decidieron abstenerse de
presentar candidatos y votar en las elecciones parlamentarias del 4 de
diciembre de 2005. La abstención fue entonces de 75%, una contrariedad
sin duda deslegitimadora del régimen, que puso a Hugo Chávez contra la
pared, aunque por muy poco tiempo, porque los partidos se arrepintieron
enseguida de haber emprendido ese camino rupturista. Cinco años después,
el 26 de septiembre de 2010, creyeron haber superado aquel error. A
pesar de perder la votación por menos de uno por ciento, gracias a las
alteraciones ilegales del CNE en los circuitos electorales, esa pírrica
victoria se tradujo en una abultada diferencia de 33 diputados a favor
del régimen. No obstante, la MUD obtuvo 67 escaños, suficientes para
arrebatarle al régimen la mayoría calificada y para presentarle al
gobierno un sólido bloque opositor. Ya sabemos, sin embargo, que en la
práctica no fue así. A golpes físicos, jurídicos e institucionales, la
Asamblea, bajo la conducción de Diosdado Cabello, ha funcionado estos 5
años exactamente igual a la que se armó con la abstención en diciembre
de 2005.
En las próximas semanas continuaremos reflexionando sobre decisivos
temas electorales. Por ejemplo, la selección en la Asamblea de los
nuevos directores del CNE y la celebración de elecciones primarias en
las filas de la oposición, como se hizo hace 5 años, o volver a la
tradición dedocrática de los cogollos partidistas. Por ahora sólo
quisiera dejar en el aire una angustia inquietante: si en el terreno de
los hechos concretos nada diferenció la Asamblea monocolor de 2005 de la
multicolor de 2010, ¿en qué puede diferenciarse de ellas la Asamblea de
2015?
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