Gustavo Coronel
Feliz Año Nuevo para todos!
En reciente escrito, verlo en:
http://prodavinci.com/blogs/despues-del-nuevo-cne-votar-protesta-insurreccional-hay-alternativas-por-luis-vicente-leon/ el
excelente analista Luis Vicente León opina sobre la situación política
venezolana y hace algunas afirmaciones que vale la pena comentar. Dice
León:
No
es una situación fácil. Es evidente. La estrategia “exitosa” de control
político que ha aplicado el gobierno agarra a la oposición en un
momento de divisiones y conflictos internos. Es previsible que los
grupos extremos utilicen esto para llamar a una lucha radical por la
defensa de los derechos políticos y afirmen que la ruta democrática está
acabada. Y los argumentos que usarán son conocidos, porque ya los han
usado en el pasado: ¿para
qué ir a una elección con un CNE sesgado?; ¿cuánto tiempo pasará antes
de que el gobierno use a la Fiscalía para encerrar más adversarios?;
¿cómo ganarle un caso al gobierno en un TSJ que controla y hace años no
falla nunca en su contra?; ¿cuánto tiempo más debe pasar para darse
cuenta de que esto no es un democracia y que no saldrán por votos?
No
voy a cuestionar – continúa León - el derecho que tiene cada quien de
pensar como quiera, pero sí me gustaría retarlos con una frase que
aprendí de mi padre margariteño: “Tengan o no tengan razón, ¿con qué se
sienta la cucaracha?” Los grupos que se desatan pidiendo “sangre” por
Internet, quienes llenan Twitter con llamadas a la rebelión, esos que
insultan a quienes buscan alternativas democráticas y electorales, pese a
las condiciones adversas, y los llaman colaboracionistas, ¿qué es lo
que ofrecen para lograr su objetivo? ¿Con cuál organización pretenden
enfrentar por la fuerza al gobierno? ¿Dónde están las masas que los
acompañan en las calles? ¿Dónde están los líderes rebeldes, yéndose
abiertamente a la clandestinidad a dirigir esos grupos de combate? ¿Son
esos que ya no están en los medios diciendo que son políticos pacíficos
pidiendo la renuncia de un Presidente que ya no renunció? ¿Con
cuáles recursos se financiarían esas revueltas armadas contra el
gobierno despótico? ¿Dónde están las armas con las que enfrentarán a un
gobierno respaldado por el sector militar, entre otras cosas, porque
está pragmáticamente interesado y teóricamente obligado a defenderlo?
León
se muestra hasta agresivo en estos párrafos con quienes abogan por una
postura militante frente a los abusos de poder, corrupción e ineptitud
suicida del régimen. León enuncia, en tono sarcástico, algunos de los
argumentos que gente como yo, entre muchos otros, ha utilizado para
mencionar la necesidad de una insurgencia cívica: como ir a una elección
con un CNE sesgado? Como ganarle a un gobierno con un TSJ vendido? Y
después de enumerarlos se limita a decir: “con que nalgas se sienta la
cucaracha? “.
Me
parece bastante frívola y desdeñosa esta interrogante de León. Cuantos
leones domados no habrán existido en los tiempos de Miranda, Bolívar,
Mandela, Walesa, Havel, King, de los comuneros de Segovia y de todos
quienes se rebelaron contra la injusticia y el abuso de poder en
diferentes países, en diferentes etapas de la historia?. Esos leones le
deben haber dicho algo parecido a Gandhi: “Quédate tranquilo, Mahatma,
mira que no tienes carne ni para una empanada”.
No
se contenta Luis Vicente León con hablar así acerca de quienes
preferirían erguirse antes de seguir de rodillas. Va más allá y los
llama “grupos que piden sangre”, “esos que insultan a quienes buscan
alternativas democráticas”, etc. Ya esto excede una simple diferencia de
opinión para acusar a la oposición que busca rebelarse de ser
extremistas y, de alguna manera, enemigos de la “verdadera y única”
alternativa, la electoral. Nadie de la oposición militante, que yo sepa,
ha negado la validez de la ruta electoral, siempre y cuando esa ruta
tenga la imparcialidad que requiere todo país civilizado, lo cual
tenemos 16 años esperando y no se ve llegar. Pero no es justo negar la
validez de otras rutas específicamente contempladas en la constitución
vigente. Estas son rutas que no solo se definen como derechos sino como
deberes ciudadanos, incluyendo la de trabajar activamente para restituir
el estado de derecho, la democracia y las libertades vulneradas por un
régimen de ladrones y bárbaros. A quienes así piensan, con el mismo
derecho que tiene León de pensar diferente, éste les pregunta: “donde
están las masas, los líderes rebeldes, la organización, las armas”?
Esa
no puede ser la respuesta, amigo León. En Venezuela existe al menos una
mitad de la población que está en contra del régimen. Más aún, usted
mismo ha dicho que la popularidad del régimen es bajísima, lo cual
sugiere que las masas existen. Los líderes rebeldes surgirán, a pesar de
su pesimismo, como surgió Leopoldo López, como ha surgido Maria Corina.
El país está convergiendo hacia la gran protesta. La organización puede
establecerse. Una iniciativa como el Congreso Ciudadano puede
desembocar, con relativa facilidad, en un Frente Nacional
Pro-Democracia, el cual convoque a huelgas parciales o generales, que se
vaya a la calle y no regrese hasta que este régimen haya caído. Que
mayor arma que el pueblo en la calle? La legitimad constitucional de la
protesta masiva es indudable.
Nadie
puede garantizar que tal movimiento de protesta masiva tenga éxito pero
sus probabilidades serán tan buenas o tan malas como la sucesión de
elecciones en las cuales el régimen ha prevalecido con tretas y
triquiñuelas, contra las cuales la “buena” oposición protesta indignada
por unas horas, para luego sentarse a tomar café con la pandilla
usurpadora. Si la insurgencia cívica fracasa, al menos tendrá la virtud
de haber mostrado que el pueblo venezolano no se arrodilla y se resigna
frente a una pandilla de corruptos e ineptos que confunden el
estetoscopio con el telescopio.
Termina usted su escrito diciendo: La
protesta es un derecho y un deber cuando estamos ante la violación de
un derecho. Incluso: la protesta ahora tiene más sentido que nunca, pero
con el objetivo de convertirlo en energía para los procesos
electorales, para fortalecer la democracia y para articular una mayoría.
Después
de aceptar la legitimidad de la protesta, concluye usted en que la
única vía es la electoral. Yo discrepo. En muchos países la sociedad se
ha rebelado y ha cambiado su historia. Pero, más allá de sus
posibilidades de éxito, la insurgencia civil es un imperativo moral en
un país como Venezuela, el cual tuvo sueños de grandeza que se han
convertido, debido a nuestra lasitud ciudadana, en una pesadilla de 16
años.
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