Escribo a pocas horas de la
detención arbitraria de Antonio Ledezma, el alcalde metropolitano de Caracas.
Este hecho, que ya en sí representa un duro golpe al menguado Estado de
Derechos nacional, ha estado acompañado del anuncio de la bancada oficialista
del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), en el seno de la Asamblea
Nacional, de que se solicitará al Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) el
allanamiento de la inmunidad parlamentaria de Julio Borges, el diputado y
dirigente de Primero Justicia. Recurre nuevamente el gobierno a la tesis de un
golpe, una tesis desgastada ya pero que le permite al gobierno tomar acciones
de cara a incidir en el clima de opinión pública en Venezuela.
Desde mi perspectiva, con la
detención de Ledezma y el allanamiento de la inmunidad de Borges, así como de
otras eventuales acciones contra figuras opositoras, tienen por finalidad crear
la idea de que ya todo está perdido en Venezuela y de que no hay nada más que
hacer. Persigue el gobierno transmitirle la imagen al país mayoritario que le
adversa que esa minoría que tiene el poder hace lo que le plazca. No se trata
sólo de un ejercicio autoritario del poder, sino de demostrarlo. Todo ello,
según creo, persigue la desmoralización de los sectores sociales y políticos
que se identifican con el cambio y que apuestan a una ruta electoral para la
reconquista de espacios institucionales.
La notable pérdida de respaldo
popular que sufre hoy el presidente Nicolás Maduro, y que en su caída arrastra
al propio PSUV, coloca a este sector en el poder a debilitar la apuesta
democrática. Que quienes adversan al régimen sientan que ya nada se puede hacer
y opten por no votar sea por miedo, rabia o desesperanza. De eso se trata la
estrategia. De sacar a la alternativa democrática de la ruta electoral y
democrática que está planteada para este año 2015.
El PSUV ha entendido que si bien
estas elecciones no está en juego la presidencia, pero sí tienen muy claro que
el dominio de la Asamblea Nacional representa un espacio significativo de poder
institucional. Es desde la Asamblea Nacional donde se designan a otros poderes
públicos y un parlamento haciendo su tarea correcta, tiene todos los recursos
para fiscalizar al poder ejecutivo. Estas elecciones no son cualquier cosa y
eso puede ayudar a explicar cómo se intenta minar la confianza en esa ruta de
una salida institucional a la crisis política y económica que nos agobia.
La detención de Ledezma, así como
rechazar la existencia de otros tantos presos políticos en Venezuela, debe ser
un asunto que reunifique las acciones de protesta y rechazo de la sociedad que
apuesta por el cambio. Pero ello debe ir acompañado de estrategias que
efectivamente canalicen el rechazo popular y desde mi punto de vista, las
próximas elecciones son una vía para ello.
Se trata de pensar que en un año
como el actual no hay una estrategia única, desde la acción política opositora.
La protesta en la calle, las acciones de incidencia en los sectores populares,
la generación de nuevas redes de comunicación, todas son acciones válidas para
que la voz de la sociedad descontenta se haga oír. Pero sin duda que una vía
que debemos tener en el horizonte cercano son las elecciones parlamentarias. Sería
un tremendo error político, con graves consecuencias, como se dice popularmente
pisar el peine que pone el gobierno y dar por sentado de que ya nada puede
hacerse en Venezuela. Son tiempos difíciles, duros sin duda, pero no es hora de
rendirse. Antonio Ledezma sabe bastante de eso.
Vía El Nacional
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