Tuesday, February 3, 2015

Maduro copia el método Chávez de destrucción del enemigo político o empresarial

En: http://konzapata.com/2015/02/maduro-copia-el-metodo-chavez-de-destruccion-del-enemigo-politico-o-empresarial/

Las amenazas al sector privado de la economía son parte del mismo juego que se le aplica al sector de la oposición política: mantener al país alineadito. Las expropiaciones y el control del cambio con parte de los irrenunciables mecanismos de poder. Ya lo dijo Aristóbulo Istúriz: “El control de cambio en Venezuela no es una medida económica…es una medida política…Mientras gobernemos tendremos que tener control de cambio”.





31Por Pedro Benítez. @PedroBenitezF.-

Es muy pertinente que los 16 años del ascenso de Chávez al poder sean recordados con la sesión de inicio del año judicial 2015 desde la sede del TSJ. Después de todo, por allí  fue que él empezó a edificar su hegemonía política: doblegando la voluntad del máximo tribunal de la República.
Puede que alguno de los amables lectores recuerde que en los días previos a su primera toma de posesión el tema de debate nacional era cómo el nuevo mandatario cumpliría su promesa de convocar una Asamblea Constituyente, puesto que ese mecanismo no estaba previsto en la Constitución vigente de 1961.
Pero el mismo 2 de febrero de 1999 (adelantándose al Congreso Nacional que también podía intentar lo mismo) Chávez firmó un decreto convocando a referéndum para que los electores decidieran si se iba o no a Constituyente. Efecto sorpresa. Fue la primera de las muchas acciones con las que sorprendió a sus adversarios y al país a lo largo del tiempo.
A continuación el tema pasó a manos del Tribunal Supremo de Justicia de la época, que debería decidir la constitucionalidad o no del decreto ejecutivo. Insistimos: la Constitución de 1961 no previa su reforma mediante ese mecanismo. Así que según los conocedores en la materia el decreto sería invalidado por el máximo tribunal.
¿Qué ocurrió? Pues Chávez aplicó el segundo paso de su táctica: amenazó al Tribunal Supremo de Justicia con enviarle al pueblo. Y ya sabemos, se salió con la suya.
Sí, al inicio de su mandato Chávez tenía un abrumador apoyo en la opinión pública, los factores de poder (económicos, militares, etc,) dispuestos a darle el beneficio de la duda, el proceso constituyente era respaldado por mucha gente (que luego se pasarían a la oposición) y los potenciales adversarios de la propuesta, AD y Copei, eran dos partidos acorralados, desprestigiados, pero por encima de todo desmoralizados.
Pero si contaba con tantas ventajas iniciales: ¿Por qué no negociar una alternativa dentro de la Constitución bajo la cual fue elegido?
Muy sencillo: porque eso no le hubiera permitido imponer su voluntad sin cortapisas.
Y he aquí la tercera de las tácticas políticas del Chávez: No se negocia nunca con el adversario. Se le confronta, se le destruye, se le minimiza, se le aplasta, acorrala, se puede jugar un rato con él, pero al final se consigue el objetivo aniquilándolo o pasándole por encima.
Chávez sólo negoció cuando se vio derrotado: el 4 de febrero de 1992 y el 11 de abril de 2002.
El mismo bautizó su estilo como “método chaz” cuando inició su ofensiva contra el sector privado en 2005. Recordemos que inicialmente su proyecto consistió en hegemonizar al Estado, tomando el control del Poder Judicial y las Fuerzas Armadas, y sacando del terreno al Congreso Nacional donde no tenía mayoría. El sector privado de la economía lo dejó para después.
Desde un inicio algunos se percataron de ese “estilo” de hacer política:
“…El líder conoce la máxima de que al enemigo no hay que derrotarlo, hay que destruirlo…” Plomo Más Plomo Es Guerra/Proceso a Chávez. JCZ 2000. Pág. 79.
Incluso durante la campaña presidencial de 1998 hubo claros indicios de cuál sería su conducta futura tal y como Alberto Arvelo Ramos dejó como recuento en su libro: El dilema del chavismo. Una incógnita en el poder. 1998: entre otras cosas desplegó una desmesurada retórica de agresión contra sus adversarios que incluyó aquello de la “fritanga de cabezas adecas” y llegó a amenazar con entrar a Miraflores la noche misma de las elecciones, al conocerse los resultados a la cabeza de una gran movilización y tomaría así el poder.
Esa amenaza causó una importante crisis político-militar. En una reacción que ha sido olvidada,  el presidente Caldera fue quien le plantó cara al afirmar que no saldría de la sede del Ejecutivo: “ni un minuto antes ni un minuto después”. Lo que efectivamente cumplió.
Pero una vez en el ejercicio de la Presidencia, Chávez volvió a aplicar sus tácticas de confrontación que tan útiles le fueron a lo largo de su mandato, aunque hay que decir eso le costó el poder el 11 de abril de 2002.
Y así, a lo largo a lo largo de sus 14 años de poder, siempre se planteó la política en términos de confrontación: los buenos contra los malos. Los adecos, los copeyanos, la IV república, luego Bush, el “imperio”, más adelante la derecha apátrida y así sucesivamente. Como una operación militar donde había que barrer al enemigo. La fórmula era simple, nunca la ocultó, la aplicó una y otra vez y siempre le funcionó.
Por supuesto que no inventó el agua tibia. Ya las ideologías autoritarias como el marxismo-leninismo, el fascismo y el nazismo contaban con abundante literatura y experiencia al respecto: identificar al enemigo, culparlo de todo y así construir una hegemonía (de eso se trata) sobre ese argumento. En eso consiste hoy la guerra económica.
La primera oferta electoral de Chávez fue barrer con el sistema político surgido del Pacto de Punto Fijo y con la “moribunda” Constitución de 1961, y la mayoría de los electores votaron por eso. Aunque luego muchos se arrepintieron, ya era tarde porque una vez que le puso la mano a todo el Estado, y a PDVSA, varió el esquema de confrontación: los pobres (la mayoría marginada) contra los ricos (la minoría privilegiada). Yo me quedo con Catia, que ellos se queden con Chacao.
Ahora bien, sobre ese esquema Chávez construyó (desde el poder) su movimiento político y sus seguidores tomaron nota de ello. Lo que fue bueno para el comandante debe ser bueno para sus sucesores. Fue parte de un poco edificante proceso de pedagogía política. Exactamente lo contrario de lo que hizo Rómulo Betancourt con los militantes de Acción Democrática a quienes enseñó que negociar y perder el poder eran partes de la competencia política.
Como vemos, ese no es el caso del chavismo.
Las amenazas al sector privado de la economía son parte del mismo juego que se le aplica al sector de la oposición política: mantener al país alineadito. Las expropiaciones y el control del cambio son parte de los irrenunciables mecanismos de poder. Ya lo dijo Aristóbulo Istúriz: “El control de cambio en Venezuela no es una medida económica…es una medida política…Mientras gobernemos tendremos que tener control de cambio”.
Y ese planteamiento originalmente no es de él. Es de Chávez.
Todo lo anterior nos trae al hoy: ¿Por qué el poder político que encabeza Nicolás Maduro está dispuesto a aceptar que los desequilibrios económicos lleguen a los extremos a lo que ningún gobierno latinoamericano, ni ninguno de los ya lejanos gobierno del pasado venezolano, consideraría admisibles?
La respuesta a esa larga pregunta no la encontraremos en el campo de la economía, sino de la política.
Es una cuestión de mantener el sistema de dominación política. En eso que se denomina el alto mando político de la revolución se es plenamente consciente que todas las medidas que se implora que se apliquen tienen un inevitable costo político, que a la larga (así sea por la vía electoral y negociada) les va a costar el poder.
32Así que más que gestionar la economía se trata de sorprender, amenazar, confrontar, nunca negociar e imponerse. Y si no te gusta, te vas del país. Es parte del complejo entramado de intereses y de poder. Pero también es una cultura política. Un estilo. El populismo autoritario. El legado. Daka y Farmatodo son el mismo guión con nuevo reparto.
¿Que meter presos a los gerentes de la red Farmatodo es un pésimo mensaje en estas actuales circunstancias, anula cualquier resto de confianza y expectativas positivas, y acelera el colapso de los sistemas de distribución privados?
Sí. Pero hasta ahora esta táctica ha sido rentable y cuenta con el apoyo de Padrino López. Así que la siguen aplicando.
Por supuesto que en las alturas del poder no todo el mundo piensa igual. Unos son partidarios de realizar reformas para hacer “viable” el modelo socialista. Otros son partidarios de radicalizar. Y otros se dedican a intrigar y meter cizaña.
Maduro está intentando hacer lo que él cree que haría Chávez en su lugar: sacarse de encima a los Giordani, los Ramírez y los Rodríguez Torres que le hacen sombra. Apartar toda disidencia abierta en el PSUV. Afianzar su propio poder en el gobierno y en el partido. En ese campo si hay decisiones. La economía puede esperar.
Sí, ya sabemos. Él no es Chávez. Él lo sabe. ¿Pero qué otra cosa se le puede ocurrir hacer?

No comments:

Post a Comment