Editorial de El Nacional
Mientras la economía y la calidad
de vida se siguen deteriorando, la respuesta del gobierno consiste en evadir
sus responsabilidades y achacar los inocultables problemas a todo a quien se le
ocurra, excepto a su pésima gestión.
La primera reacción ha sido el
ocultamiento de las cifras que publicaban el Banco Central y el INE.
Actualmente el alza de los precios sólo se puede medir por el recuerdo de que
antes eran mucho más bajos. La escasez se constata por el largo de las colas
para abastecerse y por los militares armados para custodiarlas; el
debilitamiento de la economía por la proliferación de productos básicos
importados.
La segunda reacción ha sido
aumentar los controles y las amenazas. Las inspecciones a los centros de
distribución con el objeto de comprobar que se mantienen "precios
justos" para bienes ¡que no se consiguen!; la imposición de multas por
funcionarios de bajo rango que bien pueden compadecerse de los comerciantes si
son bien recompensados; y el anuncio de mayores sanciones que impondrán nuevas
brigadas de inspectores.
La tercera reacción fue
culpabilizar a otros e insistir en que le habían declarado una guerra económica
al gobierno. Presidentes y ex presidentes extranjeros, el imperialismo, el
capitalismo, la derecha, la oligarquía, los estudiantes, los buhoneros, los
industriales, los comerciantes y las amas de casa acaparadoras han sido
mencionados sucesiva o simultáneamente como los agentes o instigadores de los
ataques.
La cuarta reacción ha consistido
en anunciar nuevas políticas que no se materializan. Esta modalidad le ha
costado perder la preeminencia como "zares" de la economía a Jorge
Giordani, Nelson Merentes y Rafael Ramírez en lo que va del gobierno de Maduro.
Ante la falta de jefes que
pudieran enfrentar los problemas económicos, el propio presidente tomó el
relevo. A mediados del año pasado, Maduro dijo que adelantaría un
"sacudón" para derrotar la inflación y la escasez; en diciembre se
encadenó para anunciar la nueva política económica, pero una vez que estuvo en
las pantallas postergó para después de año nuevo una explicación de su
contenido.
Luego de un intervalo entre sus
viajes, apareció nuevamente en cadena pero no dijo nada, excepto que se
mantendría el lucrativo dólar oficial de 6,30 bolívares y se unirían los cojos
Sicad I y Sicad II en algún punto de la larga distancia que los separa y se
encomendó a Dios para enfrentar la baja en los ingresos petroleros. Además
llamó a un debate para lograr consenso sobre el precio de la gasolina, un
aumento que antes habían considerado indispensable no sólo él sino Ramírez.
Mientras tanto el dólar paralelo
se ha colocado en 30 veces el valor de la divisa oficial, se ha acelerado la
espiral inflacionaria, se han multiplicado las colas para abastecerse y han
desaparecido más productos, incluyendo los medicamentos.
Parece obvio que no hacer nada
ante una situación desesperada es la peor actitud. Pero ese parece ser el
camino escogido por Maduro para dirigir la economía desde el aire.
Vía El Nacional
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