Anabella Abadí
El Artículo 91 de la Constitución prevé que “todo trabajador o trabajadora tiene derecho a un salario suficiente que le permita vivir con dignidad y cubrir para sí y su familia las necesidades básicas materiales, sociales e intelectuales”. Y continúa diciendo que “el Estado garantizará a los trabajadores y trabajadoras del sector público y privado un salario mínimo vital que será ajustado cada año, tomando como referencia el costo de la canasta básica”.
Según el Vicepresidente, Jorge Arreaza,
“en una familia hay más de un ingreso por salario mínimo, puede haber
dos o más, más el cestaticket, más otro tipo de ayuda y transferencias
del Gobierno”. Suponiendo que una familia percibe dos salarios mínimos
(BsF 6.747 cada uno) y el máximo legal de tickets de alimentación (0,75
U.T.), en mayo de 2015 recibe BsF 13.494 líquidos y BsF 4.500 en tickets
de alimentación (20 días por mes).
1. ¿Cuánto le cuesta al empleado trabajar? En un día regular de trabajo, podemos estimar que un empleado gasta –al menos– BsF 27,2 en transporte (2 rutas suburbanas en Caracas y dos viajes de Metro con Metrotarjeta) y BsF 390,7 en un almuerzo promedio (estimado por el Cendas a abril de 2015).
Es decir, 20 días de trabajo al mes le cuestan –al menos– BsF 8.358 al
empleado, sin incluir otros gastos como, por ejemplo, uniformes. Si el
empleado gana salario mínimo y tickets de alimentación (total de BsF
8.997), gasta casi todo su salario trabajando y le quedan apenas BsF 639
(BsF 31,95 por día). No sorprende pues, que muchos trabajadores deban
tener más de un trabajo o que incluso prefieran trabajar a tiempo
completo en el mercado informal.

2. ¿Cuánto cuesta cubrir las necesidades familiares? Extrapolando
esta premisa, el salario mínimo promedio de los hogares venezolanos
debería poder cubrir el costo de la canasta básica, que incluye la
canasta alimentaria normativa y otras necesidades básicas como vestido,
calzado, vivienda (alquiler, servicios y equipamiento), transporte,
salud, comunicaciones, esparcimiento y cultura, educación, y
restaurantes y hoteles. Según el INE, a noviembre de 2014 (último dato
oficial disponible), la canasta alimentaria normativa de la familia
promedio venezolana costaba BsF 6.383. Por lo que la canasta básica se
estimaba en BsF 12.766. La inflación general al mes de diciembre de 2014
fue de 5,2%. Y a falta de información oficial, extraoficialmente se estima
que la inflación de los primeros 4 meses de 2015 llega a cerca de 50%.
Por lo que, para abril de 2015, podría decirse que la canasta básica
llegó a BsF 20.145. Es decir, para cubrir la canasta básica, los
ingresos promedios de un hogar debieron ser de BsF 20.145 para abril de
2015, BsF 2.151 más que dos nuevos salarios mínimos aprobados para mayo
de 2015 (incluyendo los tickets de alimentación).
3. ¿Los aumentos de salario mínimo protegen la capacidad de compra? Si
hay más dinero en circulación, pero la oferta de bienes y servicios es
más o menos la misma que había antes que ingresara ese nuevo dinero al
mercado, entonces los precios subirán y –por tanto– caerá la capacidad
de compra de los bolívares.
Dado que el aumento del salario mínimo
no es respondido por un aumento al menos proporcional en la oferta de
bienes y servicios, su capacidad de compra disminuye y el Gobierno
Central se ve obligado a seguir recurriendo a aumentos del salario
mínimo, lo que impulsa cada vez más la inflación. Aumentar el salario
mínimo es admitir que no es suficiente.
En el II trimestre de 2013, momento en
que Nicolás Maduro asumió la Presidencia Constitucional de Venezuela,
habían BsF 55 en circulación (M2) por cada unidad del Producto Interno
Bruto, pero para el cierre de 2014 esta relación subió hasta BsF 124.
Esto no sorprende al recordar que el dinero en circulación aumenta de
manera considerable vía gasto público (incluyendo los aumentos de
salario mínimo), mientras que se estima que el PIB creció apenas 1,3% en
2013 y se contrajo 4,1% en 2014. Y para 2015, algunas estimaciones
muestran una caída de 7%. Con lo cual, el aumento del salario mínimo
pasa de ser una solución de corto plazo a ser un problema de mediano y
largo plazo.
Proteger el salario implica que se
protege su capacidad de compra. Si se aumenta el salario mínimo, pero no
se toman medidas viables, oportunas y creíbles para controlar la
inflación, entonces dicho aumento impulsará aún más la subida de los
precios, lo cual supone un círculo vicioso en la economía. Controlar las
causas que disminuyen la capacidad de compra del salario mínimo, sería
una política con beneficios notables en el mediano y largo plazo.
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