Sunday, May 3, 2015

Nos gobierna una facción que no ha parado de mentir

EN: Recibido por email

 
ELIZABETH ARAUJO 
 
 
Para el escritor y profesor universitario Fedosy Santaella la lucha política no es solo guarimba y odio irracional. El autor de los sabrosos "Cuentos de cabecera" sostiene que el debate político es esencial para la democracia y que la Asamblea es terreno para la discusión y el diálogo por la democracia. "Allí usted se arrecha y forma su peo. Pero si no hay nadie que haya sido votado para arrecharse y formar peos, nada se logra. Es por eso que hay que votar"

El país llega a un momento crucial y la oposición al escenario donde la única salida es ganar. ¿Cuáles son las claves para triunfar en las parlamentarias? ­La corrupción del ciudadano comienza cuando se lo traga la apatía. Debemos entender que la vida ciudadana es vida de participación en los asuntos públicos, con mayor o menor intensidad, pero siempre haciéndolo. A pesar, incluso, de todas las dificultades impuestas. Por lo tanto, hay que votar. Debemos seguir teniendo muy en cuenta que si bien nos rige un principio de igualdad, también, por encima, a mi modo de ver, está la libertad. Somos iguales, pero somos ciudadanos libres y con distintos propósitos de vida. La pluralidad de ideas del país debe verse representada en la Asamblea, y por lo tanto, hay que votar. Y sí, somos iguales los venezolanos todos. Pero debemos entender que la igualdad no da pie a que cualquier mediocre ocupe cargos de importancia política. Debemos participar y apoyar a quienes están preparados para legislar, en base a sus estudios, trayectoria profesional y trayectoria ciudadana. En consecuencia, hay que votar. También debemos entender que la lucha política no es exclusivamente la guarimba y menos el odio irracional.

El debate político es esencial para la democracia. La Asamblea es el terreno para la argumentación, la discusión y el diálogo apasionado por la democracia. Allí usted se arrecha y forma su peo. Pero si no hay nadie que haya sido votado para arrecharse y formar peos, pues nada se logra.

Es decir, hay que votar.

Hay que tener claro en todo momento, que debemos distanciarnos de la sola idea del derecho. Nos han vendido una falsa idea de los derechos todos estos años. Derechos no es igual a mendicidad. Derechos no es igual a exigir lo que no merecemos.

A la gente se les habla de derechos por todos lados, pero no se les habla de deberes.

Tenemos deberes, y nuestro deber es pensar el país, actuar por el país, y votar es un derecho, pero también un deber. Conclusión: hay que votar.

¿Cómo ve un escritor la tragedia que sacude al país? ¿Hay un lugar para una historia de amor y esperanza? ­Vivimos tiempos cerrados, de ideas fijas, sin dinámicas. Nos gobierna una oligarquía obtusa disfrazada de revolución que lo que hace es cerrar el espectro de la libertad. Nos gobierna una facción que no ha parado de mentir y de producir ficciones mediáticas todos estos años. ¿Cómo es posible que el presidente acabe de decir que no es momento de aumentar la gasolina porque lo que necesitan es un 2015 victorioso? Es decir, lo que necesitamos, según el presidente, es más elecciones, más promesas, más populismos, más quedarse en el aparato y no resolver. La victoria está en ganar elecciones no es darnos un país mejor. Veo un grupo de funcionarios que ya no se piensan servidores públicos, sino dueños del país. Veo la terquedad y la miseria del incapaz. Hay problemas con la electricidad porque los venezolanos aún son consumistas y viven metidos en los centros comerciales. Hay asesinatos en la calle porque la CIA se ha colado entre la gente y se ha disfrazado de delincuencia.

Hay escasez porque los empresarios se arruinan a ellos mismos para lanzarle la guerra económica al gobierno. Veo una retórica absurda de la igualdad que no nos lleva a ningún lado, y una peor comprensión de los conceptos de libertad. No obstante, confío que en algún momento, poco a poco, podamos irnos abriendo. Confío en que se acabe algún día el miedo y el odio "amoroso" que nos sembraron. Pero ya lo dijo Charles Mackay: "Es cierto que los hombres piensan en masa; y se comprobará que enloquecen en masa, pero sólo recuperan la cordura lentamente, y de uno a uno". Luce lejos ese día, pero no hay que dejar de creer que será posible.

Inseguridad, inflación, planes improvisados que fracasan y ofertas electorales que seguro serán pagadas con el préstamo chino ¿Por qué hay gente que en medio de esta calamidad votan por el oficialismo? ­Son muchas las razones. Pero una cosa sí hay que recordar: la mayoría, esa mayoría que llaman pueblo, también puede ser dictatorial. Su interés puede estar basado en un interés muy mezquino: "nosotros siempre hemos estado mal, que se jodan también los otros, que alguna vez han estado más o menos bien". La mayoría, si cae bajo la perversa didáctica de un cierto gobierno, también puede terminar pensando de modo perverso. La voluntad general no es el "pueblo", la voluntad general es una abstracción que aspira al bien común, al bien de todos y cada uno de los ciudadanos del país. La mayoría no es necesariamente todos y cada uno de los ciudadanos del país. La mayoría también puede ser una facción con intereses propios y egoístas.

¿Cuál es el drama de Nicolás Maduro, amén de haber sido electo presi
dente en circunstancias tan difíciles para el país? ­Los animales son seres cerrados, completos en sí mismos, perfectos. Los seres humanos no. Los seres humanos somos imperfectos, nacimos débiles, sin armaduras. Los seres humanos debemos establecer un hiato entre nosotros y el mundo, para poder pensar el mundo y sobrevivirlo. Hay personas que andan por la vida como animales, cerrados ante el mundo. Como muchas mascoticas, quizás los patearon cuando eran pequeños. 

Luego, cuando crecen, son seres agresivos y cerrados al amor... Ah, perdón, me puse hablar de otra cosa. Creo que el problema del Presidente es que no escucha la voz del país, porque tiene unos ideales revolucionarios que no se ajustan a la realidad. Son ideales bonitos, profundamente humanos, pero solamente con las ideas no se hace un mundo mejor. El presidente quiere que seamos todos iguales, un país de venezolanos iguales y felices. 

Pero yo no sé, yo no sé si siendo todos iguales somos todos felices. Y bueno, tampoco veo mucha igualdad en todos aquellos que se lucran a su alrededor. En aquellos pocos que son cada vez más millonarios y libres de hacer lo que les da la gana. Esos, para jugar un poco con los conceptos, no son iguales al resto de los venezolanos, pero sí tienen libertad, la libertad de hacer lo que se les antoje gracias al dinero que nos han robado. 

Es obvio que el gobierno prepara toda una artillería para amedrentar y escamotear los comicios. ¿Está mejor preparada la MUD que en otras elecciones? ­No tengo idea. Creo, así lo he visto, que cada vez más, la gente, en general, tiene los ojos abiertos ante las escaramuzas del gobierno. Poco a poco hemos ido aprendiendo las trampas. Hay algunas que podemos vigilar y controlar. Hay otras, las que ocurren puertas adentro, y desde los teclados de los computadores, pues que son imposibles de combatir. No obstante, ante una evidencia masiva de votos, nada se puede hacer. O eso creo, disculpe mi inocencia. 

Hay quien se ubica en un escenario pesimista: ganamos; pero el gobierno se saca debajo de la manga una carta para ganar la partida ¿Qué debería hacer la MUD si una situación semejante llegara a ocurrir? ­De los malos se puede esperar cualquier cosa. No obstante, cada maldad que realizan, los deja cada vez más en evidencia. En situaciones tan adversas, lo único que puede hacer un ente como la MUD es trabajar por dejar en evidencia la perversidad del tramposo. Acá en Venezuela y en todo el mundo. Y entonces la calle, porque en la calle, también se ejerce la democracia. 

¿Qué novela de las que usted ha leído se parece a este país? ­Hablemos de un cuento: "El diente roto", de Pedro Emilio Coll. Y hablemos de un libro que prefigura de manera horrenda lo que se pretende con las falacias que nos lanzan desde la tarima: Utopía, del señor Moro. 

Todavía subyace en ciertos opositores eso que llaman la desesperanza aprendida y que se manifiesta en el sanbenito de que "al final nos van hacer trampa". ¿Qué le diría al ciudadano que le sale con ese discurso? ­Que él mismo se está haciendo trampa. Y repito: la corrupción del ciudadano comienza en la apatía. 

Vía Tal Cual

No comments:

Post a Comment