Mario Szichman
The Wall Street Journal, el diario de más venta en los Estados Unidos, y The New York Times, ganador de 114 premios Pulitzer, más que ninguna otra organización noticiosa estadounidense, en buena parte debido a sus tareas investigativas, se dedicaron ayer y hoy a reseñar las pesquisas que lleva a cabo The Druge Enforcement Administration contra varios funcionarios venezolanos presuntamente involucrados en actividades de narcotráfico y de lavado de dinero.
The New York Times aprovechó para publicar el desmentido del presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, Diosdado Cabello, tras las acusaciones divulgadas ayer por The Wall Street Journal.
“Quienes me acusan hoy de tráfico de drogas”, dijo Cabello en declaraciones publicadas en inglés (la nuestra es una traducción) “que presenten una sola evidencia, apenas una, apenas una”. El dirigente político venezolano pronunció esas palabras ante la televisión venezolana. El diario informó que estaba rodeado por varios legisladores presentes en la Asamblea Nacional, aunque no especificó su filiación política.
“Durante nuestras vidas”, siguió diciendo Cabello, “hemos sido combatientes por el nuevo hombre y la nueva mujer, y nunca se nos ocurriría involucrarnos en cualquier cosa capaz de dañar a los jóvenes de Venezuela o del mundo”.
El periódico aprovechó también para hacer un “follow–up,” un seguimiento de las denuncias aparecidas ayer en The Wall Street Journal. Parte de la información fue solicitada por el matutino neoyorquino a funcionarios de la DEA, y del departamento del Tesoro.
“La investigación, que incluye imputaciones de lavado de dinero y de tráfico (presumimos que de drogas)” se “enfoca en uno de los más poderosos políticos de Venezuela, Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional, de acuerdo a los funcionarios, que insistieron en el anonimato a fin de discutir un caso activo”, indicó el periódico. (La nota está fechada en Washington).
El corresponsal de The New York Times dijo que se ignora lo que podrían hacer los fiscales norteamericanos con las evidencias “que habrían recolectado sobre el señor Cabello y otros” funcionarios venezolanos.
Debido a las “tensas” relaciones entre Washington y Caracas, resulta problemático que las autoridades de Venezuela “entreguen líderes de alto perfil, en caso de que sean acusados”. Sin embargo, hay algo que los fiscales pueden hacer, indicó el periódico: “dificultar los viajes” a los implicados, “y congelarles los bienes que poseen en el exterior”.
The New York Times recordó que en fecha reciente, Cabello entabló una demanda por difamación contra dos periódicos venezolanos y contra un portal noticioso, por divulgar artículos sobre la cooperación de un ex funcionario venezolano con investigadores estadounidenses, posiblemente Leamsy Salazar, ex guardaespaldas del fallecido presidente Hugo Chávez Frías.
Otra parte del artículo está dedicada a reseñar previas investigaciones realizadas en Estados Unidos por el departamento del Tesoro norteamericano.
“Funcionarios de Estados Unidos han denunciado desde hace tiempo que existen vínculos entre militares venezolanos y narcotraficantes”, dijo el artículo. “Esos vínculos, de acuerdo a los funcionarios, incluyen una estrecha relación con el principal grupo guerrillero en la vecina Colombia, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, que obtiene buena parte de sus ingresos a través del narcotráfico, especialmente de cocaína”.
Tanto los rebeldes de las FARC “como los narcotraficantes, se desplazan con facilidad a través de la frontera con Venezuela”, indicó The New York Times citando a investigadores. En ocasiones, los narcotraficantes “aceitan el camino con sobornos o, según algunas pesquisas, a través de la asociación con militares venezolanos”.
Buena parte de la cocaína “que viaja al norte, rumbo a Estados Unidos, pasa por Venezuela”, señaló el periódico, que citó a funcionarios norteamericanos. La droga suele viajar "en pequeños aeroplanos que son cargados y despegan de pistas escondidas en Apure, un estado occidental de Venezuela”.
The New York Times dijo que el presidente Chávez “cortó toda cooperación con la DEA en el 2005, acusando (a la agencia norteamericana) de espionaje. Luego de eso, se incrementó el desplazamiento de la droga a través del país”.
El Departamento del Tesoro ha dicho en varias ocasiones que “oficiales del ejército venezolano y funcionarios del gobierno trabajan con narcotraficantes, acusaciones que (el gobierno de) Venezuela ha rechazado como falsas”.
El diario también recordó que en julio de 2014, el general Hugo Carvajal, ex director de la inteligencia militar de Venezuela, fue arrestado en Aruba a solicitud de las autoridades norteamericanas. Investigadores estadounidenses habían acusado a Carvajal de “recibir dinero de un narcotraficante colombiano y de participar en los embarques de cocaína a Estados Unidos”.
El general había viajado a Oranjestad tras ser designado cónsul general en la isla, y las autoridades venezolanas reclamaron su retorno. Tras volver a Venezuela, el presidente Nicolás Maduro exaltó sus virtudes, y negó toda acusación contra el general, quien se perdió así la ocasión de pulir su conocimiento del papiamento, un lenguaje fascinante que también se habla en Bonaire y Curaçao, e incorpora palabras del portugués, de idiomas del Africa occidental, del holandés y del español.
En realidad, pese a su diminuto tamaño, Aruba es el sueño de un filólogo hecho realidad. También se habla portugués, chino, francés y alemán. Por ahora, el general Carvajal deberá abandonar sus ambiciones de convertirse en un políglota.
A cambio, podrá engrosar la fila de los funcionarios que empiezan a propiciar con entusiasmo el turismo interno. De todas maneras, en Caracas la Alianza Francesa da buenos cursos de idioma. Y si no nos equivocamos, también está el Instituto Humboldt.
@mszichman
http://marioszichman.blogspot.com/
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