El Gobierno inyecta dinero en el
sistema para sostener las acciones de grandes empresas
La Bolsa
de Shanghái registró el lunes su primera jornada de ganancias después de tres
semanas en caída libre. El principal índice bursátil del país se había dejado
casi un 30% de su valor en menos de un mes y los inversores —la mayoría de
ellos pequeños ahorradores sin conocimientos financieros— habían empezado a
abandonar en masa los parqués ante la
evidencia de que la burbuja se estaba desinflando. Ante los temores de que el
desplome afectara la estabilidad de la segunda economía mundial, Pekín decidió
actuar de forma contundente y logró detener la caída. Aunque está por ver si
esta dinámica seguirá en las próximas jornadas, porque el comportamiento de los
millones de inversores chinos es impredecible.
Durante
el pasado fin de semana, las autoridades chinas convocaron a los responsables
de numerosos organismos estatales y directivos de firmas de inversión en Bolsa
públicas y privadas para dar una respuesta común al batacazo en los mercados de
renta variable. Estas últimas se comprometieron a comprar acciones por valor de
120.000 millones de yuanes (unos 17.500 millones de euros) gracias a los fondos
que les proporcionará la Corporación de Financiación del Mercado de Valores de
China, que a su vez recibirá una línea directa de liquidez procedente del Banco
Central.
Los pequeños
ahorradores habían empezado a abandonar en masa los parqués
Pekín
también ha anunciado una moratoria temporal a las nuevas salidas a Bolsa para
impedir que se drene aún más liquidez y ha ordenado a las corredoras que las
compras se centren en las acciones de las grandes compañías nacionales. El
Fondo Nacional de Seguridad Social, que cuenta con activos por valor de 145.000
millones de euros repartidos entre bonos y acciones, ordenó este lunes a sus
gestores que no vendieran "ni una sola acción", según informó el
medio local Caijing.
Este
conjunto de medidas para restablecer la confianza, sin embargo, no parecen
haber calado entre los pequeños inversores. Este lunes las más beneficiadas es
fueron las grandes compañías estatales, muchas de las cuales registraron una
subida del 10% del valor de sus acciones, el máximo permitido por día. Los
títulos que no han recibido el apoyo explícito de los fondos, sin embargo, han
seguido cayendo. Prueba de ello es el comportamiento de la Bolsa de Shenzhen,
situada en el sur del país y en la que cotizan empresas del sector tecnológico,
que a pesar del conjunto de medidas lanzadas acabó perdiendo un 2,7%. Muchas de
las empresas de este parqué habían cuadruplicado su valor en el último año
gracias al impulso de los pequeños inversores chinos que veían como las
cotizaciones no paraban de aumentar. En las últimas semanas el índice de
referencia se ha dejado un 33%.
"Aún
está por ver si los grandes valores lograrán finalmente calmar a los más
pequeños o si estos últimos continuarán desestabilizando el resto del
mercado", aseguró a Reuters el jefe de Estrategia de Bocom International,
Hong Hao.
Tanto el índice de Shanghái como
el de Shenzhen se revalorizaron más de un 100% en el último año, a pesar de que
la economía china está en fase de desaceleración. Cuando a partir de junio se
empezó a corregir la tendencia alcista, los reguladores lo vieron como algo
natural tras meses de subidas casi ininterrumpidas. Pero pronto empezaron a
preocuparse ante las fuertes caídas y pusieron sobre la mesa medidas para
estabilizar el mercado, como un recorte de los tipos de interés o la rebaja del
30% de los impuestos al intercambiar acciones. Ninguna de ellas calmó a los
inversores y está por ver si las últimas lo harán: "Voy a esperar a
recuperar parte del dinero perdido, pero después me iré. He aprendido la
lección", dice a este periódico uno de ellos.
Vía El País. España
Que pasa Margarita
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