Enrique Viloria Vera
Los
cocodrilos vierten lágrimas cuando devoran a sus víctimas.
He
ahí su sabiduría.
Francis
Bacon
No se trata de una frase zoológica o ecológica ni de un
nuevo programa de las canales por cable que se lucran con los usos y costumbres
de animales salvajes y peligrosos. En este caso, nos referimos a una expresión
más bien antropológica, sociológica, política, que los venezolanos de siempre,
y más ahora los del súbditos del
socialismo del siglo XXI, utilizamos para referirnos a unos particulares
especímenes de la realidad nacional.
Estos caimanes, además de formar parte de un mismo caño,
torrente, regato, río o pantano, tienen una idiosincrasia común, una manera de
ser, de actuar, de entenderse a sí mismos y a sus semejantes. Dicen que aman la
pobreza, pero se les ve nadando a sus anchas en aviones públicos y exclusivos,
recorriendo el mundo a expensas del erario nacional, duermen en hoteles de alto
standing y comen en restaurantes de tres estrellas, beben bueno y caro, porque
el ron y el miche son recuerdo tristes de un pasado de barricadas, piedras,
cauchos quemados y fallidos Golpes de Estado.
Son hablachentos, parecen más bien guacamayas o loros
reales con cola y escamas, se jactan de sus saberes, opinan de todo y tienen
por supuesto la última palabra. Nada les halaga más que la adulación, el
jalagalonismo, la candonga, el aplauso de sus focas aliadas por momentos, a pesar
de que no estén exentas de las mortales dentelladas de nuestros saurios:
¡ORDENE! ¡ORDENE! es lo que más le gusta oír a estos pretendidos
demócratas.
Engullen, manducan todo lo que pueden, devoran sin piedad
las divisas, las reservas nacionales, las instituciones, las leyes, la
justicia, la separación de poderes, las relaciones internacionales con sus
países vecinos, los fondos chinos o de cualquier naturaleza, Son dadivosos
pa´fuera con los cafiches caimanes de otros caños, pero pa´dentro con las escuálidas
lagartijas, todo es escasez, regulación, control, terminal de cédula y cola
permanente.
Agresivos, pendencieros, bravucones y fanfarrones, viven
en continuada batalla, en guerras fantaseadas contra enemigos inventados, les
encanta mostrar los dientes y las garras especialmente en cadena nacional,
están siempre dispuestos a insultar y ofender a quien sea, especialmente si es
paisa, gringo, español o guyanés, porque nada quieren con esos caños de otra
índole.
Verdes oliva siempre, portan un penacho rojo que los
distingue y diferencia, se declaran a si mismos los nuevos próceres de la Patria Socialista , es enfermiza
su oportunista devoción por el Caimán Mayor, el Supremo, que reposa en un caño
especialmente construido para su eternidad.
Les encanta un joropo, un son cubano, una salsa brava
para bailar con sus caimanas, la única canción a la que le temen es a la que
dice: Se va el caimán, se va el caimán…
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