EN: http://konzapata.com/2015/08/manual-de-instrucciones-para-visitar-morrocoy-en-campana-electoral/
Por Elizabeth Fuentes.
La pregunta es obvia. ¿Cómo se le ocurrió semejante desatino? Porque las imágenes previas
de la señora de Diosdado Cabello envuelta en poder, recibida por el destacamento militar de Morrocoy como una
heroína, con decenas de soldados en posición de firmm.., y una cintica tricolor a punto de ser cortada para inaugurar
quién sabe qué cosa, le pudieron haber advertido a la Ministra de Turismo que lo suyo era eso, cumplir con el rito y
ya.
¿Pero en qué momento se le ocurrió pensar que era una buena idea visitar las playas de Cayo Sal y perderse entre
los turistas, darles la mano, conocer de cerca la situación de las playas de Morrocoy? Y vaya que la ministra Cabello
ha tratado de buscar alianzas para aprender, en fáciles lecciones, cómo se come ese cargo donde la pusieron.
De cara a unas elecciones que lucen muy complicadas para su corazón pesuvista, probablemente la señora imaginó
que una buena administración en lo que queda del año podría arrastrar uno que otro voto para su intención y la de
esposo de seguir en el poder per secula seculorum. Y en ese empeño ha tratado de enamorar a quienes añoran
ver a una Venezuela plagada de turistas extranjeros, con hoteles cinco estrellas donde todo funcione, donde
florezcan micro empresas, posadas y restaurantes, con cruceros que desembarquen en La Guaira y vuelos directos
desde Porlamar a New York. Como era Venezuela antes. O como es Cuba ahora.
Pero quizás la señora ministra obvió algo más importante que buscar votos. Y es que cualquier político, o funcionario
medianamente profesional, no puede arriesgarse a codearse con el pueblo, con la gente, los votantes o como quiera
llamarlos, sin evaluar previamente cómo va a quedar ahí. Una fría recepción de un aspirante a diputado en algún
centro poblado, puede acabar con sus ambiciones. Un rechazo unánime, colectivo, espontáneo y sin más conductor
que la rabia hacia lo que representa, puede hundir por un buen tiempo sus ambiciones de pasar a la historia. Y
arrastrar a varios tras de si.
De allí que el gesto (¿arrogante, ingenuo, sorpresivo?), de la ministra y la gobernadora de atracar en Cayo Sal,
rodeadas de seguridad y militares, de creer que iban a pasear por la playa y saludar uno a uno a cada temporadista,
no puede menos que interpretarse como un desconocimiento absoluto de la arena que pisan, literalmente.
Que bastaba con abrir los diarios locales la mayoría con tendencia oficialista, para percatarse que en Falcón la
delincuencia está haciendo estragos, al extremo que ese mismo día, 60 venezolanos fueron asaltados en las playas
de Tucacas. Y que mientras las OLP detienen en Carirubana a seis pendejos con algunos paqueticos de detergente y
harina o la policía persigue a dos lancheros que llevaban una carga de plátanos a Aruba o Curazao, los asesinatos a
malsalva siguen su ruta. Como las colas para comprar alimentos o medicinas, triplicado el sufrimiento por el solazo
implacable que le amarga la vida a cualquiera.
Que si al menos se hubiese dedicado a leer las encuestas – que están todas a disposición de su esposo, la señora
Cabello sabría que en el occidente, justo donde se ubica Falcón, el 99% de los encuestados por la empresa IVAD,
asegura que ha tenido problemas para conseguir los alimentos de la cesta básica. Y a 91% no le alcanza el dinero
para comprar lo necesario para su hogar. Y 87,6% sostiene que la situación política es mala y 88% dice lo mismo,
pero de la situación económica. ¿Y a quién responsabilizan en los estados de occidente se semejante desaguisado?
65% considera que la culpa es del Gobierno y de Nicolas Maduro, un Gobierno que perciben como corrupto nada
menos que 87,2% de los pobladores occidentales.
Asi que, con estos números en la mano y una hojeada a la prensa regional, la señora Cabello pudo evitarse que
sopotocientos turistas la siguieran y la insultaran y la pusieran, en una visita de poco menos de cuatro minutos, de
patitas en la lancha. Y a eso se le añade lo que reclamaba a voz en cuello una de las presentes en Cayo Sal. “¿Cómo
se le ocurre amargarnos las vacaciones? Si uno viene aquí a olvidarse de la política, de las colas, de tanta vaina”…
Lo peor de todo, es que apresaron a cinco de los cientos de personas que manifestaron su rechazo. Una medida que,
en términos de inteligencia cubana, va dirigida a evitar que se replique. Pero, lo que sí es seguro, es que tampoco
ningún funcionario del gobierno de Maduro intentará repetir el mismo riesgo de la señora Cabello, de salir al aire
libre a saludar venezolanos a ver qué pasa.
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