EDITORIAL EL NACIONAL
Luego de
la estrafalaria reunión en Quito, donde Venezuela nada tenía que decir y nada
importante dijo (para vergüenza nuestra), que no fuera una torpe y bobalicona
justificación de los atropellos y violaciones de los derechos humanos cometidos
bárbaramente contra familias empobrecidas y hambrientas, que apenas se
cobijaban en ranchos miserables, pero que según los voceros del gobierno
venezolano constituían peligrosas y millonarias mafias que pervertían el
comercio legal en la frontera.
Primera
vez en la vida que las mafias viven en tan depauperadas condiciones, sin
comodidades de ningún tipo y sin dar señales de estar en posesión de bienes
lujosos y de mantener una alacena repleta de alimentos que harían las delicias
de un chef que se dispone a servir un gran banquete.
Nada de
eso. Las fotos y los videos de los noticieros nacionales e internacionales
mostraban, a cada momento, a filas de gente pobre cruzando con sus enseres al
hombro las trochas que ya estaban en uso tiempo atrás sin que nuestros soldados
se percataran de ello o, más bien, se negaran por órdenes superiores a
percatarse de ello. Atropellados, humillados, desalojados y, para colmo,
acusados oficialmente de ser vulgares delincuentes que estaban hundiendo la
economía del país.
Hay que
ser bien cínico para no darse cuenta de que la economía de Venezuela se ha
hundido por los errores garrafales que presidentes y ministros han cometido por
ignorancia e ineptitud, además de la innegable tendencia a enriquecerse
metiendo mano en los dineros públicos. Basta con comparar las modestas
condiciones en que vivían, años atrás, estos señores que hoy medran en el poder
socialista y la ostentación pública que estos burócratas y oficiales superiores
hacen hoy sin ningún pudor.
Mientras
desalojan de sus miserables viviendas a esta gente desahuciada por la vida y le
niegan hasta un mínimo destino, los señores civiles y militares compran lujosas
residencias en la Alta Florida, en Caracas, por cantidades en dólares que nunca
soñaron poseer en vida. De igual manera han actuado en el interior del país y
en el exterior. Habría que preguntarse con qué dinero un integrante del clan
electoral compró la residencia de la señora Beracasa.
Quienes
conocen la extensa zona de la frontera colombo venezolana bien saben cómo se
manejan los negocios millonarios en esos lugares, precisamente entre grupos
mafiosos de alto vuelo, ya sean civiles o uniformados de cada lado de la
frontera. El dejar hacer y dejar pasar tiene una larga existencia y no solo en
estos 16 años oscuros de bandidaje socialista. A otro perro con ese hueso.
Lo que se gasta en esas reuniones
de alto vuelo a las cuales se asiste empujados por la urgencia y no por la
reflexión mutua y serena sería, a no dudarlo, un dinero que resultaría más útil
en la creación de instancias binacionales que, a diferencia de las experiencias
pasadas, sean éticas y profesionalmente sólidas, así como extremadamente
pragmáticas en la búsqueda de soluciones sensatas.
Vía
El Nacional
Que pasa Margarita
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