EDITORIAL
EL NACIONAL
Ahora,
cuando es vox populi que la Fiscalía no es un lecho de rosas sino un nido de
escorpiones, es bueno recordar que, en la denostada IV república, instituciones
como el Ministerio Público no eran precisamente apéndices del gobierno de
turno.
La firme
e impecable actuación como fiscal general del recordado José Ramón Medina en el
caso de Jorge Rodríguez –que llevó a la cárcel a los autores de ese vil
asesinato– y del “notable” Ramón Escovar Salom, cuyo empeño fue ariete para
enjuiciar a Carlos Andrés Pérez, son dos ejemplos de desempeño judicial
autónomo e independiente.
Pero el
comandante eterno, no más al llegar, mandó a parar o más bien a arrodillar. Con
su bulldozer ideológico demolió las estructuras democráticas para construir un
andamiaje autoritario que le permitiera concentrar el poder al máximo.
El
sometimiento del Ministerio Público a la férula del Ejecutivo se vio venir
cuando Chávez logró imponer a Javier Elechiguerra en la jefatura del despacho,
no por los méritos del abogado, que bien los tenía, sino por haber defendido a
los golpistas. Y cuando Elechiguerra se alebrestó, el eterno decidió que dos
años de transitoriedad eran suficientes y se dedicó a buscar un incondicional
para encomendarle el trabajo sucio.
Lo
encontró en Isaías Rodríguez, abogado embarra versitos que sabía leer miradas y
puso un petardo que ni pintado con el expediente de Danilo Anderson. Premiado
con una embajada de postín, Madrid, el poetastro dio paso a la actual
persecutora, que había trabajado a sus órdenes en el bufete maracayero de la
“Bruja” Márquez y Priscila López.
Luisa
Ortega ha cumplido con eficiencia su rol de acusadora al modo de
Fouquier-Tinville, el fiscal al servicio de Robespierre que, con falsas
imputaciones y amañados procesos, condenó a la decapitación a cientos de
franceses que ponderó “enemigos de la patria”.
Como
Robespierre, que en trance de ser guillotinado expresó que nada tenía que
reprocharse ni había sido marioneta de nadie, nuestra justiciera y blonda
letrada desmiente a Franklin Nieves, cuestiona su huida, no refuta con firmeza
sus contundentes revelaciones –¡el gobierno planificó el encarcelamiento de
Leopoldo López, incluso antes de los hechos del 12-F, por los cuales se le
condenó a 14 años de cárcel!– y a falta de otros argumentos sugiere complicidad
con enemigos del gobierno (no de la justicia o la verdad) y asevera que Nieves
solo dice “cosas generales, vagas y vanas”.
¿Por qué
insistir entonces en desmentirlo? “En el Ministerio Público no presionamos a
nadie (…) Nieves ejercía su trabajo con autonomía e independencia. El
Ministerio Público nunca lo presionó”. Muerde aquí.
Y para
poner un tono de comicidad a lo que debería ser una seria deposición remata con
bufo puntillazo: “Nunca señaló ninguna irregularidad y pudo inhibirse, haber
renunciado, pero solicitó la jubilación (...) Ahora perdió su derecho a la
jubilación”.
¿Y ella qué perdió? Por lo pronto
el respeto de un país entero. ¡Vaya fiscal que nos gastamos!
Vía El Nacional
Que pasa Margarita
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