EDUARDO MAYOBRE
5 DE AGOSTO 2016 - 12:01 AM
Casi por casualidad cayó en mis manos el libroKeynes, el retorno del maestro del profesor británico Robert Skidelsky. Fue publicado en 2010 y se refiere a la crisis financiera de 2008. Afirma que con ella concluyó la era que denomina del consenso de Washington. Es decir, el auge de las políticas de libre mercado e inhibición de la intervención del Estado que comenzó con los gobiernos de Margaret Thatcher (1979-1990) y Ronald Reagan (1981-1989). Contrasta dicho período con el que lo precedió, al que llama de Bretton Woods, el cual habría predominado desde 1950 hasta la crisis de los precios petroleros de 1973. Los años intermedios habrían sido de transición.
El enfoque adoptado por Skidelsky le permite, por una parte, aplicar una perspectiva de largo plazo para evaluar el acontecer económico en el siglo que va de 1910 a 2010. Por otra parte, le da la oportunidad de indagar sobre la influencia del pensamiento económico en el manejo real de las economías. Antes de 1930 y hasta que se produjo la Gran Depresión predominaron las doctrinas clásicas heredadas del siglo XIX. Desde mediados de la década de los años treinta en adelante, la mayor influencia fue de las ideas de John Maynard Keynes, a quien considera el más grande economista del siglo XX.
Skidelsky es un reconocido y laureado biógrafo y discípulo de Keynes. Sensatamente estima que la década de los años cuarenta no conformó un sistema de manejo económico debido a los impactos y distorsiones creados por la Segunda Guerra Mundial. Por ello utiliza a 1950 como el año de inicio del manejo keynesiano de la economía.
Compara la época de Bretton Woods (1950-1973) con la del consenso de Washington (décadas 1980-1990) y muestra con números como la primera, a la que también llama “época dorada”, fue más eficiente y exitosa.
Pero no adopta una actitud maniquea de dividir al mundo entre los buenos y los malos para condenar a lo que se ha llamado el neoliberalismo, sino que con una visión histórica constata que en por lo menos el último siglo se han presentado ciclos en los cuales se han sucedido las políticas progresistas (keynesianas) y las conservadoras (tipo Milton Friedman).
La sucesión tiene lugar cuando uno de los sistemas deja de funcionar por agotamiento, exageraciones, impericias o shocks externos y se produce una crisis, habitualmente una recesión, que desprestigia el manejo económico que se venía teniendo y el pensamiento en que se sustentaba. Tal fue el caso con la crisis del dólar de 1971 y del petróleo de 1973. Según Skidelsky tal ha sido también el caso de la crisis financiera de 2008, con la cual terminaría el predominio del consenso de Washington. Esto último apuntaría hacia una nueva etapa progresista, para la cual sería necesario retomar el pensamiento de Keynes.
Lamentablemente la sucesión señalada por Skidelsky no se da automáticamente. Entre un período y otro acostumbra a suceder una etapa de transición en la cual el fracaso del modelo anterior no produce el germen de un nuevo modelo o manera de pensar, sino recoge todos los temores y resentimientos que se han acumulado. Es la etapa de los mesías y los despropósitos. Las crisis pueden producir grandes estadistas, como Winston Churchill, Franklin Delano Roosevelt o Aneurin Bevan, pero también pueden producir monstruos como Benito Mussolini (1922-1945) y Adolf Hitler (1933-1945).
A ocho años de la crisis de 2008, estamos todavía corriendo el riesgo de que se produzcan tales monstruosidades como lo muestran los ataques terroristas, la candidatura de Donald Trump, el arraigo del neofascismo en Austria, la ingobernabilidad de España, la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea y, más recientemente, el intento de golpe de Estado en Turquía. Ante tal panorama, ¡que Dios nos agarre confesados!
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