Gustavo Coronel
Nuestro
admirado amigo Luis Ugalde S.J., por cuyo sentido común y bondad
tenemos gran respeto, acaba de publicar un artículo titulado: “Dos
Chavismos”, El Nacional, 15-09-2016. En este
artículo el padre Ugalde nos dice:
“Simplificando un poco podemos decir que hay
dos chavismos. Uno atrapado y dominado por la lógica de los delincuentes poderosos:
cualquier medio es válido si refuerza su dominio.
Por eso el régimen se convirtió en tiranía, unas veces con halago y
dádivas generosas, y otras con miedo e imposición de las armas, con
abuso de leyes y de propaganda falsificadora que transforma en bueno lo
que sirve al poder y en delito cuanto se opone.
El poder es la verdad y debe perpetuarse. Además, en este chavismo se
dan la mano la corrupción y la incapacidad, que juntas han llevado al
país a la miseria en los años de ingresos petroleros más fabulosos,
empeñados en imponer un modelo económico y político
fracasado en otros países. Aquí el derrumbe ha sido más rápido, pues la
insensata prédica presidencial de que nuestro problema no es la
producción (por la inmensa riqueza petrolera) sino la distribución; por
lo que “buen gobierno” es el que reparte y distribuye
la riqueza existente, sin tener que esforzarse en producirla. Por eso
su rapiña e ineficacia supera lo visto en otras sociedades de poder
comunista.
El otro chavismo expresó
la esperanza y dignidad de la gente con un humanismo mesiánico que
ponía en primer lugar la vida y felicidad de millones de venezolanos
frente al empobrecimiento y corrupción crecientes desde la década de los
ochenta, no corregidos por los partidos hegemónicos
y la economía reinante. Nunca voté por Chávez, pero es claro que
millones de venezolanos vivieron esta esperanza cuasi-religiosa de
paraíso prometido y todavía bajo la ceniza de su frustración están las
brasas, prontas a encenderse al primer nuevo viento favorable.
Este segundo chavismo se siente cada vez más traicionado e indignado al
contrastar su creciente miseria con las cuentas bancarias de muchos de
sus dirigentes que disfrutan del poder y de las riquezas robadas.
Debemos distinguir entre la
legítima demanda humana a la que el chavismo dio alas y la oferta
política chavista que además de desacertada es delictiva. La actual
catástrofe de colas, hambre, inseguridad, miedo… dejan
en evidencia el fraude del “poder popular”, pero no le quitan verdad,
ni legitimidad a esas necesidades y aspiraciones de millones de
venezolanos, sobre todo la de los pobres. La necesidad-demanda sigue ahí
y no se podrá construir una Venezuela nueva, productiva
y justa, excluyendo e ignorando a los necesitados. Esas aspiraciones
insatisfechas no siempre fueron chavistas. Por ejemplo AD en sus albores
fue el “partido del pueblo” y la partera de la democracia para las
mayorías relegadas secularmente a ser peones y
carne de montoneras caudillistas.
La nueva democracia debe contar con ese “chavismo” y convertirlo en dignidad productiva, política, económica y socialmente”.
Creo
que es preciso examinar con cuidado estas bellas palabras del Padre
Ugalde, no solo por el prestigio e influencia que él tiene sobre la
opinión pública sino porque
intuyo que hay algo en ellas que no responde exactamente a la realidad.
Su descripción del chavismo malo es perfecta. Lo que ha representado
para la nación ha sido ruina, corrupción y muerte. Es sobre su
descripción del chavismo bueno que tengo dudas. Dice:
“El otro chavismo expresó
la esperanza y dignidad de la gente con un humanismo mesiánico que
ponía en primer lugar la vida y felicidad de millones de venezolanos
frente al empobrecimiento y corrupción crecientes desde la década de los
ochenta, no corregidos por los partidos hegemónicos
y la economía reinante…”.
Por más
que esfuerzo mi memoria no logro recordar en Chávez ese “humanismo
mesiánico que ponía en primer lugar la vida y felicidad de millones de
venezolanos”. Desde el primer momento Chávez
se mostró como un populista lleno de promesas fáciles que, según vimos
pronto, no tenía la menor intención de cumplir. Ese chavismo que el
Padre Ugalde dice haber expresado la esperanza y la digna de la gente solo
alimentó con promesas lo que ya existía
antes de su llegada, ese anhelo de millones de salir de la pobreza.
Definir ese populismo, esa demagogia, como humanismo mesiánico, es en mi
criterio demasiado generoso por parte del Padre Ugalde. Si se quiere,
lo que hizo Chávez fue exacerbar esos anhelos
a sabiendas de que no podía responder a ellos de manera efectiva. De
allí que se embarcó en una política de dádivas y subsidios que, en
efecto, acentuó la pobreza, no la solucionó.
Según
Ugalde esa concepción del chavismo originario habría descubierto el
deseo de las masas de salir de la pobreza. No creo que eso haya
sucedido. Ese deseo de las masas venezolanas había sido
una constante por décadas, desde el advenimiento de la democracia en
1958 y, debemos decir, que fue atendido con algún éxito durante
presidencias como las de Betancourt, Leoni y Caldera I, no así por
otras.
El Padre Ugalde añade que el chavismo “dio alas a la legítima demanda humana” aunque se apresuró a añadir que “la oferta política de Chávez fue desacertada y delictiva”. La
primera
parte de la frase parecería elogioso de un chavismo bueno pero la
segunda parte de la frase es condenatoria. El problema es que estos dos
componentes de la frase no tienen separación en el tiempo, no pueden
referirse a un chavismo bueno que vino primero y,
luego, a un chavismo malo que llegó después. Fue el mismo chavismo el
que aprovechó las expectativas de la gente, le dio alas a esas
expectativas y en el mismo discurso le prometió solución, a punta de
dinero, al mismo tiempo que exigía como contraprestación
lealtad política.
Parecería
ocioso y demasiado sutil hablar de esto, ya que la buena intención del
escrito del Padre Ugalde es evidente. Su mensaje esencial es que hay
mucha gente que fue engañada por el chavismo
y que esa gente es ahora incorporable a la nueva democracia que surgirá
al final de esta pesadilla. ¿Cuánto de esta gente puede aun ser
definida como “chavismo”, la identidad que le da el Padre Ugalde?
Hemos
creído necesario este comentario porque existe en este momento una
corriente importante que está tratando de diferenciar al chavismo de
Maduro del chavismo de Chávez, pretendiendo que Maduro
es un monstruo que distorsionó el “legado” de Chávez. En esa corriente
se incluyen grupos políticos como Marea Socialista, ex-ministros de
Chávez a lo Giordani y hasta algunos líderes de la oposición que atacan a
Maduro, contrastando su torpeza y estupidez
con el mesianismo y simpatía de Chávez. Hace poco leí declaraciones de
uno de ellos que decían que, mientras Maduro miente Chávez “jamás
mentía”, aseveración que me llenó de asombro. Creo que, aún más
importante que el daño material que se le ha hecho a la
Nación, es el daño espiritual que el chavismo ha causado. Por ello,
creo que Chávez debe ser denunciado abiertamente, sin que quede dudas
sobre cuáles fueron sus propósitos.
Contribuir
a convertirlo en un Evita Perón venezolano, aún de manera inadvertida,
no ayudaría al país a superar esta horrible etapa de nuestra historia.
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