La urgencia de los tiempos actuales, generada por la incapacidad y negligencia del régimen para enfrentar los problemas y los incesantes y crecientes reclamos de la ciudadanía por la solución real de los mismos, lo han llevado a despojarse de la cínica careta con que había venido actuando durante el largo tiempo que lleva en el poder y mostrar su verdadero rostro: un régimen de fuerza violador de la Constitución, las leyes y las instituciones. La destrucción sistemática de instituciones, liderazgos individuales, espacios políticos de los opositores, propiedad privada y principios constitucionales, demuestran la entronización en el país de una dictadura cívico-militar. En realidad, las acciones del régimen han sido una declaratoria unilateral de guerra contra la Venezuela honesta, principista y democrática.
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