Por mal camino vamos cuando ni siquiera el partido de gobierno sabe (y si lo sabe no lo dice) cuándo será tan importante cita y quiénes van a competir contra el inevitable ganador, porque si algo está claro es que nadie convoca apresuradamente unas elecciones si no las tiene bien amarradas. Nicolás se puede equivocar (de hecho sus equivocadas son famosas), pero el equipo que tiene a su alrededor no está integrado por gafos sino por los reyes del fraude y dueños de una fábrica de votos fantasmas que en estas presidenciales ocasiones funciona a todo vapor.
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