Nicolás Maduro ha impuesto sanciones políticas-económicas al país que preside, Venezuela. Somete a la población a vivir en una situación espantosa a nivel humanitario, político y diplomático, mientras la nomenclatura del chavismo-madurismo disfruta de las mieles del poder.
La clase dominante y la conciencia dominante del madurismo crean miseria y pobreza al desmantelar la oferta de servicios públicos y bienes, por la implantación del plan de la patria; destruyen la demanda, el poder adquisitivo, por la hiperinflación; y han arrasado la actividad económica del país. De acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, el producto interno bruto se reducirá a la mitad en los 5 años de Maduro en el poder.
A pesar de ello, Maduro avanza en el cronograma electoral presidencial sin escuchar la voz de alerta de la mayoría de los venezolanos ni de los países democráticos que piden garantías para unas elecciones creíbles, manteniendo los principios de inclusión, justicia y transparencia.
Faltan 53 días, 7 semanas, para que suceda la elección presidencial en Venezuela.
Es un período de tiempo reducido. Por lo que los gobiernos y factores democráticos deben emplear todas las acciones necesarias para la salida de Maduro.
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