A veces se especula sobre la pérdida de poder de Diosdado Cabello, de
antiguo tenido como el más poderoso al lado de Chávez. Aunque debe
recordarse que este, para reprenderlo por alguna falta, lo obligaba a
trabajos forzados en Monagas o Miranda. No había tal poder: con Chávez
no había “segundos” ni “terceros”, sino “cuartos” y últimos; el líder se
cuidaba de las aspiraciones de los manganzones que lo rodeaban y solo
admitió al grandulón como sucesor, una vez que entregó definitivamente
su destino mórbido a los cubanos.
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