La izquierda ejerció sobre mí y los amigos de la adolescencia, con quienes más me relacioné, una fascinación agobiante. Eran los años sesenta, los de la irreverencia juvenil a escala mundial y no hubo una mayor que aquélla de los muchachos venezolanos que tomaron las armas por unos ideales que promovían la igualdad y la extinción de los egoísmos humanos. En aquellos tiempos era imposible para nosotros siquiera imaginar cuán mortalmente errónea fue esa decisión ni cuán alto el precio a pagar. Menos siquiera suponer cuán cruel y horrible es la verdad que desde siempre se ha escondido detrás del sueño comunista....
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