Imagínese si Theresa May anunciara repentinamente que su gobierno va a devaluar la libra esterlina en un 96 por ciento; aumentar el salario mínimo en un 6.000 por ciento; pagar los aumentos salariales de millones de empresas durante tres meses; anclar la libra a una criptomoneda mítica; un racionamiento de la gasolina; e imponer un impuesto del 0,7 por ciento sobre las grandes transacciones financieras. Sería visto como un acto de locura, o un país que se derrumba, o de ambos.
Por Jason Mitchell en The Spectator (Reino Unido) | Traducción libre el inglés por lapatilla.com
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